O9 || capítulo nueve

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Era indescriptible la manera en la que trabajaba el cerebro (si es que tenía uno) de Reginald Hargrevees.

En ese cerebro entró la idea de hacer una "marca" que no era nada más y nada menos que un tatuaje.

Regularmente los padres normales te matarían por hacerte un tatuaje a tan corta edad. Sin embargo no se podía considerar a Reginald como un verdadero padre.

El símbolo de un paraguas, característico de la Academia Umbrella.

Ese día Reginald había llevado a un tatuador a la academia. Exclusivamente para poner esa marca en la muñeca de todos los hermanos, exceptuando a Vanya.

¿Fue cruel o considerado al no incluir a Vanya para que le pusieran la marca? Quien sabe.

Ahora todos los niños tenían un color carmesí en sus muñecas, que indicaba una irritación en su piel, y el dolor. Cosas que no considero el mayor, o tal vez si y simplemente las ignoro.

—Venga por aquí joven —Habló Pogo, dirigiéndose al tatuador que ya había terminado su trabajo.

Se dirigió con él hacia la oficina de Reginald, para darle su respectivo pago.

Allison no aguanto el dolor, y un estrepitoso llanto comenzó. Klaus estaba a su lado, tratando de consolarla, a pesar de que también le doliera.

Los demás solo trataban de no gritar y se abstenían a hacer muecas de dolor.

Ocho se puso de pie de la nada, llamando la atención de todos, quienes dirigieron su mirada hacia ella.

No parecía tener una sola muestra de dolor. ¿Para que fingir sentirse al borde de la muerte? La gente se hacía tatuajes todo el tiempo y de cualquier manera ya no sentiría dolor pasado el tiempo.

Antes de abandonar la estancia, se dio la vuelta para ver a sus hermanos que aún la veían. Se mostró más indiferente de lo normal.

—Papá es un... —Murmuro Diego, pero no pudo terminar su oración porque un grito salió de su boca.

Ocho se había puesto frente a él, pellizcando fuertemente su brazo izquierdo.

—¡¿Qué carajos haces?! —Espetó Diego contra ella.

Dejo de pellizcar aquel lugar, para luego alzar su otra mano, en la que tenía presionando la muñeca de Diego.

A veces el dolor era era una excusa para odiar más a una persona. Fingías más dolor solo para odiar a aquella persona.

"Ni si quiera duele". Pensó Ocho, viendo a Diego, quien se quedó perplejo.

Diego ya no podía fingir que le dolía, porque en verdad no era así.

—Duele más cuando te están haciendo el tatuaje, no cuando ya está hecho —Recitó el hombre que les había realizado esa marca.

Luego de eso, tomó su maleta y sus pertenencias para salir de la casa de los Hargrevees.

Ocho soltó la muñeca de Diego. Era uno de los que más hacía muecas de dolor innecesarias y muy mal actuadas.

—Ocho, tu padre quiere hablar contigo —Llamó Grace, asomándose por la puerta.

Curiosamente todos dejaron de quejarse luego de que Ocho demostrara que el dolor a veces sí era mental.

Ocho pasó al lado de su madre, quien le murmuró al oído que su padre la esperaba en la azotea. La chica asintió, para luego dirigirse hacia la azotea.

Vio a su padre de espaldas quien aparentemente miraba el firmamento.

—Necesitas estar viva —Habló Reginald, sni mirarla directamente —. Has dejado de lado tus entrenamientos extras... Son necesarios si planeas sobrevivir y salir victoriosa en tu próxima misión.

Silent || TUA (Five & T/N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora