Lo Prohibido

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ADVERTENCIA: CONTENIDO MATURE +18

Por siempre suyo, un pequeño Kaos. 




Pov de Soma

Tal vez ambos nos hemos vuelto locos, o quizá solo yo.

En mi vida había experimentado el deseo de probar, consumir y devorar a una mujer, pasar de preliminares a los hoyos en cuestión de segundos. Con Erina, con ese demonio, hay algo que va más allá del sentimiento de probar. Conozco perfectamente la diferencia entre hacer el amor y el sexo, siendo el segundo la única cosa por la cual vería a una chica.

Hoy, ni siquiera me reconozco. Algo dentro de mí baila ansioso y desesperado. Pero la verdad no me importa, pues, la respuesta a mis problemas, viene del sabor de unos húmedos labios...

Los labios de mi hermoso demonio.

—Soma...

—Shhht— contesto rozando mis labios con los suyos, apenas tocándola —Está noche, Erina...— mi mano se enreda en las finas hebras de sus dorados cabellos. Sus ojos, perdidos en los míos, tienen la confusión pintada y la excitación como única motivación. Quizá, ella pueda leer el mismo problema en mis ojos —Enséñame...— ella gime ante el tacto de mis dedos sobre sus labios, mientras su aliento golpea mis mejillas —¿Qué es lo que puedes hacer con mi cuerpo?

—Mmmph— dice ella apoyando su frente con la mía. Una de mis manos se coló por debajo de su camisa, buscando tantear su piel de porcelana. Más allá de lo permitido, mis dedos comenzaron a aventurarse en su paraíso —Soma...esto no...— pero sigue resistiéndose —No debe suceder.

—¿Qué?— pregunto sin mostrarme perturbado, dejando que mi mano se hunda por completo en sus bragas. Ella me busca respirando entrecortada, con sus manos en mi pecho, su aliento mezclándose con el mío —¿No me vas a enseñar...?

Mis ojos caen en sus gigantes pupilas, perdidas y ansiosas. Se muerde el labio desesperada, marcando la brecha entre lo que debe y no. Mis labios juegan a besarla y me retiro cuando la siento ceder, eso le vuelve impaciente.

—No lo has hecho con ningún humano ¿Cierto?— pregunto al nada más estampar mis labios contra su mejilla, dejando que mi aliento se impregne en su piel lechosa —Dime...— digo a su oído, la escucho temblar contra mí y su respiración irregular me da en el cuello —¿No te encanta la idea de que te haga mía? ¿De moverme dentro de ti? ¿Llenar cada rincón vacío?

—Yo...

Ella retrocedió un paso, mismo que yo avancé, hasta que ambos dimos contra la pared de mi habitación. Ella estaba a mi merced, su cuerpo contra mí, la pared sin dejarle una salida. Yo no podía soportarlo más.

—Estás empapada— mi mano sigue dentro de sus bragas, su humedad atraviesa y lubrica mis dedos que, sin remordimiento alguno, dan alabanzas en su parte más erógena —Me deseas...— en serio que no me reconozco. Mi mano sigue torturándola, hasta que acallo cualquier queja que ella pudiera darme hasta hundir mis dedos en su paraíso.

—Mierda...— murmuró Erina en voz baja al sentirme invadiéndola.

—Bésame— ordené.

Y, con eso, su saliva se hizo con la mía. Labios contra labios. Sus finos labios le dieron todo el espacio a mi lengua, dejando que explorase cada rincón, haciendo que me perdiera en el éxtasis de conocer el sabor, para guardarlo para mí, para consumirlo hasta el cansancio.

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⏰ Última actualización: May 27, 2021 ⏰

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