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Los días se transformaban en semanas. El tiempo se volvió frío y la primera semana de diciembre vio la primera nevada. Me perdí en la escuela, el trabajo y Yugyeom. Reunirnos en Java Hut por la mañana se convirtió en hábito. Fiel a su palabra, él me estaba cortejando. Por primera vez en mi vida tuve un novio.

Cenas afuera. Unas cuantas películas. Citas de estudio en la biblioteca. Era un perfecto caballero. Cada vez que el pensamiento de que tal vez era un poco aburrido cruzaba por mi mente —o que éramos— mi mente volvía a Jimin. No debería comparar, pero siempre me encontraba haciéndolo. Eran diferentes. Jimin era pasión. Jimin corría riesgos. ¿Jimin y yo? Bueno, eso no sucedería.

Además. Él ya no se acercaba a mí. Había continuado con su vida, igual que yo. Me sentía un poco mareado y especialmente amargado cuando pensaba en él retomando su vida, viendo a alguien más, me dije a mí mismo que se me pasaría. Con el tiempo.

Jin vio a Jimin en el bar—recordándome innecesariamente que se veía muy guapo. Bueno, para citarlo: condenadamente bueno. Él lo había reconocido. Tal vez hablaron. No sé. Cambié de tema. Tenía miedo de preguntar. Miedo de saber que le dijo Jin. Tan franco como era, estaba seguro de que no me gustaría.

Mis zapatos resonaban en la acera mientras corría hacia Hut. Llegaba un poco tarde para el encuentro con Yugyeom. El pavimento claramente estaba libre de nieve, pero había una delgada capa que revestía los arbustos y el césped, como polvo fino.

Acurruqué mi barbilla en lo más profundo de mi bufanda favorita. Fue un regalo de Taehyung la navidad pasada, y más de lo que yo hubiese gastado en mí mismo. Girando la esquina, vi a Yugyeom esperando afuera. Se veía bien en su abrigo oscuro, con una bufanda de lana de color ceniza envuelta sin esfuerzo a su alrededor. Era uno de esos tipos que se veían bien en un pañuelo. Un par de chicas que pasaban por la acera le enviaron una larga mirada. Él no se dio cuenta. Su atención estaba fija en mí mientras me acercaba.

—Hola —lo saludé, y mi aliento apareció ligeramente delante de mí.

—Hola allí. —Se inclinó y besó mi mejilla.

—No tenías que esperar afuera. Hace frío.

Abrió la puerta para mí y me dirigí hacia el interior cálido y acogedor, inhalando inmediatamente el aroma de los granos de café y los pasteles recién horneados. Sonaba música navideña suavemente y varias coronas navideñas y guirnaldas verdes colgaban alrededor del lugar.

Quitándome los guantes, me puse en la fila.

—Déjame adivinar. ¿El habitual café con leche y bollo inglés? —preguntó a mi lado.

—¿Soy así de predecible? —Sonriendo, entrecerré los ojos con falsa molestia—. Eso no es algo tan bueno, creo. Solo hemos estado saliendo por un tiempo.

—Pero nos conocemos desde siempre —me recordó.

—Supongo. Pero deberia ser más misterioso.

Su mirada me escaneó. —Oh, tú eres muy misterioso, Jungkook—. La forma en que sus ojos se detuvieron en mi boca mató el momento alegre. Yo sabía lo que estaba pensando. No era difícil leer su mente cuando me miraba así.

Desde el regreso de casa —desde Jimin— el alcance de nuestro tiempo juntos había sido solo besarnos. Nada más. La otra noche en su casa, él había deslizado una mano debajo de mi suéter. ¿Mi reacción? Salir disparado de su sillón e inventar alguna excusa para regresar a casa. No fue difícil averiguar la pregunta en su mente. ¿Por qué era tan frígido?

Se sentía demasiado pronto. Demasiado rápido.

Tomaste las cosas de forma rápida con Jimin. Sacudiendo el pequeño susurro molesto, miré hacia adelante, deseando que la línea avanzase. Ahí es cuando noté al chico que se alejaba de la cajera y se movió a un lado para esperar por su bebida en la barra. Era difícil de pasar por alto, era muy guapo. Todavía lo admiraba cuando Jimin se unió a él.

𝐅𝐨𝐫𝐞𝐩𝐥𝐚𝐲 | 𝐉𝐢𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora