1: Sabor a sandía. ✔

2.7K 52 0
                                    

(EDITANDO PRIMEROS CAPÍTULOS) 

1: Sabor a Sandía. 

Los pasillos de mi instituto hoy se veían más coloridos de lo normal: estaban decorados con guirnaldas y globos que le daban un toque más festivo y divertido al lugar. Hoy, la institución celebraba su aniversario número veinte, así que no habría clases. El día se definiría en puras actividades y juegos; y no en tareas y sufrimiento.

  Entré rápidamente al salón y noté que en un rincón se hallaba sentado aquél vago que pude identificar por sus mechones rubios. Era raro encontrarlo tan callado y tranquilo por las mañanas. Traté de ignorarlo y me senté en mi banco. Scott es muy vago, pero tiene sus encantos: es popular por su físico,  también por su cabello rubio y por aquellos ojos verdosos y pequeños que tiene.  Posee lunares en su rostro. 

—Parece que no decoras mucho los cuadernos —soltó mientras me dedicaba una mirada divertida. Rápidamente me perdí en sus ojos verdes oscuros y apagados.

—¿Por qué? —pregunté confundida. 

Se levantó y me mostró con sus propias manos un cuaderno azul oscuro, sin ninguna decoración, sin nada que haga que llamase la atención. Podía saber qué era hasta con los ojos cerrados: era mi diario íntimo. ¿Por qué lo tenía él? ¿Cómo lo consiguió?

Comenzó a caminar por el salón como si fuera el profesor de literatura leyendo algún libro.

— «Hola, me llamo Kiria y tengo quince años. Amo la sandía y comer galletas. Se que nadie va a leer esto porque es mi diario intimo pero, igual me presento» —No podía creerlo, él había leído en voz alta la primera hoja. 

No sabía como reaccionar, me quedé paralizada. Una gran furia invadió mi cuerpo y sacudió mi mente, ¿¡Cómo se atrevía!?

—Tranquila —trató de calmarme al ver que las cosas se ponían feas—, solo leí esto y un poco mas —dijo mientras se acercaba hacía a mi y me dejaba el cuaderno sobre mi banco— . Al menos con esto aprendes a no dejar cosas íntimas sobre el banco. Eres una dama bastante descuidada eh.

  Al pensar que el leyó mi diario me dieron ganas de llorar, ¿era verdad que había leído hasta ahí? lo miré seriamente y luego le pegué una cachetada. El se quedo inmóvil por un segundo con los ojos como platos y después de unos segundo se echo a reír.

—Idiota. —dije mientras tomaba mi diario y lo guardaba en mi mochila.—, ve a hacer algo mejor que andar mirando las cosas de los demás.

—Tengo calor. Aquí esta mas fresco

—Si, pero no deberías estar aquí.

—Tú tampoco.

—Touché 

Fue hasta su banco y tomó su mochila, metió la mano y luego sacó una botella de jugo y un paquete de galletas. Me lanzó el paquete y traté de agarrarlo como pude, lo miré de concertada y el idiota rio. Comenzó a tomar de su mochila.

«Amo la sandía y comer galletas» —repitió— no te las dí para que las mires. Come una, no están envenenadas. 

 Miré la bolsa y la abrí, agarre una galleta con forma de conejo y la metí en mi boca, sabía a sandía. Scott sonrió y luego se acercó al ventilador —que amenazaba con caerse—; su cabello rubio se sacudía por el viento y su cara de placer me había tentado a tal punto de soltar una carcajada.

Nunca había hablado con él, siempre fueron pequeñas miradas pero nada más. Nunca había hablado con alguien como Scott. 

Sabor a sandía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora