THE CRY OF PHOENIX

CAPITULO 1: "El dragón efímero"

Una semana había pasado desde los eventos de la academia donde los fragmentos de la espada excalibur estuvieron involucrados, durante esos días. El bar fue bastante frecuentado todo lo contrario de lo que se esperaría de un local a las afueras de la ciudad. Por parte de Ravel y con la unión de Reynare al grupo no tuvo la necesidad de hacer los contratos personalmente. Por su parte Reynare a pesar de que tenia que hacer contratos y atender el bar, tomo mi consejo y tras preguntarme donde era lugar donde en el que entrenaba Reynare comenzó a ejercitarse en las mañanas y hubo un día en el que me acompaño en mis entrenamientos.

En mi caso la semana fue tranquila aun que no quito que estuviera ocupado en todo momento, teniendo que crear mi Devil Breaker desde cero,rápidamente caí en cuenta que luchar contra demonios callejeros con un revolver no fue lo mas inteligente, para mi desgracia las balas se agotan mas rápido que agua en el desierto, tanto que incluso con mis sentidos mejorados que volvía asombrosamente fácil disparar un arma sin fallar una bala, solo termino por relentisar lo que ya era obvio que sucedería. No era difícil conseguir los materiales para crear balas una vez mas contaba con una fabrica y su inventario para crear casi cualquier cosa. Desconocía que tipo de fabrica era para tener una miriada de materiales en bastas cantidades, pero ese no era él problema. Las balas que utilizaba, eran balas de oro puro imbuidos con poder sacro, aun que ese material era algo importante por la conductividad mágica y las cantidades de poder que podía contener, el problema pinsipal era él elemento sacro, mas exacto la fata del mismo, siendo imposible para demonios utilizar o reproducir y para los humanos en el mundo sobrenatural, si no eran miembros de la iglesia, no contaban con las reservas mínimas para la demanda que tenia con las balas. Hasta que encontrará una solución mi forma de luchar se vería limitado a mi uso de Red Queen y mi Devil Breaker pero era molesto que una de mis herramientas en las que me había esforzado en crear ahora fuera una simple decoración pero hasta que encontrará una solución tendría que soportarlo. Fuera de mis problemas  mi entrenamiento tanto en mis artes marciales y en magia siguió sin ningún cambio

Ahora deslumbrando la escuela frente a mi mientras estaba en mi monólogo interno, mis piernas se detuvieron al dar un solo paso sobre el puente peatonal al frente de la academia, un sentimiento de peligro llamo mi atención. Prestando atención a este sentimiento al otro extremo del puente se encontraba un chico de pelo plateado recargado sobre la barandilla del puente, se encontraba mirando la academia. Ese color de pelo era idéntico al de la esposa del rey demonio, Grayfia pero a su vez fue distinto, el color de ese chico guapo su color de pelo era mas denso mas oscuro, parecía ser extranjero pero parecía de mi misma edad tal vez mas joven

recargado únicamente mirando el edificio las estudiantes femeninas pasaban a su lado como si fuera yo el único que lo pudiera ver como si fuera una ilusión. Sea como fuera este chico no era norma incluso yo entendía que este tipo era guapo mas que él príncipe de la academia y que estuviera siendo ignorado no era algo normal. El tipo parecío darse cuenta de que lo había visto pues su mirada se dirigió hacia mi, sus ojos claros de color mostaza hicieron que me estremesiera de miedo al ser observado, algo no me gustaba de este tipo y con una risa en su rostro que provocaría el grito de mas de una mujer, se acercó a mi

"Hey es una buena escuela" dijo el tipo

"Déjate de mierdas, ¿quien eres?" Mi tono de voz tal vez mas agresivo de lo necesario aun que eso no evito que tense mi cuerpo para cualquier movimiento que hiciera. Podría ser que estuviera siendo paranoico pero ningún chico guapo se acercaba a si sin mas y con mis armas al otro lado de la ciudad, mi pregunta sirvió para ganar tiempo. Tiempo en el que mis pensamientos se dispararon para decidir cual era el mejor curso de acción, rápidamente me decidí que lo mejor era huir. Sin saber la fuerza de mi enemigo o tener un arma era suicida lanzarse a una pelea contra alguien que claramente imponía