Terminamos de desayunar y empezamos a vestirnos para ir despertado a las nenas para empezar a conocer la hermosa Italia.
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Lucía
Habían pasado algunos días de la primera sorpresa de Joaquín, todos los días me daban pequeños regalos pero que valían mil.
Siempre me regalaba ramos de flores o chocolates de mis favoritos que habiamos encotrado acá en Italia.
El día de hoy era el cumpleaños número dos de las nenas, habíamos quedado en hace una pequeña fiesta de cumpleaños para nosotros seis. En la mañana habían llamado mis amigas a las nenas para saludarlas por su cumpleaños y algunos otros familiares.
Como el festejo de hacia en la tarde, nos estábamos preparando, yo me había puesto un vestido color blanco con algunos detalles en encaje, con un escote en V.
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Sali de la habitación bastante arreglada, y la primera mirada que me lleve fue la de Joaquín, me miro diez veces de arriba a abajo en tan solo cinco segundo, me hizo un escaneo completo.
—Dios mío que ¡Mujer tengoooo!—empezo a gritar.
—Sshh Joaquín basta— decía entre risas.
—Pero es que es imposible no gritar al ver tremendo mujeron que tengo como esposa y madre de mis hija, o no?— le pregunto a nuestras madres.
—Claro, tenés que aprovechar que eres un hombre muy afortunado de tener una mujer muy hermosa a tu lado hijo—agrego mi madre.
—Ves, por eso te tengo que presumir todo el tiempo, ahora me entendés?
—Jajja dios, te amo mucho— me acerque a él, puse mis ambas manos en su pecho y le di un suave beso en sus labios.
—Te queda hermoso ese vestido, pero te queda mejor sin el—me susurro en mi oído, se alejo un poco y me guiño.
Yo lo miré he hize que mi cabeza se moviera en forma de desacuerdo mientras que me reía por lo bajo.
En eso veo que salen Dora que había entrado a la habitación de las nenas, para cambiarlas. Era una imagen hermosa, mis hijas con dos hermosos años agarradas una de cada lado de su abuela, era una escena para morir de la ternura.
Me puse de cuclillas y estire mis brazos en forma de abrazo y ambas vinieron hacia mi habiendo que nos cayeramos las tres juntas.
—Te amo mami—dijo Valentína.
—Yo también mi chiquita.
Nos levantamos las tres del piso y las lleve a una parte de la habitación para sacarles una hermosa foto.
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