Silencio

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- No debo ser un genio para descifrar el mensaje.- Pensé.- El ruido está prohibido en este lugar. 

Caminé dirigiéndome a otras habitaciones que había creado la cabaña: un dormitorio, una cocina y un armario. Todos vacíos. Me acerqué a la ventana. Fuera la nieve se había convertido en un campo verde lleno de flores y arboles cubiertos por hojas de primavera. 

Abrí la puerta sintiendo el golpe de calor que el sol provocaba y la brisa de frescura en el rostro por el movimiento de las plantas. Pude oler el césped y sentirlo al pasar mis dedos sobre él. Sonreí. Había encontrado el lugar dónde nace la magia. 

Un deseo profundo me invadió, obligando a mis piernas a caminar sin rumbo alguno. Decidí retirarme las botas y los abrigos, de que servirían en un lugar como este, y avanzar gozando cada segundo. Inclusive cerré los ojos confiado en que aparecería junto a un objeto especial; mágico. Que mi cuerpo se llenaría de poder y conocimiento.  

- ¿Ya he llegado?- Me pregunté unos minutos después. Las ganas me devoraban por dentro. Sentí que me estaba golpeando contra algo y abrí los ojos con la sonrisa debajo de ellos. Esta cambió abriéndose a la par que mi mirada subía.

Estaba frente a una roca de inmenso tamaño, lisa, y con algunas escrituras que no podía entender. Sobre ella, un hombre con orejas puntiagudas y cabello largo, tocando un ukelele sin emitir ningún sonido. 

Estuve tentado a hablar. Nunca había estado tan cerca de tener lo que deseaba como hasta ese momento. No supe que hacer. Si no existe una forma de comunicarse más que con señas, tendría que ir frente a él y esperar que tenga los ojos abiertos. Temo tocarle y que se enfade; temo hablar y que se enfade; temo siquiera tratar de subir la roca y hacer algún ruido que lo enfade. 

- Tendré que pensar en algo. Si es necesario voy a construir una escalera de libros.

- Puedo escuchar tus pensamientos. 

Mi corazón latió acelerado. Me congelé sin saber que hacer escuchando la voz en mi cabeza. 

- Puedo escuchar tus latidos; puedo escuchar la sangre que corre por tus venas. Eres un ser escandaloso y por eso no eres bienvenido a este lugar. 

- Yo...

- ¡Largo!

                                                                    Abrí los ojos.

Me encontré de nuevo en la cabaña nevada, respirando agitado y nervioso por no saber como reaccionar. 

- Soy ruidoso.- Dije pensando en los libros que conocía acerca del cuerpo y el silencio. Una vez leí que en el silencio más profundo solo quedaría el sonido de la sangre, del corazón y de los pensamientos. Que jamás podríamos estar en un silencio total a menos que...

- ¿Charles, sucede algo? Parece que nos quedamos dormidos.- Ciddis se estiró.

- Sí.- Dije sin escucharlo.- La magia es casi imposible de obtener.- Giré la cabeza a un costado. 

- Mira el lado positivo, hay una posibilidad.

Le miré sonriendo.- La hay. 

Arte elemental Susurros de la vida (Remasterizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora