Día antes de la ida.
Este último mes había sido un poco... extraño.
Dentro de unos 20 días me iría a casa, a Galicia a ver a mis padres y después a Madrid para seguir con la universidad.
Justo esta noche había quedado con Mimi en el árbol caído. Se había empeñado en pasar el día conmigo, pero yo no podía, pues iba a ir con mis tíos a un pueblo de aquí al lado a hacer unas compras.
De todas formas, por su insistencia y mis ganas de verla, logré sacar tiempo para ella.
-Me voy - dije cogiendo las llaves de casa por su volvía demasiado tarde y no despertar a nadie.
-Pásalo bien y ten cuidado, Miri - yo asentí.
-Lo tendré ¡Adiós!
Salí de casa y caminé por el sendero que llevaba a nuestro sitio.
Y allí estaba ella, sentada en aquel enorme tronco mientras tiraba algunas piedras al río.
-Que chica más guapa acabo de encontrar - me acerqué a ella y con cuidado me senté a su lado.
-Miri - me sonrió, pero noté algo de tristeza en ella, cosa que me asustó.
-Peque ¿Estás bien? Te noto algo triste, amor - ella simplemente me abrazó con fuerza, colocando su cabeza en el hueco de mi cuello y rodeando mi cintura con sus brazos.
-Es... es solo una bajona sin sentido. Tenía ganas de verte - yo sonreí y acaricié su pelo con cariño.
-¿Sabes que me puedes contar cualquier cosa, verdad? Estoy aquí para ti - ella se incorporó y me miró directamente a los ojos.
-Yo... eh... yo...me- sus ojos se aguaron y rápidamente la volví a acoger entre mis brazos.
-Ey, amor. No pasa nada ¿Vale? No tenemos prisa - acaricié su espalda con cariño mientras ella se desahogaba.
-No puedo - habló después de un rato.
-No tengo prisa ¿Vale? Si te sientes mejor me lo puedes decir, pero si te va a hacer estar peor puedes hacerlo otro día. Incluso puedes escribirmelo si te es más fácil - acaricié sus mejillas y limpié las lágrimas que caían por ellas.
-No te merezco - susurró. - Hoy solo quiero disfrutar de ti ¿vale? Solo quiero estar contigo.
Se acercó a mi y dejó un largo beso en mis labios, el cual yo correspondí y profundicé.
El sol ya comenzaba a ponerse, mientras ella y yo lo mirábamos abrazadas, simplemente disfrutando la una de la otra.
Se levantó una pequeña brisa que me hizo estremecerme. Acto seguido, Mimi me abrazó con más fuerza.
-Miriam
-¿Si?
-Quiero decirte que te quiero mucho ¿vale? y que tal vez pienses que estoy loca, pero hazme caso cuando te digo que estoy segura de que eres el amor de mi vida. Lo vas a ser siempre, por muchos años que pasen - esta vez se me cristalizaron los ojos a mi.
-Amor... me vas a hacer llorar a mi, joder - reí dándole un golpecito en el hombro - Sabes de más y de sobra que me cuesta muchísimo decir estás cosas pero... estoy enamorada de ti ¿Lo sabes verdad? Y nunca lo he estado de otra persona que no fueras tú y eso va a seguir siendo así siempre.
Ella se limitó a volver a abrazarme con fuerza hasta que el sol desapareció entre las montañas y comenzó a oscurecer.
-Miri ¿Puedo invitarte a cenar? - sonreí y dejé varios besos en su frente.
-Por supuesto que si - ella sonrió y agarró mi mano para caminar hacia "El Nogal" nuestro restaurante preferido de aquí.
Fue genial, ella pudo despejarse y las dos pasamos un rato realmente bueno, entre risas e historias.
Ninguna de las dos quería que la noche acabase ahí, por lo tanto prupuse dar un paseo por el centro del pueblo, pues no pasábamos mucho por allí.
Y es que ese pueblo era precioso en su totalidad. Puedo jurar que nunca había estado en un sitio igual y jamás un lugar me ha dado tantas cosas.
-Es precioso - dije simplemente admirando el lugar.
-Es nuestro - la miré con cariño.
Pues si, ese pueblo era nuestro, por todo lo que habíamos pasado allí. Era nuestro sitio y el lugar de reencuentros por muchos años que pasaran.
Por desgracia, el tiempo se nos echó encima y tuvimos que volver a casa antes de que se nos hiciera aún más tarde.
Mimi me acompañó y me abrazó con fuerza por un largo tiempo.
-Amor... nos vamos a ver mañana - reí por su efusividad.
-Solo... déjame disfrutarte - dejó varios besos en mi frente, después en mi mejilla y acabando en mis labios.
-Buenas noches, Mimita - dejé el último beso en sus labios.
-Te quiero, Miriam.
*********
Para Miriam.
Sé lo que estás pensando.
Lo siento muchísimo, Miriam...
No he sido capaz de mirarte a los ojos y decirte que me tenía que ir, nada más ni nada menos que a China, a cumplir esa promesa que le hice a mi hermana, a trabajar en lo que me gusta.
No quería una despedida, me negaba a despedirme de ti, Miriam. No quiero sentir que te pierdo.
De todas formas... creo que ya lo he hecho.
Intenté hacerlo. Esa noche en el árbol caído intenté decírtelo, te lo prometo. Pero como siempre fuí una cobarde.
No quiero excusarme ni mucho menos. Ahora solo quiero que vuelvas a tu vida, tus estudios, no quiero ser una distracción para ti.
Lo que menos quería del mundo era que tuvieras que estar pendiente de mí y pasándolo mal, sin poder vernos por... ni siquiera sé cuánto tiempo estaré aquí, con todo lo que tienes tú que aguantar, trabajar y estudiar.
Ojalá se hubieran dado las cosas distintas, ojalá haber estudiado en Madrid y cumplir todos esos sueños compartidos, ojalá saber como debo hacer las cosas y perjudicarte lo menos posible.
Miriam, te quiero y te quiero muchísimo.
Ojalá algún día puedas perdonarme, ojalá algún día volver a encontrarnos en nuestro sitio, en nuestro pequeño pueblo.
Pero ahora lo mejor que puedes hacer es olvidarte de la gilipollas que has tenido como novia, que te ha plantado en un pueblo para irse a la otra punta del planeta.
Porque sí, soy gilipollas.
Encuentra a alguien que te de lo que te mereces, lo que yo no he sabido darte. Y que te quiera con todo su corazón.
Yo me acordaré siempre de ti, porque por mucho que pasen los años, tu siempre serás mi debilidad.
Lo siento otra vez, lo siento de verdad.
Te amo, Míriam. Espero que no te vuelvas a topar con alguien como yo, sé feliz.
Decía aquella carta.
Aquella carta con la que tenía tantas cosas en contra y muchos sentimientos acumulados en mi interior.
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