Capítulo 4

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- ¿Aquiles?- Escuché la voz de Maggie.

Carraspeé.- ¿Cuánto tiempo?

- Menos de cinco segundos.- Respondió Charles de inmediato, como sabiendo todo lo que preguntaría.- ¿Qué tanto has visto?

Miré a ambos lados.- Solo a una mujer parada en una cabaña.

Charles cambió su expresión.

- Fue como estar ahí.- Puse mi visión sobre el suelo.- Pude sentir el frío, la nieve entre mis zapatos, el cansancio y la desesperación.- Respiré con fuerza.- Aún siento miedo.- Mis manos estaban temblando. 

- ¿Difícil de describir no?- Charles se acercó.- Nadie nunca va a saber lo que sentimos al estar dentro, tenlo por seguro.- Me miró a los ojos.- He intentado hablar con Ciddis miles de veces y nunca ha podido entender lo que se siente. Es como estar solo en un oscuro hoyo que lleva a las puertas del infierno. 

- Tiene razón, pero, ¿por qué?- Me sumí en mis pensamientos.- ¿Qué no se supone que la magia trae cosas buenas? No es que alguien me lo haya dicho. Uno asume que con un poder así el mundo sería un lugar mejor; que al explorar esos poderes te sentirías realizado y querrías saber más. 

- Bien.- Ciddis interrumpió mis pensamientos.- ¿Dónde está su prueba?

Comencé a sudar. Lo que yo mismo había propuesto se había tornado en mi contra, y ahora era yo quien sería interrogado. Cometí el error de pensar en una victoria corta y no en una completa. Fue como ganar una batalla y perder otra.

- No hay una prueba.- Dije mirándolo fijamente. 

Él se puso de pie y sacó su espada unos centímetros.- Así que mentiste. 

Maggie se apresuró para alcanzar alguna de nuestras armas. Vi como daba un salto enorme fuera de la cama y como la espada de Charles se interponía en su camino. 

- Eso parece.- Dijo este último apuntando a Maggie en el cuello mientras que Ciddis me acorralaba a mí.

- ¿Qué hacemos con ellos?

Miré a Charles esperando una respuesta piadosa. Él era la única oportunidad que teníamos de salir con vida de esa situación. El problema fue cuando me sonrió. Supe desde ese instante en lo que estaba pensado, ¿y cómo no hacerlo? Fui yo quien se lo dije. También fui tonto al pensar que le ganaría, es un hombre ingenioso, más listo que yo por mucho. Me di cuenta muy tarde que siempre estuvo vigilando nuestras cosas; que nos mantuvo del lado de la habitación más conveniente para él. Y me di cuenta de que ese libro solo era su forma de ganar esta pelea sin derramar sangre. Ya sabía lo que iba a decir.

- Llevemosles a la cabaña, es hora de acabar con todo esto

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- Llevemosles a la cabaña, es hora de acabar con todo esto.- Una silueta oscura apareció detrás. Nadie más que yo lo notó, de eso estuve seguro. 

Nos sacaron de la posada con vestimentas suyas: algunos harapos para el frío y cinturones para las espadas. Pero nuestras armaduras se quedaron en la habitación al igual que el abrigo del rey. 

Me sentí desprotegido. Como si apartarme de lo que había llevado puesto por tantos años convertía esto en una situación descontrolada; imposible de ganar. La única razón para seguir adelante sin intentar una estupidez fue saber que Maggie también corría peligro. No la iba a arriesgar por nada en el mundo. Ahora eramos nosotros dos en contra de ellos, teniendo que olvidar nuestro objetivo inicial: salvar a nuestras familias.

Avanzamos por el bosque un largo rato. Ellos se mantenían detrás hablando en voz baja y sin dejar de apuntarnos con el filo de sus armas. Pareció una eternidad hasta que encontramos una cabaña.

-¿Será esa?- Preguntó Ciddis.

- No, en esa hay luz.- Respondió su hermano.- La que vi se encontraba a oscuras y tenía una figura enorme de la muerte en la entrada. 

- Yo no vi eso.- Respondí llamando la atención de Charles. 

- ¿Qué es lo que no viste?

- Esa figura de la muerte de la que hablas, no estaba en lo que vi. 

- ¿Pretendes que te crea?

- Lo digo enserio, quizá estás en peligro.- Me gire despacio para verlo.- Mírame, mira mis ojos, no estoy mintiendo, ¿qué sentido tendría hacerlo ahora?

- Cuidado con lo que dices.- Ciddis me apuntó de cerca.

- No, espera.- Dijo Charles mordiendo sus labios. Pensó por un momento en lo que iba a decir y volteó hacia su hermano.- Hay una posibilidad de que...- Ciddis le miró.

- ¡Ahora!- Exclamé empujando sus espadas a un costado, retrocediendo y sacando mi arma.

Maggie hizo lo mismo a penas escuchó mi grito. 

Comenzó una pelea entre los cuatro. A lo largo de ese lugar solo se escuchaban el choque de nuestras espadas. 

Maggie arrancó en contra de Ciddis, quien a pesar de no aparentar ser un soldado, se defendía como un profesional. Pude ver como golpeaba a Maggie varias veces en el rostro con sus puños. Además de ser un tipo enorme y sacarle el doble de altura, parecía tener mucho más fuerza que ella. De igual manera no la detendría, un simple fortachón nunca le ganaría a una guardia. 

Charles por otro lado parecía no estar acostumbrado a su arma. Quizá solo haya entrenado algunas veces con Ciddis y por eso su estrategia es más de huir que de pelear. Eso no me evitaría matarle. 

He de decir que no fue complicado acorralarlo en contra de la cabaña y quitar su espada del camino. El problema fue saber que Maggie estaba perdiendo en contra del grandote. 

- Dile que se detenga.- Dije con furia. 

Charles tragó saliva.- Si me matas, ella muere.

Le sujeté y puse mi espada sobre su cuello.- ¡Para de una vez Ciddis o mato a tu hermano!

El sonido de las armas tras de mí se detuvo. Sujeté a Charles para que no se escapase y me giré para verlos: Ciddis y Maggie estaban de pie mirándose a menos de un metro. Se habían detenido, solo que no fue por mí. 

- Suelta tu arma.- Escuché y vi a un chico apuntándome con un arco.- Que no se te escapen, Max. Si uno de ellos se mueve no dudes en matarlo. 

- Sí, Sebastian.

Solté mi arma y miré a mi alrededor esperando que no hubiese nadie más. 

- Esta será una laaaarga noche.

Arte elemental Susurros de la vida (Remasterizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora