Capítulo 2 -Pruebas

1.3K 96 52
                                    






La clase termina y con ella, la poca paciencia que me quedaba.

Me levanto de la silla de un solo golpe, cojo la mano de Erina y me la llevo lejos de todo el bullicio de mi salón. Los corredores empiezan a infestarse de estudiantes, pero no me detengo a pensar a quién golpeo con mi marcha, simplemente estoy buscando un lugar.

Veo el baño de hombres y hago que Erina se adelante a entrar primero. Sé que hay molestia pintando mi rostro y ni siquiera me importa negarlo. Antes de decirle cualquier cosa, reviso dentro de los baños que no haya alguna especie de fisgón y cierro la puerta principal con seguro.

—Estás colmándome la paciencia— digo, mi voz es tan áspera, pero no logro ver una señal de nerviosismo o descontento en Erina. —¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué es lo que realmente deseas?

—Creí que había sido clara...— sisea, con ese matiz de diversión que me enferma. Sus ojos se clavan en la parte baja de mi pantalón y, de pronto, me siento expuesto ante su escrutinio. Menea la cabeza y dice: —Te dije que yo no miento. Soy un demonio, pero no tengo la necesidad de mentir. Vine por ti.

—¿Por qué?— pregunto, exasperado.

Soy plenamente consciente de la presión que ejercen sus manos sobre mi pecho cuando se acerca, tira de mí y me hace retroceder unos pasos hasta que mi espalda toca el lavado. Veo la diversión en su rostro y el aroma de su piel me embriaga mientras me obliga a mirarla.

Es dulce...Quiero probarla...como la última vez...

¡Joder! ¡No! ¡Concéntrate, idiota!

—Si sigues negándome las cosas van a volverse difíciles— ella sonríe, y se aparta como un acto de consideración hacia mis pobres nervios —Puedo responder a tus preguntas. No mentiré, pero no depende de mí, tendrás que creerme cuando te responda. Deja de ser el incrédulo hombre que piensa con los ojos.

Hay algo sincero y tranquilo en sus palabras que me devuelven la calma. No hay nada en sus facciones que deba hacerme dudar. Pero no puedo simplemente tragarme las cosas que me dicen, en especial cuando suenan inverosímil.

—Entonces...— digo, con un hilo de voz y mi mirada la confronta —¿De verdad eres un demonio?

—Súcubo— afirma —Una especie de demonio de clase baja. Mi misión es darle pasión a la vida de los hombres. Ya sabes, lujuria. Esos sueños húmedos, fantasías y todo ese mundo retorcido a través del sexo, soy en parte responsable de eso.

Lo último lo dice en un tono tan divertido que por un momento casi me contagia con su sonrisa.

— ¿De verdad?— siseo, incrédulo —¿Por eso las extrañas miradas de los chicos sobre ti y esas atenciones que siempre parecen de doble sentido? Incluso vi a mi padre actuar como perro en celo ¿Eso fue parte de tus "poderes"?

—No es algo que pueda controlar— me desvía la mirada y hace un tierno puchero —Cualquier persona que se encuentre cerca de mí sentirá las ganas de follar. Es un hecho, es mi maldición, o bendición. Hasta ahora nadie se ha quejado de ello.

—Eres un demonio de sexo ¿Eso es una bendición?

—Claro, ¿Acaso crees que el 69 es un invento divino? El Creador no habría aceptado que sus criaturas se revuelquen como animales— echa una risa al momento que me mira divertida.

Me arrebata una sonrisa con el comentario e intento disipar la sola idea de creer que es verdad —Pero, ¿Qué tienes que ver tú conmigo?

Siento que el brillo de su mirada adquiere un tono de seriedad, se cruza de brazos y me mira solo por una fracción de segundos —Yo...— traga duro intentando buscar las palabras adecuadas —Jamás abandoné el infierno. He estado tanto tiempo ahí que no miraba la necesidad de salir y de corromper a los hombres...Pero, de un momento a otro, algo me gritaba que tenía que salir a la superficie. Le pedí permiso al Jefe para salir, le dije que iría a dar un paseo, y como soy su favorita... ¡Desde luego que dijo sí!— veo un atisbo de felicidad en sus palabras, como si estuviera orgullosa de lo que ha dicho —Y hace solo dos semanas...te encontré...

SúcuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora