Capítulo XXVI: UNA PÉRDIDA DOLOROSA

1 0 0
                                    

Capítulo XXVI

Una pérdida dolorosa

Anabelle

Ya pronto estábamos llegando al enorme descampado donde estaba teniendo lugar la grany deseada batalla, la cual pondría fin a alguna delas razas.Cada paso que dábamos, mejor podíamos analizar la multitud de seres sin vida y miles de objetossobrevolando sobre nuestras cabezas.Nos dimos una última mirada, temiendo lo quepudiese suceder y lo que nos podíamos encontrartras pasar el campo de batalla.Daniel parecía exhausto y demasiado decepcionado al no verla tampoco en el campo tan teñido de un color rojizo por la pérdida de una grancantidad de líquido rojo, más bien conocido comosangre. No tengo la menor idea de dónde puede estar,pero sé que no se ha ido porque... ¿Acaso tienealguna escapatoria si todo este territorio y parte delos alrededores está plagado de ambas razas?Lamentablemente, no.Dejé de preocuparme por ella y de sacar mis propias y absurdas conclusiones cuando sentí mi mejilla arder y un sabor no muy agradable en mi boca.Iba a atacar al causante de aquella herida, pero alver que fue Evan quien me lastimó, mi enojo disminuyó. 

— Debes de estar más concentrada. Esta batallaes la más importante de todas. En ella se decidiráqué raza sale invicta.Ella está aquí, ¿por qué creíste que nos iba aabandonar ahora? Ella es nuestra líder. 

Esto último que dijo me cayó como un jarrode agua fría. ¿Ella? ¿Nuestra líder? No me malinterpretéis, yo la aprecio y tengo una amistad y confianza con ella muy buena, solo que creo que no eslo suficientemente fuerte, ni tampoco es que estéacostumbrada a guerrear como para salir invictos.Aunque la victoria también depende de nosotros. Como pude, fui abriéndome paso, cada vez más,al centro del campo. Agraciadamente, no se mehace difícil derribar a mis adversarios, por lo que,si hago buenas estrategias, podré ganar tiempo e iral encuentro tan esperado para acabar de una vezcon Nathan.Os explico: los líderes no pueden combatir en el campo debatalla junto a sus respectivos bandos porque, según queda recogido en las normas, los supuestoslíderes son los seres más poderosos que hay encada raza y deben de guerrear entre ellos, aunqueesto los pueda llevar a la muerte.El primer bando que extermine a un gran númeroelevado de adversarios, tienen el derecho – o másbien, obligación – de divagar por el extenso bosque– que también forma parte del territorio acordadoe implantado para las batallas – hasta encontrar aambos líderes – puesto que estarían combatiendoaún, aunque claramente, existen excepciones – yayudarles a derribar al líder contrario.Pero todo depende del tiempo que tardemos enacabar con las vidas de los seguidores de Nathan– si es que no se anticipan ellos–.

En ningún momento dejé de luchar, y mi sonrisase incrementó al ver cómo poco a poco iban quedando menos contrincantes.Pude observar cómo rodeaban varios tipos a Álvaro, así que no dudé ni un solo segundo en ayudarle.Al que primero ataqué, resulta ser una chica, lacual se me hacía conocida –o al menos sí que lahabía visto en alguna otra parte—. Tras vencerla,me abalancé sobre otro individuo que acorralabaen ese instante a mi amigo. Tal como hice anteriormente con la pobre chica, terminé con él.Quise volver a golpear a un hombre que se acercó peligrosamente a Álvaro, pero todo sucedió demasiado rápido. Tan rápido que no me di cuenta que ciertos compañeros gritaban mi nombre paraasí ir hacia los líderes.Cuando desperté de aquel pequeño trance, volvími mirada a mi mejor amigo y no hice otra cosamás que correr hacia él.Corriendo los centímetros que nos separaban,llegué a él y conseguí retener su caída para que,finalmente, depositase su cuerpo casi sin vida enmis brazos. 

—Anabelle, prométeme que vas a ser fuerte,más de lo que eres, y que seguirás adelante, comosiempre has hecho. No te preocupes por mí, pues yopronto estaré en un lugar, seguramente, mejor queeste. Nos volveremos a encontrar. Te lo prometo.Ahora ve y dales su merecido a aquellos monstruitos que llevan tras nosotros miles de años.Ganad. Hacedlo por mí y por todos los que hoymurieron.Y recuerda una cosa: un siempre es un siempre,a pesar de las consecuencias. Te quiero. 

No, no estaba dispuesta a aceptarlo. No sepuede ir. No puede marcharse, o visto de otra forma, la vida no puede arrebatarme a este ser tanpreciado.¿Por qué tiene que ser tan cruel la vida? Vale queseamos malignos – y mira que muchos hacemos loque podemos por no alimentarnos de sangre humana – para la sociedad, pero ¿es necesario hacer que muera un ser que no tiene culpa alguna depertenecer a esta raza y que existan humanos miles de veces peores a los que no les sucedan nada?Vida, eres injusta, y te odio por ello.  ¿Alguna vez habéis visto morir a una persona envuestros propios brazos? Espero que la respuestasea un "no", porque os puedo asegurar que ni se lodesearía a mi peor enemigo.Duele.Duele muchísimo.Nunca antes me había planteado la posibilidadde que las cosas se volviesen tan turbias... He perdido a mi mejor amigo en la batalla más importantepara nosotros. He perdido a la única persona quesiempre ha estado ahí cuando más lo he necesitado – aunque varias veces sólo fuesen tonteríassin una gran importancia –; con tan sólo mirarnossabíamos qué estábamos pensando y sobraban laspalabras. Hasta los largos ratos de silencio cuando no teníamos ningún asunto para entablar conversación eran cómodos con él.Ya todo se ha ido con él y no creo poder reviviresas emociones.Ahora más que nunca entiendo cuando unos padres responden que darían su vida a cambio por verfelices a sus hijos – o cambiar la suya por la de ellos –Sí, es cierto que en mi caso es un tanto ilógicopuesto que no es mi hijo, pero yo también daría mivida por salvar la de él.Soy consciente de que a partir de ahora, y trashaber vivido este terrible suceso, no voy a ser lamisma persona, y lo veo normal.¿Cómo alguien puede – o tiene – el valor de vivirtan tranquilo cuando ha perdido a una de las personas más influyentes de su vida?  Si alguien verdaderamente es capaz de seguirtal cual, por una parte le admiro, en serio, porqueyo no me veo – ni me veré - capaz de seguir adelante.Sé que no se trata de superarlo, sino de aceptarlo ocurrido y vivir con ello hasta cuando la muertedecida apoderarse de tu vida e ir haciendo que tusúltimos latidos queden sumergidos en el recuerdode esas personas con las que has compartido tuesencia. Pero, desgraciadamente, cuando una persona ya no está, sentimos un extenso vacío y caemos en la no tan mala soledad, como bien suelenhacernos creer que es.Nos encerramos en ella porque pensamos que sivolvemos a dar segundas oportunidades a una vidaque nos ha hecho sufrir tanto, nos volverá a lastimar. Y la mayoría de la veces, lamentablemente, esasí.No quiero ser ilusa y convencerme que con eltiempo todo irá tomando su posición, ni que podrérecomponerme tras su pérdida, pero sí que intentaré hacer todo lo posible para ser y dar lo mejor demí. Y lo haré por él.Seré una persona nueva y mejor, y lucharé porti. Te lo prometo, Álvaro. 

(...) 

No sé cuánto tiempo pasé sosteniendo a mi ahorainerte amigo en mis extremidades, ni cuánto pude haber llorado, aunque tampoco es que al tiempo letome mucha importancia.Observo todo a mí alrededor.Centenares de cuerpos tendidos en el campo, yasin vida alguna.¿Acaso sería esto lo correcto?Me levanto, dejando el cuerpo de mi amigo, ybuscando un buen camino para poder interveniren la continuada lucha lo más rápido posible. 

—Álvaro, volveré por ti al finalizar lo que ya ha sidocomenzado.Te quiero, amigo —dije en voz alta, aunque supiese que no me oiría. Ya no quise seguir observándole, porque sé quesería un gran prejuicio para mí, así que como pronto me volteé, me encaminé hacia la batalla de loslíderes.Ganaremos por ti, Álvaro, y por todos aquellosque hoy dejaron su tan significativo puesto y susapreciadas y arrebatadas vidas. 

Una Razón Por Cual Vivir - Encadenada Al Tiempo (#1)  #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora