03. Príncipe.

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➝ Oneshot AU.➝ Fluff.➝ 18/07/2020.


...

Todos los días, se despertaba con una flor junto a su almohada. Un mimo de buenos días que lograba animarlo hasta que se iba a dormir.

Había veces en la que no oía cuando él entraba a su habitación a decorar las flores sobre el balcón y cuando despertaba ya era tarde. Pero a veces, era dichoso de tener la oportunidad de oírlo y hacerse el dormido a la par que lo observaba.

Su habitación era extensa, demasiado enorme y vacía para su gusto, pero, del lado derecho de su cama, tenía una extensa puerta que daba espacio a su balcón personal, rodeado de flores y que la vista invitaba a admirar cada lugar de su jardín.

Todas las mañanas, Sett entraba, teniendo la amabilidad de no despertarlo, ir al balcón, y regar sus flores que tanto quería, recortarlas, cuidarlas. Cuando lograba escucharlo, se ponía de costado arropado entre sus sábanas y, entre tímidas sonrisas, lo observaba de espaldas. ¿Sus orejas eran igual de suaves que las flores?

Cuando terminaba con su trabajo principal, Aphelios cerraba sus ojos fingiendo dormir y Sett dejaba una flor junto a la almohada, a veces apoyada de una ligera caricia en sus cabellos.

Era suficiente para tener energías para todo su pesado día.

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Aphelios era especial. Era el príncipe de todo el reino de Lunari. Sus padres le enseñaban todos los días, algo diferente sobre cómo debía actuar cuando se convierta en rey, que responsabilidades debía tomar pero eso no le importaba mucho; él quería que su hermana fuera la verdadera reina del lugar.

—La flor de hoy es bastante bonita —opinó su madre y Aphelios sonrió.

Los días que no debía asistir a clases, Aphelios disfrutaba con sus padres y hermana las cálidas tardes. Ya sean en la sala o en el jardín, escuchando alguna historia de sus ancestros reales, de sus padres cuando eran jóvenes o como Alune conocía nuevos amigos.

Siempre, con la flor regalada por Sett, entre sus manos.

—Combina con tu cabello, Phelphel —su hermana agarró la flor entre los dedos de su hermano y, desde el tallo, la acomodó entre los finos cabellos del muchacho. El violáceo junto con el blanquecino color de la flor, se entremezclaba a la perfección con él.

Y aquello lo hacía demasiado feliz.

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Para su suerte, tanto Sett como su madre, vivían en el castillo desde que él era un bebé.
Alune le había contado, varias veces, la historia de cómo una noche de tormenta, un mujer de larga cabellera blanca –como la mía, siempre decía Alune mientras jugaba con sus cabellos-, y un bebé en brazos –como tú, Phelphel y picaba con uno de sus dedos la nariz de su hermano-, tocaron la puerta para pedir por amparo en esa oscura noche.

Pese a venir de la realeza y tener un alto poder económico, algo que caracterizaba a los padres de Aphelios, y siempre les enseñaban a él y su hermana, era bondad en su corazón. Por ello, luego de escuchar como la desamparada mujer huía del abandono de su marido y el infierno del pueblo por culpa de su hijo mitad demonio, aceptaron que se queden con ellos.

Sett no era un demonio. Sett era mitad Vastaya. Vastaya como su madre. Una especie casi extinta pero que ante la ignorancia del resto de los pueblos, creían que eran demonios.

Su padre le había contado historias sobre los Vastayas, cuando un Aphelios de 6 años se preguntaba porque a Sett le estaban creciendo orejas encima de su cabeza a diferencia de él y su hermana.

SettPhel ─ Oneshots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora