07. Antojos.

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➝ Oneshot.➝ Omegaverse, Mpreg, fluff. ➝ 23/12/2020.➝ Dedicado a Pau por regalo de navidad.


...

—Sett.

La dulce voz resonó por la casi vacía habitación. Sólo estaba él, meciéndose en una silla a su medida, junto a la cama. Los pies se mecían de un lugar a otro, hacia los costados y también hacia adelante y atrás.

—Sett.

Volvió a llamar, con un pequeño mohín en sus labios. Los cargantes pasos se fueron acercando y su emoción creció. Dejó de mecerse, moviendo los dedos inquietos.

—Sett —la sonrisa apareció en sus labios cuando lo vio pasar por la puerta. El rojizo tenía un tazón en las manos con una cuchara.

El alto ocultaba lo asqueado que estaba por el pedido del mayor, pero no iba a negarse a sus antojos. Al llegar frente a la silla, se acomodó en el suelo, dejando el tazón y su cabeza sobre las piernas adversas. La sonrisa de ambos reflejaba la felicidad que tenían.

Los pequeños dedos de Aphelios sujetaron la cuchara y revolvieron el viscoso contenido. Un corto gruñido, proveniente de su estómago no pasó desapercibido para Sett; que le arrebató la cuchara de los dedos y llevó el contenido cerca de los labios impropios.

—Abre —susurró metiendo el utensilio dentro de su boca.

—Mmm... —el cuerpo se le estremeció, sabía delicioso. Los labios se abrieron al terminar de masticar y tragar, quería más.

—Es increíble que te guste esto, sabes —su mueca reflejaba incomodidad y, no lo admitiría en voz alta, asco.

—¿Por qué? —continuó comiendo en silencio, preguntando cuando el tazón estuvo completamente vacío.

—Es una sopa de salsa BBQ con gomitas, Aphelios.

El pálido ni se mosqueó, limpió el tazón con uno de sus dedos y terminó lamiéndolo de forma algo seductora. Alzó los hombros, restándole importancia al asqueo que sentía su pareja, era delicioso para él, y seguro que al bebé también le gustó.

Se encorvó un poco, acariciando el leve bulto que crecía en su vientre y llegó hasta la altura del rojizo—: ¿puedo besarte?

Por supuesto que podría. Aunque los labios tuvieran sabor al dulce de la golosina, y algunas pequeñas pizcas de azúcar aún estuvieran en las comisuras, sumado al picante aroma de la salsa, los labios de Aphelios sabían deliciosos.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

Estaba sofocado, el día de trabajo fue demasiado cansador. Al entrar a su hogar, fue recibido por los sonidos de unos muebles moviéndose de un lado a otro, al igual que los pasos del mayor. Con desconcierto, subió las escaleras, teniendo precaución de no emitir ningún sonido y que llamara la atención.

—¿Qué mierda haces? —gruñó al observar al pequeño encima de una escalera, colocando un cuadro de ellos en un ángulo demasiado alto para su gusto.

Los muebles también estaban en otro lugar, la cama estaba en el extremo opuesto a donde se despertó esta mañana, y la silla estaba junto a la puerta, ¿qué hacía los roperos también en la habitación? Hace poco los había quitado a petición del mayor.

—Estaba decorando y ordenando —la poca preocupación por su persona le activaba su enorme sentido de protección y preocupación, arropándolo entre sus brazos apenas Aphelios bajó hasta estar frente a él—. Bienvenido a casa —saludó, correspondiendo al abrazo y dejándose llevar hasta la enorme cama.

—Deja de hacer estas cosas sin mí —retó, uniendo sus frentes para observarlo con perfección a los ojos—. Yo me encargo de nuestro lugar.

Era entrada la noche y, sabía que en cuestión de discutir con Aphelios, siempre terminaba cediendo ante sus mañas; por lo que besó sus labios para que no pudiera responderle. Consideraría tomar vacaciones el próximo mes, no podría continuar si algo malo sucedía por su culpa.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

La habitación se iluminaba en cortos segundos, volviendo a la temerosa oscuridad al instante. El ruido de la lluvia guiaba a Aphelios en sus temerosas pesadillas, removiendo su cuerpo en la cama, despertando al contrario.

Sett abrió los ojos con pereza, los golpes que recibía sus piernas y brazos eran imposible de ignorar. Con una de las pesadas manos, se aferró al hombro del pequeño y lo sacudió, intentando despertarlo. Los bajos quejidos, de dolor y miedo, se hicieron presentes y el nerviosismo de Sett incrementaba en todo momento.

—Pequeño —lo llamó, siendo ignorado por los malos pasares que vivía su pareja. Sobreprotector lo acuñó con los brazos y se acercó a su oído para seguir hablando en bajos susurros.

Optó por cantar una canción, una suave melodía que a Aphelios también le cantaban de niño, desde el día que lo conoció, cada vez que se avecinaba una tormenta o las pesadillas aparecían en las noches, Sett canturreaba para buscar tranquilizarlo.

—Mi niño tiene sueño —comenzó, acariciando con una de las manos sus largos cabellos, desde los que caían por su frente hasta los de la nuca. La mano libre fue a la abultada panza, bastante crecida y que cuidada cada segundo para que no se golpeara o lastimara. El roce de los dedos por debajo del pijama, hizo reaccionar al mayor, deteniendo sus grotescos movimientos.

El afinado canto lograba su cometido, en los pequeños destellos de luz que entraban por su ventana, pudo vislumbrar la sonrisa de su pareja. La sonrisa que lo inundaba de felicidad. El cuerpo también respondía a las caricias, moviéndose sobre la contraria mano de forma lenta y concisa.

Su cálido hogar y lugar dentro de él, no podía ser derrotado por una tormenta y mucho menos por las pesadillas, no si Sett estaba ahí, no si Sett le cantaba en las noches para que lo ayudara a dormir.

Era imposible no caer rendido ante sus brazos con el potente aroma que irradiaba hasta la remera de su pijama. Suspiró, la pesadilla se convertía en un sueño que no distinguía de realidad y fantasía, porque todo Sett era así.

—Te amo, Sett.

Murmuró, deteniendo la mano sobre su voluminosa panza para que se quedara quieto allí, sintiendo la familia que serían dentro de unos días.

—Te amo, Aphelios.

SettPhel ─ Oneshots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora