Cerré los ojos y procuré mantener la mente lo más tranquila que el cosquilleo que comenzaba a sentir entre mis piernas me permitió. Estaba muy excitada, quizá fuera su olor, que de forma irremediable asociaba a sexo, y también él mismo, ¿por qué negarlo? Ese hombre había despertado en mí el deseo de ser poseída.
Me di cuenta de que no quería dejar de pensar en ello, y que la erótica del poder que Eduardo desprendía era tan fuerte como mis ganas de un encuentro con él. Sin palabras, sin ropa. Su presencia había emanado deseo y, pensé, estaría dispuesta a ponerme de rodillas ante él, y enseñarle quién manda realmente en el juego de la piel. Le quería en mi boca. Y detrás de mí. Agarrando fuertemente mis caderas con sus grandes manos.
Comencé a humedecerme cuando un coche que estaba esperando ocupar la plaza que iba a dejar libre tocó el claxon para comprobar si, efectivamente, iba a irme. Levanté la mano en señal de disculpa y conduje hasta a casa en absoluto silencio con música de fondo.
Llegué a casa y Sora no estaba. Me había dejado una nota en la que me avisaba de que había salido a por cosas para la cena. Es cierto que me había atrasado un poco y no le había avisado.
Hércules me recibió con su característica efusividad y ambos nos sentamos en el sofá del salón. Mientras le acariciaba la tripa estuve pensando en el sentimiento que llenaba mi estómago. Soy consciente de que puedo tener sexo con quien quiera, si me lo propongo, pero no me divierte. Para satisfacerme no necesito más que mis manos y el regalo que me hizo Sora en mi anterior cumpleaños, un maravilloso satisfyer. Lo verdaderamente divertido es el arte de la conquista, ejercerla y recibirla, pensar en la próxima jugada del otro y anticiparme a sus planes con los míos. El amor es una partida de ajedrez.
Hacía tiempo, Juan me había enseñado un video por youtube en el que se aprecia cómo el pavo real macho tiene que sacar sus mejores armas para conseguir llamar la atención de la hembra, cortejarla, hacerle creer que es su mejor opción para la continuación de la especie. En la naturaleza de los animales, las hembras solo recibimos, nos dejamos hacer, pero lo bueno de ser humana es que podemos ganarles en el juego de la seducción, me atrevería a decir que somos las verdaderas protagonistas.
A decir verdad, hacía tiempo que nadie me despertaba el interés necesario como para emplear mis momentos de soledad en pensar en él, pero las ganas de vivir nuevas experiencias al margen del trabajo, que parecía que últimamente ocupaba la totalidad de mi tiempo, se estaban apoderando más de mi cuánto más lo pensaba.
Loewe 7... ¡Jodido perfume que me vuelve loca! Saqué la tarjeta de Eduardo del bolsillo de mi vaquero, y estuve unos segundos estudiándola. Su nombre completo era Eduardo Gil Weiss, supuse que tenía familia alemana, y descartando la opción del correo electrónico, clavé la mirada en su número de teléfono. No tuve duda en escribirle, pero primero cambié mi foto de perfil.
Miré en la galería de imágenes buscando alguna foto que fuera lo suficientemente sugerente para llamar su atención, pero no demasiado explícita, pues al final el motivo del mensaje era acordar el horario de las clases con su hijo, y ese primer encuentro para conoceremos en el que se había empeñado. Finalmente opté por una foto de mi rostro en blanco y negro, con la mirada baja y una amplia sonrisa que dejaba ver el cuello y parte de los hombros. Aquella foto me la había hecho hacía unos días en la bañera, por lo que realmente estaba desnuda. La recorté para parecer una "señorita", cuando realmente lo que deseaba era mandarle la foto completa, sin avisar. Un regalo que seguro le gustaba.
Cuando aún vivía en Valencia, mi abuela paterna, a la que llamábamos cariñosamente Bambi, me habló de su juventud y de sus experiencias sexuales. Fue una conversación que jamás olvidaré, porque me confesó que solo había estado con mi abuelo a niveles tan íntimos y echándose a reír confesó que si volviera a nacer "sería más puta que la Chelito". No sé quién es esa mujer, pero estoy segura de que se lo pasó en grande.
Bambi me dio un consejo que recordé antes de escribir a Eduardo: hay que ser una señora en la casa y una puta en la cama.
Aunque no estuviera del todo de acuerdo con mi abuela por la primera parte de su refrán, de la conversación de aquella tarde con horchata y fartons, saqué que no hay renunciar a los placeres físicos. No quería llegar a anciana y arrepentirme de todas las cosas que podría dejar de vivir por miedo.
Cambié la foto de perfil y comencé a escribir.
Antes de enviar el primer mensaje esperé, interiormente, tener suerte y ser correspondida en el juego que estaba a punto de comenzar. Muchas de mis experiencias con amigos a los que había concedido alguna licencia especial en momentos puntuales, o con mis ligues o amantes, no habían sido muy excitantes a causa de la pasividad que ellos mostraban.
Tengo la convicción de que no solo el sexo es lo que mantiene viva a una pareja, sino que el líquido inflamable es el coqueteo, las muestras de interés por el otro, desear y sentirse deseado. El sexo es solo la chispa que prende los litros y litros de gasolina que se derraman previamente, y si no hay gasolina, la chispa no prende y los encuentros sexuales son desastrosos, o como mínimo, decepcionantes y rudimentarios, como me había ocurrido en varias ocasiones. ¿Cómo es posible que ante insinuaciones explícitas hubiera obtenido respuestas monosílabas o simples emoticonos de Whatsapp?
Se me vino a la mente un ligue que tuve durante algunos meses en mi cuarto año de carrera. Néstor solo accedía a tener sexo físicamente, por lo que ignoraba o respondía absurdamente a las provocaciones virtuales. No fuimos nunca pareja, lo pasábamos bien juntos y disfrutábamos de la intimidad.
Cuando le conté mi frustración a Soraya, hicimos una apuesta, pues ella no podía creer que él no mostrara algún signo de excitación ante, si ya no a palabras, deleitar su vista con una foto sexualmente explícita. Aquella tarde nos divertimos mucho jugando con la cámara del móvil. Soraya hizo de fotógrafa y yo de una modelo que intentaba tener la actitud de la misteriosa Chelito.
Después de muchas risas y tomas falsas, obtuvimos una colección bastante decente de fotos que utilizar en el puterío, como nosotras lo llamamos.
No es necesario decir quién ganó la apuesta. Envié a Néstor tres imágenes que hubieran puesto del revés a cualquiera. Mientras esperábamos la respuesta del susodicho, nos hicimos un bol de palomitas con sal y empezamos a ver la saga de películas SAW. Dos horas y media después mi móvil vibró, anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Las dos nos abalanzamos sobre el teléfono y después de leer "Ufff..." como única respuesta a las fotos, hubo unos segundos de silencio seguidos por un ataque de risa que duró varios minutos, en los que ambas nos agarrábamos y zarandeábamos la una a la otra, intentando expresar lo ridículo de la situación.
Nunca volví a quedar con Néstor.
Aquella noche hablamos mucho sobre la pasividad masculina y el famoso mito del dolor de cabeza femenino para evitar una relación sexual. No era cuestión de incentivar una guerra de sexos, pero, definitivamente, las mujeres sabemos moverse en ese terreno con mayor agilidad, sin duda, y las expectativas que se ponían en una respuesta digna eran desmesuradas.
Ojalá Bambi tuviera también consejos sexuales para todos los hombres del mundo.

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COMO LA VIDA MISMA
RomanceLeira está en su quinto año de residencia en medicina. Eduardo es el padre de su nuevo alumno de clases particulares de Filosofía. Loewe 7 es el perfume que le hizo fijarse en él, y la inteligencia e independencia que la joven médica despre...