Capítulo 30

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- Serás mía Alicia -susurra mientras me penetra lentamente.

Un gemido de dolor se me escapa y él me abraza, se mueve despacio, siento su poder dentro de mí y un profundo dolor que anuncia la pérdida de mi virginidad, me aferro con fuerza a su cuerpo y mis manos aprietan sus espalda provocándole algo de dolor, sus ojos me miran fijamente a la vez que se mueve lentamente apoderándose de mí. Sus movimientos comienzan a agilizarse y el dolor se va desvaneciendo. Gemimos de placer y siento como se reúne nuevamente ese calor y sensación dentro de mí.

- Estás tan estrecha preciosa, me encantas Alicia -dice mientras sigue apresurando el movimiento de su miembro penetrando mi sexo.

Después de un rato de proporcionarnos mutuamente el placer necesitado, entre gemidos de ambos acabamos al mismo tiempo. Su cuerpo agitado cae sobre la cama y me abraza. Coloco mi cabeza sobre su pecho y quedo dormida profundamente al insatante.

Despierto envuelta en sábanas, miro hacia los lados y no veo señales de Max, me trato de levantar tapando mis pechos con las sábanas. Sonrío inconsciente cuando pasan por mi mente los recuerdos de lo sucedido anteriormente. Fue tan maravilloso sentir a Max dentro de mí y acariciándome el cuerpo. Experimentar tantas emociones distintas, y que no se comportara como el cavernícola que suele ser. Me adentro tanto en lo que pienso que no me doy cuenta cuando entre por la puerta...

- Me gusta que sonrías -dice Max sin camisa, con el cabello despeinado recostado en la entrada de la puerta, se ve sexy.
- ¿Dónde estabas? -pregunto y lo veo acercarse a mí
- Fui por algo de agua, tampoco quería dejarte sola en la cama. -sonríe - ¿Te sientes bien?
- Sí -digo agachando la cabeza sonrojada - Gracias por tenerme paciencia y haber sido amable
- Alicia, yo nunca te aré daño, perdóname si en algún momento lo hice, solo quiero tenerte a mi lado. -se sienta delante de mí en la cama y toma mis manos. - Te amo preciosa.
Lo abrazo fuerte sin responder a sus palabras.
- Hoy te hice el amor, la próxima vez no esperes que se ageneroso, necesito saciar las ganas que tengo de ti -susurra en mi oído logrando que una corriente recorriera mi cuerpo.
El resto del día la pasamos juntos. Max estaba muy diferente, me ayudó a hacer tortitas y nos enfrentamos en una guerra de harina donde quedamos empatados. Tomamos una ducha juntos donde no desaprovechó la oportunidad de apoderarse de nuevo de mi cuerpo, haciéndome sentir la personita más feliz del mundo. En la noche vimos una peli de terror y dormimos acurrucados en su habitación.

Nuevamente despertando en la mañana, solo recuerdo que Max se fue muy temprano y besó mi frente luego de decirme Buenos días. Me ducho y desayuno. Llego a la biblioteca y voy hacia mi lugar de siempre. Mi mirada se encuentra con la de Tim, a quien saludo sigilosamente y me siento.

- ¿Cómo estás?, traes un aspecto diferente, te ves más contenta -deduce el chico al ver mi cara de felicidad.
- Sí, es cierto, es que he arreglado las cosas con mi no... -me corto - Con alguien cercano a mí -rectifico
- Es genial, por lo visto es muy especial para ti -dice pero su cara no demuestra la alegría que quiere demostrar por mí felicidad. Eso es bastante raro
- Háblame de ti Tim, casi ni te conozco -bromeo y el ríe
- No hay mucho que contar, vivo en un depa con algunos amigos en el centro de la ciudad, no tengo novia y me encanta leer. -contesta brevemente

“vivo en una mansión, he sido vendida dos veces a un mafioso, estoy locamente enamorada de él y ya hemos hecho el amor recientemente la verdad es que es todo un bomboncito en la cama.” -es la realidad pero no diré eso.

- Yo vivo con mis padres en una mansión, por eso los escoltas. Son empresarios y yo la chica que esconden al mundo -miento
- Bien, me alegra que seamos sinceros -dice pero no sé por qué motivo sabe que miento. Este chico es demasiado obvio.

Luego de una larga mañana con Tim regreso a la casa. Entro y Max está sentado en el gran sofá con cara de enojo.
- ¡Bueno hasta que llegas! -dice levantándose y cierro la puerta dejando a los guardias afuera
- Hoy llegaste temprano, ¿estás bien? -pregunto serena para no alterarme y discutir.
-Sí, llegué temprano, ¿cómo estuvo tu día con Timoti? -dice irónico
- ¿Me has estado espiando? -le pregunto alzando la voz
- Por supuesto que no, los guardias tienen ojos y cámaras en sus trajes. -dice nuevamente irónico
- ¿En serio?, casi ni me sorprende -le devuelvo la ironía
- Hablo en serio Alicia -lo interrumpo
- Yo también Max, y por razones como estas es que no puedo contarte de estas cosas. Tim solo es un amigo, lo conocí hace solo dos días -le digo furiosa - No estoy para tus perretas así que si no tienes nada que pruebe que estoy cometiendo un delito, ¡déjame en paz! -grito - Y para que te enteres, seguiré siendo su amiga.

Al terminar de decir esto se acercó amenazante y me cargó inesperadamente a su hombro como si fuera un paquete.

- Una de las reglas era que nada de acercarte a chicos, ya te enseño yo quien es el de las perretas cuando me supliques que te haga el amor. -dice mientras subimos las escaleras y yo grito para que me baje. - Voy a castigarte preciosa. -dice y tras recorrer parte del pasillo entramos a su cuarto rojo.



Y ya no las haré sufrir tanto, aquí tienen el treinta. No olviden dejarme sus comentarios y votos. Pronto tendré celular nuevo y la coneonexión lo bastante buena como para estar al pendiente de sus mensajes y actualizar pronto.
♥️

Vendida por Amor a primera vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora