Querida Venus.

XXVII

Hay preguntas que no puedo responder, o si quiera afirmar y negar. Puedo asegurarte que no fui un intento de Galatea, ni tampoco tu fuiste mi Pigmalion. Solo fuimos dos jóvenes que se amaron hasta donde su corazón se los permitió, tristemente debí ponerle un freno a lo que sentía y lo peor fue vernos aquel día. 

Net, lo mejor que puedes hacer es sentir ese dolor que llevas dentro y no aferrarte a un recuerdo que te está matando por dentro. No puedo prometerte sentimientos en un futuro y decirte que podremos ser alguna clase de amigos, pues el mañana es incierto y ser amigos, para ti sería un martirío.

Te amé, Net. 

Te quise, Net. 

Ya no lo hago, Net. 

Debes ser libre, necesitas abrir tus alas y comenzar a ser el espíritu pintoresco que algún día fuiste. Cumple los sueños que una vez ebrios comentamos riendo, prométeme que ya no serás un ancla y serás un mar, ve y alegra al mundo con esa alma tan colorida que un día pintó las nubes grises de mi día. 

Mereces un amor mejor que el que yo te pude dar. Quiero que sepas que intenté darte algo recíproco hasta donde mi corazón pudo llegar, pero no mereces ser una encrucijada, ni tampoco mereces ser la duda de alguien más.

Sé un océano, Nethan. Que yo seré un planeta lleno de aventuras, y tu un océano lleno de misterios que aún nadie ha resuelto, con barcos que anhelan navegar tus olas, pero que no se atreven porque son tan poderosas, que temen ahogarse y morir en el intento. 

Sé mar y agua, Net. 

Que tarde o temprano, yo siempre seré tu Querida Venus, tan aventurera, intrépida, que va en busca de sentimientos, pero que no es capaz de anclarse a los mares llenos de misterios.

Venus.