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—Espera. ¿Dijo que puso a su padre en una silla de ruedas? —demandó Yoongi sobre un montón de panqueques en nuestra tienda favorita de waffles a unas cuadras del campus. Su tenedor cortó un trozo de salchicha y luego lo arremolinó con el jarabe. Tiró de la reluciente carne de su tenedor con un chasquido de dientes y masticó, mirándome como si se concentrara en algo complicado.

Jin se encogió de hombros y bebió de su café, ajustando cuidadosamente sus lentes e inclinando la cabeza hacia la ventana de su derecha. Apenas tocó el tazón de avena que había frente a él, el cual lo obligué a ordenar, insistiendo en que se sentiría mejor con algo de comida en el estómago. —¿Cómo puedes comer todo eso?

—Puedo comer así porque corro cinco días a la semana y no me emborracho —respondió Yoongi, cortando un trozo en forma de triángulo de su monte de panqueques con el tamaño perfecto de un bocado—. Ahora. De regreso al camarero. ¿Le preguntaste a qué se refería con eso?

Jugueteé con mis papitas fritas, tentándolas. —No. Tenía prisa por irse después de esa aceptación. Para ser honesto, también tenía prisa porque se fuera.

—No bromees. —Jin suspiró—. Los ardientes siempre son unos sociópatas.

—¿En serio? —Lo miré a través de la cabina—. ¿Siempre? —Miré a Yoongi en busca de ayuda—. ¿Siempre?

Jin gimió, tocándose la frente. —Eres demasiado ruidoso. Si no son sociópatas, al menos están dañados.

—Ahora dímelo. Si ese es el caso, ¿entonces por qué tenías tanta prisa por engancharme con el chico más ardiente que pudieras encontrar?

—¿Querías que te enganchara con alguien doméstico que no tuviera habilidades en la cama? Pensé que el punto era darte algo de experiencia.

—Ignóralo. Está de malas porque tiene resaca. Yugyeom es guapo y no está dañado.

Jin murmuró algo en su taza de café que sonó sospechosamente como—: ¿Estás seguro de eso?

Yoongi le disparó una mirada. —Divertido.

—Solo digo que nunca sabes qué hay realmente dentro de alguien.

—Bueno, ese es un pensamiento alegre. —Yoongi agitó la cabeza y se estiró para coger su jugo—. Escucha, dudo que lo dijera en serio. Tal vez su padre se lastimó en el trabajo, trabajando largas horas para mantener a la familia, y Jimin se culpa. Ya sabes, algo como eso. El chico obviamente no lastimó a su propio padre o estaría en la cárcel. Y si fuera así de malo, ¿por qué se sentiría obligado a llevar el negocio de su padre?

—Tal vez quería el negocio para él solo —ofreció Jin.

—Dios, estás lleno de optimismo hoy —espetó Yoongi.

—Lo siento, solo no quiero que Jungkook salga herido, y está comenzando a sonar como alguien capaz de hacer eso.

Yoongi tomó un sorbo de su jugo y pareció considerarlo. Igual que yo. Lo hicimos dos veces, y cada vez vino a mí sin expectativas para él mismo. Pudo haberme herido muchas veces.

Yoongi mojó más salchicha en su sirope. —Solo creo que necesitas averiguar a qué se refería.

—Sí —murmuré. A la luz del día, mi instinto de conservación había disminuido. Ahora me embargaba la curiosidad. ¿Qué le pasó realmente al padre de Jimin? Un chico que se detenía para ayudar a una persona varada a un lado de la carretera no era el tipo que pondría a alguien en una silla de ruedas. Especialmente a su padre—. Quiero saber.

Jin murmuró algo en su taza de nuevo.

—¿Qué? —demandé.

Levantó sus ojos hacia mí sobre por encima del borde. —Ya sabes lo que dicen. La curiosidad mató al gato.

𝐅𝐨𝐫𝐞𝐩𝐥𝐚𝐲 | 𝐉𝐢𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora