Epílogo.

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Ya ha pasado un buen tiempo desde que el dolor se fue sin pensarlo. 

Durante ese lapso temporal, decidí volver a mis raíces. Tomé la valentía de intentar cosas que nunca me atreví, por el temor a fracasar y nunca lograr lo que un día tracé. 

Dentro de todo lo que aprendí, entendí que debía ser mar, ser un espíritu libre sin ataduras, que pudiera ir en busca de nuevas corrientes, nuevos puertos y lugares extraordinarios que jamás visité, pues el ancla que llevaba dentro de mi, me impedía moverme y me obligaba a quedarme en lugares que ya no me hacían feliz.

Un día mirando el cielo y las pequeñas hojas que caían del árbol que hay al lado de mi casa, descubrí que era otoño y ya no me sentía solo, fui conocedor de la belleza en la simpleza y fui testigo de las sonrisas que emites, al ver cualquier pequeña cosa que haga tu corazón latir. 

Me he enamorado, me permití sentir de nuevo ese amor por lo que había a mi alrededor. Me enamoré del gato que sale todas las mañanas a tomar el sol, de la sonrisa que me da el vendedor cada que paso por la estación. Me enamoré del fracaso y entendí que sin él, el éxito no podía ser alcanzado. Me enamoré de la raza humana que es débil y de las flores que se marchitaron en el jardín. 

Me enamoré de eso que los mortales llamamos vida. 

En un instante, solo cerré mis ojos, escuché tu voz, y supe que algo en mi interior ya no lloraba más, ¿era eso la superación?

Hoy en día soy mar y océano, soy la poesía que emanan los enamorados, los cafés que se toman dos amigos que creen que no hay nada entre ellos, los besos de sabor que hay el 14 de febrero. Ahora soy los pequeños detalles que todos buscan apreciar. 

Somos mosaicos de todas las personas que han dejado una huella, somos los besos de mamá antes de irnos a estudiar, los regaños de papá al romper algo valioso, el abrazo fraternal de nuestro mejor amigo, el primer beso que dimos a la persona que nos gustaba. Somos lo que un día nos lastimó, pero también somos lo que nos alegró en momentos de dolor.

Somos un pequeño océano, un mar de aventuras, una galaxia llena de planetas... 

Somos lo que un día juramos amarnos, Venus.


Te amó, Tu Querido Nethan.




Querida Venus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora