10: ¿Esto es real?🎮✔

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"Natación, natación

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"Natación, natación..."

Es lo último que escucho, antes de que mi mente conecte de nuevo con mi cuerpo.

Guardo el puto juguete, tengo mensajes de Daniela. Me reclama por haberla dejado sola. Es medio día y mi madre grita que vaya por la comida, me asomo desde la puerta de mi habitación, vocifero que no tengo hambre, alguno de mis hermanos lanza un chiste sobre mi apetito, lo obvio y me recuesto en la cama. Intento dormirme con todas mis fuerzas hasta que lo logro.

Despierto a las tres de la madrugada, los ojos me duelen por haber dormido todo el día. Mis hermanos reposan en sus camas, salgo por un vaso de agua y distingo a Adhala viendo televisión, específicamente observa El diario de Bridget Jones, una película sobre una rubia que mete la pata una y otra vez, pero las chicas la consideran una soñadora idealista.

Mi hermana no se da cuenta cuando paso por detrás de ella, pero me detengo al escuchar cómo se sacude la nariz con un pañuelo. ¿Está llorando? Me interrumpo, asegurándome de no asustarla, rodeo el sofá y me coloco delante suyo.

— ¡Eres como un gato, hermanito! —comenta, al verme sentándome justo a su lado, esconde su rostro en el edredón —, mamá ha dejado comida en el microondas, por si tienes hambre, dormiste como un tronco.

— Los troncos no duermen —afirmo, las personas se han dedicado a hacer comparaciones ilógicas hoy.

— Sabes perfectamente lo que quise decir, pesado —achica los ojos rojos, mientras me mira con recelo.

— ¿Me dirás porque estas llorando?

Ella me no quita ojo cuando cubro mi cuerpo con su edredón azul cielo, hace espacio para que me acurruque a su lado. Mantenemos esa estúpida tradición, nuestro padre llegaba de trabajar y nosotros corríamos tirándonos sobre el cansado hombre que reposaba en el sofá, ni siquiera lo han comprado, se lo trajeron de la casa de un pariente fallecido, después que huyó, seguimos sintiéndonos cómodos con esta rutina de amontonarnos todos sobre el viejo y mohoso objeto.

— Es un secreto.

— Yo te confieso un secreto si me dices el tuyo —intento persuadirla, sabiendo que eso es lo que hace nuestra madre con nosotros.

A veces cuando uno de sus hijos se pone triste u oculta algo, mamá nos dice que, si le decimos que pasa, nos contara una historia... fue como esa vez que le dije que tenía vergüenza porque todos en mi curso eran blancos y yo negro, me contó una historia de lo difícil que eran las cosas para las personas de color hace cincuenta años o antes de eso, me recordó lo mucho que debo valorar que mi libertad no esté condicionada a lo que dicten las personas de piel clara. Mi padre es blanco y mi madre una hermosa mulata dominicana, hemos heredado su color de piel, la alegría que caracteriza esa cultura, el amor por lo natural y las ganas de ser grandes en todo.

En fin, siempre nos convencían de contarle nuestros males con ese jueguecillo que uso ahora con Adhala.

— Solo si lo cuentas tú primero —dice, después de un rato.

— Así no lo hace mamá —me quejo, haciendo pucheros.

— Tú no eres ella.

— En eso tienes razón, pero oye... no puedes decírselo a nadie —suplico, poniendo mi meñique frente a ella, luego de que lo retuerce, tomo valor —, me gusta alguien, ese es mi secreto.

— Eso no es un secreto, no voy a contarte nada —refunfuña, revolviéndose bajo la manta.

— Es un chico, Adhi... me gusta un chico —aclaro mi garganta, evito mirar su rostro y prosigo —, soy gay.

— Ares...

— No hablemos de eso —le interrumpo de manera apresura, para no abundar en mi sexualidad —, cuéntame el tuyo, por favor. Así no me sentiré un rechazado.

— Pronto tendré que dejar de trabajar —confiesa, apagando la televisión —. Estoy embarazada, tres meses y... no sé, mamá se va a volver loca, necesitamos mi sueldo y más ahora —afirma, incomoda.

No encuentro que decir, ciertamente María Williams nos ama, pero nuestra familia subsiste con el sueldo de mis hermanos y el suyo. Adhala ha quedado preñada, ni siquiera le conocemos un novio a quien poder echarle la culpa de embarazarla.

Hablamos por minutos sobre cómo hará en pocos meses, mi hermana trabaja como camarera en un restaurante, el padre del hijo es un compañero y este pretende hacerse cargo del embarazo, también de ella, pero si se mudan juntos. Esta idea no me hace gracia, a ninguno de la familia le hará, es absurdo dejar ir a una chica con un hombre del cual no conocemos nada, aunque es mayor de edad y trabaja por su cuenta.

— Oye, mejor descansa —digo, cuando me pongo de pie —. Me voy a dormir o algo.

— ¿Ese algo es hablar con tu novio?

— Quizás —lo digo con un tono pícaro, mientras me pierdo riendo por los pasillos.

Ya quisiera yo que el buenorro de Eron fuera mi novio, pero dejó claro que es heterosexual. También demostró que no le importa que yo sea un chico homo, pero eso dicen todos, luego empiezan alejarte, salen menos a lugares contigo, hasta que un día pasan por tu lado y ni siquiera te dirigen la palabra, como lo hace Abdel. Me coloco el juego con la esperanza de encontrar a Eron, comprobar si es verdad que quiere seguir siendo mi amigo después de lo que le he dicho. Entro, los usuarios al parecer han desaparecido, quedan dos o tres dispersados hablando de sus cosas. Troto hasta el centro de natación, sabiendo que nadie quiere nadar de madrugada, aunque no se sienta el frio.

El lugar está desierto como lo imaginé, es estúpido por mi parte pensar que ese chico me iba a esperar hasta estas horas. Me siento justo en el lugar donde lo vi por primera vez, en el borde de la piscina. Me molesto por mi terquedad, mi indecisión o por pasar el día entero dormido, me molesto por cualquier cosa, por el silencio, por cómo se mueve el agua de la piscina, espérate, ¡se mueve el agua!

Eron sale justo a la superficie cuando inclino la cabeza para ver que hay debajo, en ese mismo momento nuestros labios se chocan. Por segunda vez en el tiempo que llevo jugando este juego, maldigo por no poder percibir aromas ni sensaciones, aun así, muevo los labios, sumerjo mi mano en su cabellera, él afinca los codos en el borde de la piscina, justo a los lados de mi cuerpo.

Abro los ojos para observarlo, me sorprende que los haya cerrado. Vuelvo a perder la visión por voluntad propia, imaginando como debe sentirse besarlo en la vida real, Eron rompe el beso, sonríe con picardía, mientras se vuelve a meter en la piscina.

— Eron, ¿Esto es real? —mi voz tiembla cuando me sumerjo, para ir detrás suyo.

— Quería demostrarte que no me importa lo que seas —sugiere, aleteando, me siento orgulloso de que haya mejorado —. No soy gay, pero te besé para demostrarte que no soy un homofóbico ni nada de eso y pedirte, por favor, no me abandones...

— Vale, quiero intentar ser tu amigo —afirmo, pasando por delante suyo —, pero tendrás que contarme cosas tuyas.

— Lo intentaremos.

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