5. Blanco y negro

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- Buenas tardes, Eduardo. Soy Leira. ¿Cómo estás? Te escribo para fijar una cita y hablar de las clases con Sergio. Esta semana tengo las tardes libres a partir de las cinco de la tarde. ¿Cuándo estás disponible?

Pulsé la tecla de enviar sin pensarlo. No quería parecer ansiosa, por lo que dejé a su elección el día del encuentro. Dejé el móvil en el sofá y miré al techo tomando aire. En un par de minutos Eduardo respondió. Me dio la sensación por su pronta respuesta de que me estuviera esperando.

- Hola, Leira. Encantado de volver a saludarte. Diana y yo hemos pensado en que estaría bien que empezaras las clases lo más pronto posible. Sergio necesita disciplina y un horario para habituarse en el estudio regular. – Hubo una pausa de unos segundos mientras en mi pantalla indicaba que seguía escribiendo - ¿Quieres que nos veamos mañana? Puedo recogerte en el hospital, tomamos algo cerca de allí. Me pilla de paso al salir de la oficina.

Su sobriedad al escribir, pero al mismo tiempo el interés que mostraba por vernos en las próximas horas, me despertó un cosquilleo en el estómago. Fantaseé con subirme a su coche y aprovechar la intimidad que nos darían los cristales tintados, pero la sensatez me despertó. Realmente no le conocía más que de unos segundos, todo lo demás había sido creado por la imaginación de mi deseo, así que respondí amablemente que, ya que llevaba mi propio coche al hospital, no era necesario que me recogiera. Acudiría por mí misma al lugar que eligiese.

- Mañana es perfecto, pero no es necesario que me recojas, voy en coche al hospital, así que después de vernos me iría directamente a casa. Dime sitio y allí estaré.

- ¿17:30 en la Primitiva?

- ¿La cafetería del Bercial?

- Esa misma. Creo que te gustará el sitio.

- La conozco. Está muy bien. Adoro sus palmeras de chocolate fundido. Si tenemos sitio sería una buena opción, creo que solo pueden tener la mitad de sus mesas disponibles para el público. ¡Hasta mañana entonces!

- Buenas noches, Leira. Por cierto... preciosa foto de perfil. Hasta mañana.

Mi corazón bailaba dentro del pecho, sabía que repararía en la foto. El blanco y negro es infalible en elegancia, dulzura y sensualidad al mismo tiempo. Siempre que quiero mejorar una imagen le quito el color. Es curioso como cobra más fuerza una foto cuanto menos color tiene, deja más lugar a la imaginación, y en el caso de la que había elegido como 'cebo', había mucho que imaginar acerca de lo que escondía la realidad debajo del corte inferior de la imagen.

Espero que Eduardo haya imaginado mi cuerpo desnudo, mis pechos tersos por el escalofrío que me produce pensarle, mi piel blanca y tierna, que espera ser devorada. Quiero que haya fantaseado, ampliado la imagen en búsqueda de lo invisible. Quiero que haya deseado besarme y acariciar cada poro de mi cuerpo, apoderarse de mí, hacerme suya. El blanco y negro evoca esa magia de revelar lo que oculta: misterio. Menos es más.

Me había quedado con tantas ganas de seguir hablando con él... Estaba escribiendo de nuevo, quería decirle que volviera a ponerse el perfume de aquella mañana, pero Soraya iba a llegar a casa en segundos. Lo supe porque Hércules dio un salto, pasando por encima de mí, para dirigirse a la puerta de la entrada y esperar a su madre. Ella entró con unas bolsas en la mano que desprendían un aroma muy reconocible: tortilla de patatas y... ¿croquetas de trufa, quizá?

- ¿Cómo está el bebé de la mamá? – Dijo Sora, dejando las bolsas en el suelo y acariciando a Hércules. - ¡Lei! Como tardabas fui a despejarme y comprar algo de cenar, ¿sabes? Ha sido un día muy terapéutico.

- Pues si te cuento el mío... Grrrr – Gruñí como una leona y puse un gesto pícaro y sugerente. Sora se dio cuenta de por dónde iban los tiros -.

- ¡No jodas, Leira! ¡Cuenta!

- Ja, ja, ja. No se te escapa una, ¿eh? No es nada... todavía. Ya sabes que doy rienda suelta a la imaginación, pero, he conocido a un hombre muy interesante...

Puse al día a Soraya sobre Eduardo, Isabel, las clases particulares de Filosofía, la ¿cita? de mañana, de que estaba casado y de Loewe 7. A Sora le encanta confabular y ver cosas donde no las hay. Pero parecía que en esta ocasión ambas teníamos ganas de ser las guionistas de una película de la que yo era protagonista.

- Bueno, Leira, que esté casado no quiere decir que esté 'felizmente' casado. En cualquier caso, ese no es tu problema.

- Lo sé. Bueno, a ver cómo van las cosas mañana. No te puedo negar que estoy algo nerviosa. Me muero por volver a olerle... ¡Y por que me arranque la ropa!

- ¡Qué bruta eres! A ver si te vas a abalanzar a su cuello.

- Solo si me lo pide. ¿Y tú qué? Perdona por haber tardado en llegar a casa y no avisarte. Te debo una tarde juntas de paseo y puesta de sol incluida con donughts veganos.

- Te tomo la palabra, amiga. Pues, te cuento... A pesar de no tener turno en el 'santu' me llamaron porque habían encontrado en el terreno colindante a nuestro terreno a una becerrita recién nacida. Todavía estaba envuelta en líquido amniótico. Fui corriendo en cuanto recibí el aviso y al llegar ya la habían limpiado y le estaban dando biberón. Le hemos llamado Hope.

- ¿Y de su mamá no sabéis nada?

- Nada. Seguramente pertenecía a algún ganadero. Ya sabes que a causa de la Covid muchos ganaderos no han podido vender la carne de sus animales y no les sale rentable mantenerlos si no van a sacar beneficio de ellos. Estoy segura de que Hope ha sido abandonada por el dueño del rebaño. Era mercancía en stock a la que no iban a sacar rentabilidad. Cuando la recogieron no tenía ni dos horas de vida. Ha tenido mucha suerte.

- Cada día pierdo más la fe en el ser humano. Menos mal que todavía quedamos algunos que resistimos. Mañana cogeré del hospital material en desuso para llevároslo. Tenemos también muchos antibióticos que están caducados y no se pueden suministrar a los pacientes. Os los llevaré también. Tengo muchas ganas de despejarme y pasar un día con vosotros y con los peluditos, plumíferos y lanudos.

- Jo, Lei, muchísimas gracias. Sabes que siempre eres bienvenida. Y precisamente ahora toda la ayuda que recibamos es buena. Se están abandonando muchos animales desde la llegada de la pandemia. La gente piensa que los animales van a contraer el virus y a poner en riesgo su salud. ¡Qué atrevida es la ignorancia!

- Y tanto... Bueno, vamos a cenar y a brindar por Hope. Esa bebé es realmente afortunada.

COMO LA VIDA MISMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora