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Paz, era lo único que recorría por todo su ser, después de tanto, no podía comprenderlo, se sentía ameno, seguro y sin necesidad de absolutamente nada mas que poder regocijarse hasta las mas miseras de sus pestañas con su presencia y el hipnótico calor que burbujeaba en su músculo cardíaco lo hacían saber que no necesitaba de nada , no había nada que pudiera compararse u siquiera asemejarse a todo eso que golpeaba de forma intermitente en su organismo, que le quitaba el aliento y lo hacía sentirse en casa.
Pero todo eso se veía obstruido muchas veces con la inseguridad y el miedo que le causaba hacerla participe de su vida, tanto que debía mentir, si, mentirle para mantenerla a salvó y obstaculizarle el paso definitivo a su vida como hechicero.
Sabía que así no resolvería nada, causando que mas de una vez tuvieran que forzar a terminar su relación, arrastrando consigo un profundo despecho y sensación de vacío, que no lograba llenar con nada el imperioso efecto que ella causaba en él, estaba tan acostumbrada su alma a su ligera y dulce compañía que le doblegaban y lo hacían someterse por completo a aquellos sentimientos llenos de frenesí que lo ahogaban en penas, eliminando por completo la agonía del momento. Por lo que no era extraño que el terminará afuera de su puerta, con los ojos hinchados y el corazón en la mano pidiéndole otra oportunidad, y así comenzaban una y otra vez un círculo vicioso sin fin aparente.