9. Orden.

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“Su voz se oye sin cesar, sin titubear y sin ser contrariada”

Ω

Simón sonríe alegre y dispuesto. No tarda en llegar a ella. Por su parte Ámbar desearía estar en Narnia si eso evitaba seguir cruzando su camino con él.

— Hola. Gusto en verte.

Declara simple.

— Nos vemos todos lo días, Simón.

La simpatía no adorna su voz, solo el claro fastidio.

— Hace unas horas exactamente.

— Hmj...

— Y... ¿Podría saber que haces por acá?

Decide indagar tímido al no ver interés de una conversación por parte de la rubia.

— Exámenes de rutina. — Responde serena, pero al ver la expresión de más del chico decide devolver la pregunta por mera educación. — ¿Y vos?

El chico alza su mano donde había una venda en su muñeca.

— Me empezó a doler mucho, pero al parecer es sólo una inflamación.

— Ya veo.

No, ni siquiera aportó el conocido “espero te recuperes pronto”

— Bueno, Simón, debo irme. Te veo en el... Roller, Supongo.

No le hacía ilusión verlo.

— ¿Eh? Si, si. Lo siento, debes estar con tus cosas y yo aquí distrayéndote.

Forzó una sonrisa y se dio la vuelta, sin dar un paso sintió una mano aferrándose a su hombro. Lentamente miró a su interceptor sabiendo que se trataba del chico, alzó una ceja inquisidora.

— Lo-lo siento. — Tartamudea.

Frunce su boca sin entender al chico. El suelta su hombro al determinar su mirada de pocos amigos.

— Sólo te quería decir que, si alguna vez, sucede algo así como lo de hoy o tienes algún miedo con respecto a Matteo o cualquier tipo, puedes contar conmigo. — Sus ojos esperanzados y sinceros hacían eco en su corazón. —  Y también lo siento por episodio con él.

Inseguro termina su decretó, o su pedido. Sí, se veía pidiendo atención.

Al igual que aquella noche.

Ella entra a la casa por Matteo. Pasa por al lado de Nicolás que se fumaba un cigarrillo mientras hablaba por teléfono, sigue con Gastón y Nina tonteando, llega al centro donde Matteo le dice que la espere un momento al ser llamado por Pedro.

No sabe que la llevo a salir de la tranquilidad de la piscina para ver a todos estos chicos sudados y algunos borrachos. El italiano no volvía y ella se impacientaba, no encontraba a jazmín y Delfina parecía muy entretenida jugando a las cartas junto con Nico que había vuelto. Lo restantes bailaban.

El Resbalón De La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora