Ocho.

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Salí de la ducha ya cambiada. Pues no quería arriesgarme a que Hayes entrara. Vamos, Hayes siempre entra en las habitaciones, incluso sin saber de quién es, o si hay alguien dentro.

Dato curioso de mi hermano: No respeta la privacidad.

No importa quién seas, él jamás te va a respetar. En cambio Connor, es mucho más amable. Aunque, por supuesto, si los juntas a los dos y les pides hacer una broma contigo... Probablemente tu casa quede sin puerta.

-¡Amy! -gritó Connor golpeando mi puerta.

¿Ven a lo que me refiero?

Abrí la puerta, para encontrarme a un Connor asustado, a un Hayes shockeado, y a un Nash desmayado.

-¿Lo mataron? -pregunté mientras arrastraba el cuerpo a mi habitación.

-No lo sabemos. -dijo Hayes.

-¿Qué demonios le hicieron, idiotas? -pregunté mientras lanzaba al cuerpo de mi gemelo sobre mi cama.- ¿Acaso le dieron drogas? ¿Lo golpearon con la sartén de Dylan Summers? Dios, ésa sartén...

-¿De qué hablas? -preguntó Connor.- ¿Quién demonios es Dylan Summers?

Lo miré fijamente.

Como diría Calum: Cabra básica.

-Nada. -suspiré, y volví a mirar a mi hermano.- Ya, en serio, ¿Qué le hicieron a Nash?

Hayes se sentó en la silla giratoria de mi escritorio y suspiró.

-Dijo que Lily Collins es de él. -negó con la cabeza furioso, y se puso de pie mirándome con los ojos abiertos.- ¡¿PUEDES CREÉRLO?! ¡LILY COLLINS ES MÍA! ¡¿EN QUÉ DEMONIOS PENSABA ÉSTE IDIOTA EN CUANTO DIJO ÉSO?!

-Dios, Hayes. -dijo Connor golpeándolo, mientras lo hacía sentar de nuevo- Tranquilízate, hermano. Ella ni siquiera sabe que existes.

-Típica frase de personas sin crush. -dije yo rodando los ojos. Me senté en la cama junto a Nash y tomé su cabeza entre mis manos- Ya, ¿alguien me puede responder? ¡¿Qué demonios le hicieron a Nash?!

Connor y Hayes suspiraron a la vez.

-Lo golpee con la tablet. -dijo Hayes.

-¡¿Qué?! -exclamé, mientras soltaba de golpe la cabeza de Nash, provocando que ésta quedara colgando de la cama.- ¡¿La misma tablet que yo con tanto esfuerzo te regalé para Navidad?!

-¡¿Cómo que me la regalaste tú?! -exclamó Hayes poniéndose de pie otra vez- ¡¿Santa no existe?!

Connor se golpeó la cara con su mano y suspiró, mientras se dejaba caer, para sentarse en el suelo.

-Eres igual a Nash... -suspiré, mientras veía caer el cuerpo del recién nombrado al suelo.- ¿Deberíamos llamar a Lina? Estoy segura de que ella sabe cómo esconder un cuerpo, aunque tal vez Dylan aprenda un poco, ya saben, -miré a mis hermanos- con su sartén... -ambos me miraron frunciendo el ceño y negaron con la cabeza- Bien, bien. Sólo un libro, lo entiendo. -rodé los ojos.

-¿Cómo escondemos el cuerpo? -preguntó Hayes.

Connor lo miró con el ceño fruncido.

-¡Ni siquiera sabemos si está muerto o no! -se cruzó de brazos, mientras que Hayes se encogía de hombros.

-Pues, si lo está, lo escondemos y ya, y si no lo está... Lo escondemos igual.

Rodé los ojos, y volví a poner el cuerpo de mi hermano sobre la cama.

-Connor. -me miró- Saca la maleta gigante del sótano por favor, y Hayes. -él también me miró- tú ayúdalo. Yo voy a asegurarme de tener la camioneta lista.

Los tres salimos de la habitación, y yo me dirigí hacia la cocina, en dónde había dejado las llaves.

-...¿De verdad? ¡Pues, muchísimas gracias, Gina! -exclamó mi madre contenta saliendo de la cocina.

-¿Con quién hablas y por qué estás de tan buen humor? -pregunté con cara de horror.

Mi madre me ignoró olímpicamnte, y siguió de largo. Me encogí de hombros, y entré en la cocina.

-¡Amy! -exclamó mi padre con una expresión de felicidad en el rostro.

-Uy, ¿tú también? -rodé los ojos y él frunció el ceño, pero rápidamente cambió su expresión por una de felicidad.- ¿Qué? -lo miré extrañada.

-¡Conseguimos una niñera! -gritó contento.

Oh. Por. Dios.

MIERDA.

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