||🌸|| Cuento de Hadas ||🌸||

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Esta historia es tan antigua cómo el mismo tiempo ocurrió en una provincia tan apartada del mundo está leyenda que trata de un leñador que no cortaba otra cosa más qué árboles de bambú. Todos los días al marchar al bosque, le seguía una multitud de chiquillos que le gritaban en alegría.

- ¡Clark, Clark! ¿Qué vas a hacer con los hermosos bambúes que cortes? - Dando brincos a su alrededor.

Y él contestaba.

- Las piezas mayores son para que el carpintero del pueblo las trabaje en su taller pero con los delicados tallos haré unas cestas muy bonitas.

- ¡Clark, Clark! ¿Harás cestas también para nosotros?.

- ¡Por supuesto! Pero ¿qué me van a dar a cambio? Yo no tengo niños en casa... ¿Ustedes vendrán a vivir conmigo? - Bromeó con los pequeños.

- ¡No, no! Tu casa es pobre y vieja, y además no te queremos como padre serías él peor. - Los niños rompían casi a llorar y se disgregaban con burla y diversión.

Él pelinegro sonreía solamente imperturbable ante sus ocurrencias, pero lo cierto es que las palabras de los niños le herían muchísimo. Por eso una noche de otoño en la pequeña Smallville cuando las inocentes palabras de los ruidosos niños le habían herido casi más de lo que podía soportar, regresó desalentado a su casa y le dijo a su esposa.

- Lois ¿Por qué no ha sido bendecido nuestro hogar con niños que nos cuiden en nuestra vida?.

- No lo sé - Suspiró la esposa muy abatida por ser puesto en la mesa aquel tema que tanto le lastimaba - Una y otra vez he rezado al señor Rao para que bendijese nuestra casa con un niño, pero nunca me ha escuchado. ¿Qué más puedo hacer? - Al decir esto se limpió sus húmedos ojos siendo abrazada al instante por su esposo que susurró palabras de disculpa y consuelo a su mujer.

Unos cuantos días después él hombre estaba ocupado como siempre en el bosque. Ni siquiera el rojo de los arces de otoño podía aliviar su desanimado espíritu trabajaba mecánicamente sin entusiasmo ni alegría. El «kan-kan» de su hacha sobre los huecos tallos se dejaba sentir a través de los árboles y sobre los montes en medio de la límpida atmósfera. El bambú que estaba cortando era joven, esbelto y de un verde fuerte. Un hachazo más y habría terminado. No bien hubo pegado el último golpe que partía en dos el tronco, cuando del interior de éste salió un chorro de luz de una esplendidez inaudita que iluminó completamente todo el bosquecillo que le rodeaba. Clark retrocedió asustado y sorprendido.

- ¡Eh! ¿Qué está sucediendo? - Gritó temeroso. Aunque por otra parte, al inclinarse el bambú él pelinegro escuchó el sonido de una canción primero en forma de susurró y luego cada vez más alto y más claro. Él hombre miró a su alrededor, pero no se veía a nadie.

Entonces comprendió que la voz procedía del corazón del tocón del bambú.

Temblando de miedo cortó cuidadosamente parte de la corteza y allí dentro descansaba una menuda figura. Al acercarse más para ver comprobó que se trataba de un jovencito con la cara más bonita que había visto jamás y que vestía las galas de un príncipe. Era éste él que cantaba tan encantadoramente sin embargo, al ver a quién se acercó se calló y le tendió sus pequeñas manos con una cariñosa sonrisa. En ese momento Clark Kent pensó que nunca antes había visto a nadie tan encantador. Su rostro era blanco y bello como el oleaje del mar; su pelo en rizos suelto de un color negro cómo él suyo que caía sobre sus hombros diminutos y los ojos cielo con los que miraba al leñador brillaban cómo estrellas. De su cuerpo salía el blando perfume de una miríada de flores y el sonido de su voz era como una melodía.

Él hombre le cogió gentilmente con sus manos intentando no aplastarle.

- Esto es... Nadie sino el señor Rao puede haber enviado tan precioso niño - Dijo en voz alta. Después se arrodilló para rezar sinceramente a aquel que al fin tenía la bondad de contestar al deseo de toda su vida.

One Shots: JON KENT BOTTOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora