Entonces miré ese cuadro colgado en la pared más oscura de mi habitación y miles de recuerdos volvieron a mi mente, un simple cuadro con flores ordinarias y una firma de autor en verde.
Una vez una señora me dijo que nunca firmara una obra de arte en negro, que nunca se me ocurriera hacerlo, porque firmar en negro le quita la validación a tu trabajo. Que una obra de arte se patentaba con colores vivos como ella, sino el trabajo parecería ordinario, y una obra de ese estilo jamás sería ordinario si es producto de tu creación.
Y volviendo a la pintura, la recorrí con la mirada al rededor de una hora, reviviendo uno de los momentos más traumáticos pero educativos que me había regalado la vida. Pensé en el tiempo encerrado entre esas paredes llenas de prejuicios que pretendían salvar mi vida, pensé en las personas que conocí y las que todavía llevo en mi corazón, también pensé en todas aquellas que hicieron mi estadía más amena... Simplemente pensé en que quizás ese cuadro significaba mucho más que flores ordinarias y una firma en verde, ese cuadro significaba todo lo que aprendí en un lugar al que hoy me gustaría volver solo para saber que ya no lo necesito.