Capítulo 6

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Caminé sabiendo que me esperarían con una emboscada. Esos dos no se quedarían viendo como su tesoro es robado por otra persona. Y aunque lamento dejar a Maggie atrás, es un sacrificio que tengo que hacer. 

Llegué a un lugar más abierto, dónde los árboles a penas cubrían los rayos del sol. La mañana ya hacia tiempo que había aparecido y se podía sentir la primera pizca de calor en el ambiente.

Por todo el camino escuchaba a alguien hablando. Una especie de susurro que era llevado por el viento. La voz le pertenecía a una mujer, dulce, cálida. Lograba que mi corazón latiera con intensidad mientras corría. Me pedía a gritos que la tomara entre mis brazos y le acariciase el rostro. Solo yo. 

- Por fin.- Dije al ver la cabaña. Me acerqué de inmediato y lo primero que noté fue la cabeza de Ciddis junto a la chimenea. Sonreí.- Entonces la muerte que viste no era para ti, Charles.- Caminé para tenerla en mis manos sujetándola del cabello.- Eres igual que yo. 

- Y no soy el único.- Escuché su voz detrás de mí.- Hay más como nosotros allá fuera. 

- Solo yo soy digno.- Dije sin girar a verlo.

- Al parecer hay muchos que los somos.- Respondió.

- No importa si estás detrás de mí, aún puedo matarte, eres débil. 

- Esto no se trata de tu muerte o la mía, ¿qué no has entendido?

Me giré llevándome la sorpresa de que, a pesar de tener dos espadas a la mano, no me apuntaba con ninguna.

- ¿Es por Maggie, verdad?- Dije sin relajar mis músculos. 

- Sí. Estoy seguro que no fuiste tú quien la liberó. 

- Lo mismo pensé de ti.- Dejé la cabeza de Ciddis en el suelo.- Entonces no somos los únicos buscando magia. 

Se acercó y me extendió una de sus espadas. Estaba claro que quería mi protección el muy inútil. Si nos atacaban, lo usaría como carnada. 

La sujeté.

- No, Aquiles, me parece un error muy grande de mi parte no haberlo notado.- Miró el cadáver de Ciddis.- Mi familiar murió por eso.

- Tú familiar murió porque eres un sádico.- Dije con frialdad.- Ni yo llegué a tal extremo con Maggie. 

- Jódete, pedazo de imbécil.

- Grandes palabras para un letrado. 

Por unos momentos nos miramos con furia. Cada uno tenía sus motivos para pelear contra el otro, el único problema era que sabiendo de la llegada de un tercero, nos seríamos más útiles en compañía. De todas formas, en una pelea de uno contra uno, yo iba a ganar.

- Después de esto seré yo quien te mate.- Dijo con mucha confianza y salió de la cabaña. 

Ya me había dejado claro que tenía un plan para acabar con mi vida. Si la fuerza o la habilidad no eran nada para ese hombre, entonces, en el tiempo que me tomó llegar, me había preparado una sorpresa. 

Le seguí. Siempre con la mirada sobre mis hombros. Ahí ambos escuchamos un grito, seguido de un siseo. 

- ¿Serpientes?- Dije sujetando mi arma con firmeza y a punto de atacar a Charles. 

- No, parece que estamos rodeados.- También sujetó la espada.

- ¡Ayuda!- Un hombre encorvado, sucio, con la ropa desgarrada y tanta porquería en el rostro que parecía de un color negro, se acercó corriendo a nosotros. Era perseguido por algunos vagabundos más.- ¡Quieren matarme y no sé por qué!

Le apunté con el arma pero muchos pordioseros salieron de entre los arboles. 

- Rápido, deme un arma, ya, tengo que defenderme. 

- ¡Estas loco, anciano!- Exclamé. 

Charles se acercó a mi ya en una pose de pelea. Pensé que no sería difícil para él matar a unos cuantos, solo que la cantidad me deslumbraba. 

- Deme un arma, ¡maldición! 

- Deme un arma, ¡maldición! 

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Varios vagabundos se acercaron corriendo mientras el sujeto intentaba atinar con sus manos temblorosas. Se podía ver un espectáculo lamentable por su parte al no acertar ni una sola flecha en ellos. 

En cambio, Charles y yo nos complementamos el uno al otro, como si fuésemos conocidos de toda la vida. Se sintió como en los antiguos entrenamientos militares en los que estuvimos Maggie y yo. 

El único problema fue la cantidad de sujetos que salían de entre los arboles

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El único problema fue la cantidad de sujetos que salían de entre los arboles. Puesto que sin importar su falta de armadura, armamento afilado o técnica en combate, no paso mucho tiempo para que nos tuviesen rodeados y nos dejaran sin aliento.



Arte elemental Susurros de la vida (Remasterizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora