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Esta última semana realmente me preocupaba Bas, lo veía muy solitario, muy mal, se la pasaba acostado durmiendo o viendo fijamente por su ventana, ya llevaba cuatro días sin comer, se le veía muy mal, muy deteriorado, pero, ¿Qué se supone que haga un muerto?, pensé en varias formas, ese señor fantasma ya me había confirmado que los humanos pueden vernos si nos acercamos demasiado, ¿Deberías hacer eso con Bas?, mala idea, puede que pierda la cabeza, puedo empeorarlo en vez de mejorarlo, maldición, ahora necesito más que nunca a Félix, pero no sabía realmente nada de él, aunque le preguntaba a los demás fantasmas estos me decían que no habían visto a nadie con su descripción; a su abuela, iré a buscar a su abuela.
Cuando llegue a casa de la abuela de Félix esta estaba regando sus plantas, diciéndoles cosas bonitas, se me hizo adorable la escena, la abuela realmente n era muy vieja, ella aún se conservaba muy bien, aún le quedaba muchos años de vida, y ella adoraba a Bas, pero él le estaba mintiendo, diciéndole que se encontraba de maravilla. Me acerque a ella, a su oreja
—Señora —le murmure, pero ella ni simulo —, vamos señora, Bas la necesita, se está muriendo —dije esta vez mas alto — ¡Señora! —grite jalándole su suéter tejido, a ella se le cayó una maceta
—Dios —menciono asustada, pero ella parecía que no me escuchaba, alguien me jalo de oreja y me llevo fuera de la casa, cuando me soltó era el anciano de siempre
—Te dije que no hagas eso —me reprendió
—Mi amigo necesita ayuda, él se está muriendo
—Pero ese no es tu trabajo, tu eres un simple fantasma que está alterando las vidas de los que te amaban, tú ya no deberías estar aquí, solo tienes que venir cuando ellos te ofrecen comida, o te dan un camino para volver de visita, y esperar a la persona con la cual tienes arrepentimientos en la puerta, si Bastián tiene que morir, morirá, su muerte ya está escrita, y a ti no te corresponde alterar las consecuencias —explico el anciano
—¿Cómo sabes su nombre?, ¿En qué les afecta a las personas que amo que yo siga aquí? —cuestione aun caminando con él
—Soy un fantasma, ¿recuerdas? —cierto, por eso sabe el nombre —. Tú jamás te fuiste, desde que moriste estas vagando, llevas meses así, todas esas personas sienten tu presencia, sienten que no estás en paz, eso les trae melancolía, tristezas, les hace pensar que hicieron algo mal, que por eso sigues aquí, tu madre en especial, ella sufre a diario, pensando que tal vez sigues aquí en este mundo a causa de que no se despidió de ti, ya no perteneces aquí Jun, tu deberías de irte con Félix, ambos fueron buenas personas, no cometieron ningún pecado mortal, las escaleras al cielo te esperan —mencionó el anciano, todo eso, todas sus palabras son reales, yo aún sentía que tenía que despedirme de mi madre, sentía que Bas me necesitaba, mi hermana sufría por la promesa que no había cumplido
—¿En dónde está Félix? —pregunté con melancolía
—Cuando fue el accidente, él fue una de las primeras personas en perder la vida, debido a una hemorragia en el cerebro, él se impactó bastante, porque supo de inmediato que ya no pertenecía al mundo de los vivos, él al igual que tu quería aferrarse a la vida ya que su abuela le dijo que lo iba a estar esperando, pero tuvo la suerte, sintió una mano cálida, que lo encamino a la puerta, su madre lo esperaba con los brazos abiertos, ella le hizo ver que su abuela iba a estar bien, que ella entendería que la vida así es, y no podemos controlarla, ella aún llora su perdida algunos días, algunas noches, pero ella ve a Félix en cada amanecer, en la estrella más brillante, en sus hermosas flores, ella lo ve en los paisajes bellos, sabe que él la observa desde el cielo, tienes que soltar, Félix te espera —cuando el señor dejo de decir eso casi puedo jurar que escuche el tren, pero yo no estaba listo, aún no, todavía quería asegurarme de que mi madre se tiene que dejar de sentir culpable, di un paso hacia atrás
—Aún no estoy listo señor —mencione, él no era un anciano común, él no era un fantasma, él era una divinidad
—Tienes dos semanas Jun, si no el tren se irá, y quedarás maldito, es tu última oportunidad —dijo y se esfumo. Debí saber que él no era un ser común, después de tanta insistencia.
Mientras caminaba por el puente sintiendo la brisa del anochecer, mis pensamientos profundos se esfumaron cuando me percate que un chico estaba subiendo a los barandales, ¿quiere quitarse la vida o se le cayó algo?, me acerqué rápidamente y mis temores se hicieron presentes, era Bas, que tenía el rostro lleno de lágrimas mientras miraba la altura de la caída, no, por favor no hagas esto, por favor señor le suplico que no le haga esto, —Bastián bájate de aquí, aún tienes que vivir —le dije, obviamente él no me escucharía, ahora mismo deseaba que lo hiciera, lo comencé a jalar de su sudadera ya con desesperación cuando subió al penúltimo barandal; alguien quien sea, por favor ¡ayúdenlo!, grité para mis adentros, de pronto escuché unas cosas caer, y me volví rápido, era la abuela de Félix, sentí alivio por un instante
—¿Qué haces Bastián?, vamos, toma mi mano, bájate de ahí —menciono la señora tranquilamente, pero con mucho miedo en su mirada, Bas la miró llorando con más fuerza
—Estoy solo... nadie me quiere, ¡a nadie le importo! —gritó con el suficiente dolor para que mi pecho se sintiera pesado, en este momento yo, yo quisiera estar vivo, abrazarlo y decirle que a mí me importaba, que yo lo quería como a un hermano, ¿han visto llorar a un fantasma?, por supuesto que no, pero esa noche yo lo hice, lo hice tanto como él, de todo el mundo, es el que menos merecía sentirse de esa manera.
—Por favor Bas, baja de ahí mi niño, ya perdí dos nietos, no me hagas decirte adiós también a ti —dijo ya con los ojos cristalinos
—Señora, ellos eran lo único bueno que tenía —chilló más, la abuela de Félix le tomo la mano y lo logró bajar, Bastián estaba deshecho, se desplomo al suelo a llorar más, y la señora se sentó a abrazarlo y consolarlo mientras pasaba su mano peinándole su cabello grasoso
—Ahora me tienes a mí —mencionó llorando.
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Peonías en invierno
General FictionJun y sus amigos al llegar a la edad de diecisiete, deciden ir a un viaje escolar en tren, sin embargo no sabían que esa decisión les cambiaria completamente la vida, dejando recuerdos agridulces y encontrando un nuevo camino.