🔸Capítulo 2🔸

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🔸♥️🔸

Era el, el tipo de antes, estaba delante mío. Estando tan cerca se veía más guapo y de una altura bastante imponente para mi delgado cuerpo.

— Am...bus...busco el baño —tartamudeo mientras mis ojos no se quedan quietos en un lugar, sino que delinean su cuerpo de pies a cabeza. Lleva unos pantalones negros y una camisa del mismo color remontada en sus antebrazos, dejando a la vista algunas que otras marcas de tinta.

— A la derecha preciosa —su voz se escucha ronca y dominante, aún así ignora el efecto de desconfianza que me provoca y retrocedo un poco.

— Gracias.

Su presencia me puso nerviosa, así que seguí sus instrucciones. Luego de hacer pis me lavé las manos. Entonces entraron unos hombres armados lo que me asustó e hizo que resbalar y me agarrara del lavado. Estaba mareada, ellos me sujetaron apretando mi brazo con tanta fuerza que podría dejar una marca, mi cabeza se volvía mi peor enemiga y mis ojos luchaban por no cerrarse y mantenerse alertas.

— ¿Es esta la que drogaron? —escucho la voz de uno de ellos al no poder identificar sus rostros o figuras

— Si, es ella, llama al jefe, tenemos mercancía nueva.

— ¡Suéltenme! —gritaba con todas mis fuerzas y pataleaba hasta que un golpe en la nuca me dejó inconsciente.

Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, a medida que iba abriendo mis ojos y sintiendo un leve frío erizar mi piel, miré mi cuerpo para notar aquel atuendo atrevido que parecía de teibolera. En lo que despertaba me di cuenta que no era la única. Habían mas chicas en algunos colchones tirados en el suelo frío, algunas se abrazaban y otras lloraban desconsolada. Estaba asustada por lo que podría pasarme.

Los tipos de antes entraron haciendo ruido y pude reconocer sus voces, adecuadas para la asquerosa figura que llevaban de maleantes.

— Escuchen perras, ustedes serán los juguetes de personas importantes, si hacen algo mal se mueren, si lloran se mueren, si le faltan el  respeto se mueren —gritaba uno de ellos las reglas básicas al parecer

— ¿Entonces para que rayos vivimos? —grité rebelde en un impulso realmente estúpido

— Mas te vale que te calles zorra, o te mures —amenazó sosteniendo mi cabello con fuerza haciendo que aguantará mis quejidos para luego soltarme— ¡Ahora caminen!

Nos llevaron a un cuarto un poco amplio, paredes tapizadas de rojo ocre, luces tenues y cuadros que parecían muy importantes, habían personas con mascaras que eran servidas por camareras sin más nada que una pequeña tanga bajo una minifalda cubriendo su parte íntima. Llevaban botines altos, orejitas de conejo y el pecho completamente expuesto.

Luego de observar lo que llamaban mercancía, o sea, nosotras, eligieron a unas cuantas chicas unos viejos verdes. Pero una de ellas se relevó y le pegaron un tiro en el pecho sin discusiones o tan siquiera una orden de silencio. Entonces me di cuenta que esos tipos no estaban bromeando.

— ¡No! —grite— ¡Son unos malditos cobardes! —prefería morir justo ahí que ser infeliz y violada por alguno de esos cerdos.

Uno de los guardias me golpeó hasta  caer al suelo, pateó mi abdomen y apuntó de repente su arma hacia mí cabeza, estaba por matarme...

— Espera, no lo hagas —se escucho aquella voz que me sonaba conocida— Yo pago por ella

— Ya no esta disponible, nuestras reglas son claras —dijo el asesino

— Pues la compro, pago lo que pidan, ¿no sabes quien soy? —dijo quitándose la mascara y haciendo que me sintiera un objeto desvalorizado

— Esta bien señor, disculpe —dijo bajando la cabeza ese cerdo

Vendida por Amor a primera vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora