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—Se que eres Luciana.
Reí al ver cómo mi cuñada rodaba sus ojos cuando él bebé le dio una patada.
—Es niño, acéptalo.
—¿Quieren apostar?
La pareja rápidamente negó haciéndome sentir orgullosa. ¿Quien diría que Ernesto sería papá? María tendría a dos bebés en casa.
Acaricie por última vez su vientre de casi ocho meses antes de sentarme para observar tiernamente a la pareja hablar con bebé.
Mire mi celular soltando una queja al no ver ninguna notificación en este. Comencé a comer recordando como terminé viviendo en Querétaro con mi hermano.
Claro que no vivía con él, afortunadamente tenía mi propio departamento, un buen trabajo y tiempo para entrenar.
—¿Aún no sabes nada de ella?
—La última vez que hablamos fue hace una semana... Cuando me dijo que no la habían escogido para Venga La Alegría—explique mirando a mi hermano el cual asintió preocupado.
—¿Y Aris no ha dicho nada? Tenía entendido que vivían juntos.
—Solo me dice que ella está bien.
Ninguno de los dos volvió a decir nada, algo que agradecí pues no tenía ánimos de nada.
Habían sido cuatro meses raros y difíciles, a veces me sentía tan sola. Tuve competencias, di lo mejor de mi pero siempre me sentía vacía.
Deje la casa de mi hermano para emprender camino a mi hogar, rutina que hacía diario.
Nuevamente mire mi celular logrando ver el mismo mensaje que siempre me mandaba Aristeo.
"Ella esta bien, también te extraña y pronto te hablara"
Quería tomar un avión para ir a México y asegurarme de que todo esté realmente bien.
Tome una ducha rápida pues estaba decidida a llamarle a Aristeo para que me comprobará que Mati estaba bien.
Antes de poder marcarle a mi hermano mayor el timbre sonó, rápidamente corrí a abrir como siempre... Sin ver quien era.
—¿Mati?
—En vivo y en directo. Por cierto, me dijiste que estarías en Veracruz, aunque no te digo nada porque...
Me atreví a interrumpirla juntando mis labios con los de ella en un beso que me había hecho falta estos cuatro meses.
—Que buen recibimiento, ¡Auch!
—¿Por qué no me respondiste? ¡Una semana, Matilde!
—Ya te contaré, fiera—bromeó besando mi frente haciéndome sonreír bobamente.
