II

28 5 2
                                    

Sonriente estabas el día que pregunté tu nombre.

Hace rato aquella pelirroja estaba quitándome el aliento, el día que la conocí la cobardía me ganó y no pude preguntar su nombre.

Me acerqué al sitio en donde se encontraba y detalle poco a poco cada gesto que hacía, desde lo deslumbrante de sus ojos al observar las rosas, hasta la delicadeza de sus dedos al quitar pétalo por pétalo.

Caminé con valor hacía el lugar, y pude notar que ella giro su anatomía justo cuando estaba por tocar su hombro.

—Hola —. Saludaste amable y alegre. —Me alegra que nos volvamos a encontrar, la última vez estaba hecha un torbellino de emociones, disculpa —. Tu lado tímido se mostró ese día y mi aliento se iba poco a poco conforme te conocía.

Te mire a los ojos e intente controlarme, no quería que los nervios me consumieran en ese instante —No todos los días son buenos, además no tienes que disculparte, en serio, no fue nada. Por cierto, olvide preguntarte ¿cómo te llamas? —. Tu risa estruendosa se hizo notar en todo el lugar y con ella los latidos de mi corazón.

Estiraste la mano en símbolo de cortesía y presentación, —Soy Venus, como el planeta y la Diosa griega —. Acepté tu mano gustoso, ¿quién diría que los dioses se habían puesto de acuerdo para crear un ser tan bello?

—Soy Nethan, pero acostumbran decirme Net —. Dije algo penoso.

Todo en ti era bello Venus, ¿qué fue lo que pasó? ¿Por qué nuestro amor dejó de serlo?

Atentamente, Net.

Querida Venus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora