Once

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Amy!! -gritó Skylynn con su chillona voz en mi oído.- ¡Mamá dijo que la nueva niñera vendrá por la tarde!

-¡¿Qué?! -me levanté de la cama exaltada.- ¡¡Pero ni siquiera hemos tenido tiempo de instalar las bromas!!

-¡¡AMANDA!! -gritaron desde abajo.

Skylynn me miró asustada. Esa era la voz de Nash.

Sky y yo salimos de mi cuarto y bajamos corriendo las escaleras.

-¡Nash! -exclamé cuando llegué a su lado.- ¡¿Qué sucede?!

Hayes y Connor, quienes también se encontraba ahí, negaron con la cabeza e hicieron una mueca.

-¿Qué sucede? -pregunté, ya un poco más calmada.

-Hayes y Connor acaban de decirme que la niñera llegará por la tarde.

-¡Lo sé! Me lo acaba de decir Skylynn.

-Entonces debemos comenzar. -dijo Hayes- Debemos poner todas las bromas que podamos ahora mismo.

Asentí repetidas veces.

-Pero, creo que deberíamos cambiarnos. -dije apuntando nuestras pijamas.

-Sí, de acuerdo.

* * * *

-¡AAHH! -grité, a la vez que caía por las escaleras.

-¡Amy! -exclamó Connor, mientras corría hacia mí.- ¿Estás bien? -preguntó preocupado.

Rodé los ojos y sobé mi brazo.

-Por supuesto que sí, sólo me lancé por las escaleras por diversión.

-Pues, tu manera de divertirte es algo rara... -dijo haciendo una mueca.

Volví a rodar los ojos, y me puse de pie -sin ayuda de nadie-.

-Estaba intentando colocar la pintura verde en esa línea del techo. -la apunté- Va desde el fondo del pasillo de arriba hasta el final de las escaleras, y planeaba colocar allí -apunté el fondo del pasillo del segundo piso- el bote de pintura, y taparlo con la parte baja del techo que da hacia el ático. ¿Qué dices?

-Me parece bastante ingenioso, Amy. Es una gran idea. -sonrió y me guiñó el ojo de manera extraña.

Lo miré fijamente por un par de segundos.

-¿Estás practicando cómo coquetear? Porque espero que no sea así, de verdad.

Connor suspiró.

-¿Tan mal lo hago?

-No es que seas malo coqueteando, Connor. Pero cuando guiñas el ojo pareciera que se te ha metido un vidrio en el mismo. -dije dulcemente.

Connor rodó los ojos.

-No importa. -suspiró- Oye, Amy, si la pintura la querías poner al final del pasillo, ¿por qué lo estás haciendo en las escaleras?

Miré los ojos azules de Connor por un rato y luego bufé.

-No lo sé.

-Porque eres estúpida, tal vez. -dijo Hayes pasando por detrás de mí.

Me di media vuelta, y cuando estaba a punto de encararlo, mi ceño se frunció aún más -si es que eso era posible-.

-¿Qué demonios estás haciendo con un carrito de supermercado? -pregunté acercándome a él.

-Sí, ¿Y por qué lo cubres con una manta? -preguntó Connor acercándose a mi lado.

-¿Y por qué huele tan mal? -preguntaron desde abajo. Los tres bajamos la vista, y vimos a Skylynn tapándose la nariz.

-Porque... -Hayes hiso una pausa y destapó el carrito.- ¡Tarán!

-¡Oh, mierda! -exclamé cubriendo mi nariz.

-¡Literalmente! -exclamó Connor haciendo lo mismo.

Síp. El carrito estaba lleno de mierda. De perro.

O al menos, eso espero.

-¿Qué caracoles planeas hacer con tanta mierda? -pregunté refregando mis ojos -los cuales habían comenzado a arder-

-Ponerla en la habitación de la niñera. -sonrió orgulloso- Ahora, ¿quién me ayuda a subir éste carrito lleno de mierda por las escaleras?

Connor alzó una mano.

-Pero vuelve a cubrirlo, por favor.

-Sí, ese olor es insoportable. -exclamó Skylynn rodando los ojos.

-Sky, -dije- ¿A dónde está Nash?

Skylynn se encogió de hombros y luego desapareció por la puerta de la cocina.

-Estúpida pubertad. -susurré viendo el suelo. Quedándome por unos minutos allí parada.

-¡Un poco más de fuerza Connor! -exclamó Hayes.

Miré a los gemelos, y vi que ya iban con el carrito casi por la mitad de las escaleras.

-¡Mi fuerza es mental! ¡La tuya es física!

-¡Pues deberías hacer más ejercicio! -Hayes dejó de tirar el carrito en el momento en el que Connor hiso fuerza y lo empujó.

El frente del carrito golpeó el estómago de Hayes, haciendo que él se inclinara hacia adelante, y cayera dentro del carro.

Llenándose de mierda.

-Oh, carajo. -dije yo corriendo hacia ellos.

Connor y yo empujamos al carrito -y a Hayes- hasta el pasillo del segundo piso, y luego sacamos a nuestro hermano.

-¿Estás bien? -pregunté frunciendo el ceño.

Hayes hizo puchero.

-Tengo olor a mierda. -lloriqueó.

-Siempre lo tienes. -dijo Connor encogiéndose de hombros.

Rodé los ojos, y suspiré.

-Sólo ve a darte una ducha. -apunté el cuarto de baño.

Hayes asintió y se dirigió allí.

-Connor, por favor, coloca el bote de pintura donde te dije, yo veré qué hago con ésta mierda.

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