►ᵖʳᵒ́ˡᵒᵍᵒ⓿Pʀɪɴᴄᴇ ᴏғ ᴄᴏғғᴇᴇ

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Corría por las calles vacías, era tarde, casi media noche. Su respiración se entre cortaba por sus mínimas energías que poco a poco se agotaban.

Estaba asustado, tenía temor de ser atrapado por ellos.

Pero, ¿Porqué él?

Se lo preguntaba un millón de veces, quería pensar bien pero el oxígeno en su cerebro no era el suficiente, y mucho menos, para sus pulmones.

Seguía corriendo y esperaba que no fuera por su vida, aún que lo hacía como si dependiera de ello.

—¡Oye! ¡Ven aquí mocoso! —Sus piernas temblaron, haciendo que resbalara en la siguiente esquina.

—Por fa-favor... No me hagan daño. —Dijo con un hilo de voz.

—¿Cómo? No te haremos daño pequeño, solo queremos lo que nos pertenece. — Su voz sonaba con amabilidad, pero sabía que no era así, sabía que solo era un gancho para obtener lo que querían.

Lo único que tenía.

—¿Y bien? ¿A la buena o a la mala? —Este negó tembloroso.

Busco entre sus bolsillos el poco de plata que le quedaba, los tomo y se los paso a aquellos chicos.

—¿Eso es todo? — Asintio sin verle.
—Bien, gracias. — Se despidió burlesco, desapareciendo de la vista del pelirrojo.

[...]

Sus manos se posaban en sus brazos, abrazándose a si mismo por las frías calles, caminando con sus pies congelados y temblorosos por una calle con varios locales.

—¿Hola? — Giro su cabeza a dirección de la voz.

—Hola. — Respondio a la figura misteriosa, no podía ver bien quien podría ser por la poca luz de la calle. Aún así, esa voz no la reconocía.

—¿Qué hace fuera a estás horas? En pocas horas abará una tormenta. — Le comento su contrario.

—No tengo donde ir. — Le respondió con su voz temblorosa por el frío.

El extraño lo miro, mordiéndose su labio en cuestión de ayudarlo o no. Era una época dónde todos ayudaban y compartian con los demás, cierto. Pero eso le ha traído problemas, sobre todo el de acoger a persona en plenas tormentas de nieve.

Sabía que podía ayudarle, por unas horas. ¿Se estaría arriesgándo? Tal vez, pero algo le decía que no.

—Venga, entre. — Le dijo al pequeño chico. —Puede quedarse hasta que pase la tormenta, le ayudaré. —El chico dudo ante la generosa ayuda del extraño, no quería más problemas, pero no podría soportar más.

—Gracias. —Dijo, sin mirarle los ojos, seguido de una reverencia para entra al local.

[...]

—Aquí tiene. — Le dejo la taza de porcelana encima de la pequeña mesa de madera oscura ante sus ojos.

—Gracias. — Tomo la taza entre sus dos manos, siendo calentadas por la taza por el chocolate caliente.
—Muchas gracias. — Repitio tímidamente.

—No se preocupe, es un placer ayudarle. — Tomo asiento en una de las sillas vacías, al lado de su invitado a una distancia prudente.

—¿Cómo se llama? — Pregunto de repente.

—Kim HongJoong. Lamento no haberle dicho antes. — Dijo apenado.

—Esta bien. — Le sonrió leve. —Soy Song MinGi, dueño está café.

Su café: Prince of coffee, llevaba casi cinco años administrando él y su socio el café.

Pero en si, era él quien se llevaba todo el mandó.

"𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐂𝐎𝐅𝐅𝐄𝐄" [ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora