Capítulo 8: Noche en el muelle

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Jungkook dejó el vaso de jugo de naranja a medio terminar en la barra, luego de darle un corto trago.

La luna se había posicionado en su punto máximo en el cielo y ellos ya llevaban varias horas al aire libre bajo la alegre música. La luz de los reflectores era tenue y blanquecina, orientada hacia el tranquilo mar para que no molestara a quienes bailaban y reían a lo largo del muelle, o a los que bebían y conversaban alrededor de la barra, donde el castaño llevaba sentado toda la noche con cara de pocos amigos.

Eon Jin ya había manifestado que quería irse a dormir y los señores Kim la habían llevado a la habitación, eso hacía ya unos treinta minutos y ellos no habían regresado. Taehyung, con algunos shots de whisky en su sangre, estaba platicando animadamente con dos muchachos que Jungkook ya había visto antes, uno de ellos, de cabellos rubios, había sido un Tarzán en el evento nocturno al que habían asistido y el otro era su pareja.

Apenas y había compartido algunas palabras con el peliazul porque sus padres no se habían movido de su lado en toda la noche y eso comenzaba a resultarle tedioso. Aun así, habría podido huir de ellos y acercarse a los tres jóvenes, de no ser por lo mucho que le incomodaba socializar con gente desconocida. Ese toque genuino en Taehyung que agradaba a todos, él en definitiva no lo tenía. Necesitaba un empujoncito.

Miró su vaso de jugo y luego a la chica que estaba del otro lado de la barra, quien se había encargado de rellenar el contenido varias veces ya.

—Oye, ¿puedes ponerle algo fuerte a esto, por favor? —pidió, empujando un poco el vaso en su dirección.

—Llevo toda la noche esperando a que me lo pidas —bromeó ella, acercándose para verter un líquido transparente de una botella de vidrio grande del mismo color, y le guiñó un ojo antes de retirarse a preparar un cóctel.

—Jungkookie. —Su madre llegó a tropezones hasta su asiento, luego de casi dos horas de haber estado bailando con su esposo a pocos metros del menor, y se apoyó en sus hombros mientras recibía toda su atención—. Nosotros nos iremos a la habitación porque ya nos dio sueño. —El castaño levantó una ceja.

—Sí, claro. No os preocupéis, no me pasaré por ahí por un rato.

—Ay, no seas tontito y vamos, no te dejaré aquí solo.

—Mamá —la miró con una mueca—, soy lo suficiente grande como para quedarme aquí sin vosotros, pero demasiado pequeño como para escuchar lo que haréis en una habitación de paredes delgadas que está junto a la mía. —Ella abrió la boca, como si quisiera refutarle algo, pero volvió a cerrarla e hizo lo mismo un par de veces más bajo la ceja enarcada de su hijo.

—Nosotros no... No vamos... Huh —balbuceó, y se pasó una mano por el cabello—. Quédate cerca de Taehyung y no te emborraches.

—Puedo cuidarme solo —aseguró, lanzando una mirada de soslayo al muchacho de cabellos azules—. No te preocupes y confía en mí, estamos de vacaciones —añadió, aprovechando los efectos que dejaba en la mujer el haberse bebido un par de botellas de soju, para terminar de convencerla.

—Bien. —Mi Suk entrecerró los ojos y le dedicó una amenazante seña con sus dedos índice y corazón con la que le recordaba que le mantenía a la vista. Luego se despidió, batiendo la mano con una sonrisa enorme, y se alejó junto a un señor Jeon con la piel del rostro sonrojada—. Nos vemos, cielo.

Jungkook suspiró cuando estuvieron lo suficientemente lejos y lanzó una mirada en dirección a Taehyung, los dos muchachos que le acompañaban le estaban señalando a un grupo de chicas que no habían parado de mirar y hacer ojitos al peliazul a la distancia. Le observó reír y luego negar con la cabeza, antes de que se girara un poco en su dirección para mirarle, descubriéndole haciendo lo mismo. Así que clavó de inmediato los ojos en el vaso que tenía en frente para evitar el contacto visual y se bebió el contenido de un tirón, formando una mueca de desagrado después ante el evidente cambio en el sabor.

Dichosas vacaciones •⊰Taekook⊱•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora