49: Amistades antiguas🎮

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Muchas cosas dejan de importar en este momento, llevo alrededor de quince minutos despierto

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Muchas cosas dejan de importar en este momento, llevo alrededor de quince minutos despierto. Al principio solo detallaba cada cosa en esta habitación. Escuché alguna vez a alguien decir que nuestra habitación cuenta mucho de nosotros, alguien podría definir a la perfección nuestra personalidad solamente observando el lugar en el que pasamos más tiempo.

La habitación de Eron no posee muchos detalles, ni siquiera tiene pósteres pegados por doquier. Las sábanas sobre las que estamos son blancas y azul marino, ha dejado su closet abierto la noche anterior, por lo que puedo ver docenas de camisas de colores pastel de mangas cortas, pantalones de tela suave y en un espacio a pocos centímetros del suelo, se encuentra una balda en la que están organizados cuidadosamente sus zapatos. Eron ha cambiado, la primera vez que estuve en este lugar, todo era un desastre, no bromeo. Incluso recuerdo haber visto sus calzoncillos asomados en algún lugar. Él tiene una colección de libros interesantes, compruebo que es un amante de los clásicos y que los de romance son sus favoritos.

Él gime a mi lado, haciendo que toda mi atención se deslice hasta su rostro, esa masa de huesos, órganos y piel... Eron es un conjunto de muchas cosas, eso no es novedad, pero la cosa es que él parece haber sido diseñado con sumo tacto, incluso sus cicatrices le han sentado perfectas y aunque nadie se lo haya dicho, le da ese toque de chico misterioso. Es extraordinario, porque si yo tuviera una cicatriz, parecería un malote que se la ha hecho en una pelea, pero a él no. Las aletas de su nariz se hinchan con lentitud, vuelven a su estado normal, pero no tardan mucho en repetir la acción. El cabello luce mucho más claro con la luz matutina, está por todas partes, deslizo varios mechones para despejar su rostro y el chico se pasa la mano por la cara entresueños.

Deja caer su mano sobre la mía y en vez de sorprenderse de estar durmiendo con otra persona, me la sostiene con delicadeza, en un gesto que indica que sabe que estoy aquí y que no se ha olvidado de mí ni siquiera en sus sueños.

— ¿Dejarás de mirar ya? —dice.

Me sobresalto y un ardor peligroso sube por mis mejillas. No soy el típico chico vergonzoso, pero tampoco me va el descaro a todo pedal.

— Y-Yo...

— Estas hermoso —añade, justo en ese momento abre los ojos por primera vez en toda la mañana y me sonríe como si la vida se le fuera en ello.

Nos recostamos del espaldar de la cama, voy sin la camisa porque me la he quitado en la madrugada, ¿qué ser humano dormiría con una camisa puesta? Me acerco lo suficiente a su rostro, rozo nuestras narices y vuelvo a mi posición, Eron se acojona un poco porque quizás esperaba un beso y no este gesto tan ridículo y sentimental.

— Bésame —pide, tan bajo que creo que ni siquiera él sabe lo que ha dicho.

Lo extraño de nosotros dos es que siempre estamos alternando el atrevimiento. Eron fue el primero en besarme, pero yo dije que me gustaba primero... vivimos en una especie de limbo en el que él actúa y yo hablo, por eso no lo beso, me quedo mirándolo, él se incomoda por unos breves segundos, no tarda en desviar la mirada.

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