-Joder, joder. Si al final llegaré tarde y todo, carallo- dije echándome la espuma en el pelo.
La alarma no me había sonado y me desperté gracias a los berridos que daba Dani, pues quería los cereales de chocolate y no los normales. En fin, un puto cuadro.
Me arreglé lo más rápido posible y bajé las escaleras corriendo. Cogí mi móvil, algo de dinero y me fui a despedirme de mis tíos y del pequeño de la casa.
-¿Ya te vas? - asentí.
-Quedé con Mimi para desayunar. Siempre lo hacíamos cuando estábamos aquí ¿Te acuerdas?- le expliqué sonriendo. Ella asintió.
-Pues pásatelo muy bien. Llévate las cosas para el camping.
-Luego vengo a por ellas - dejé un beso en la cabecita de Dani - ¡Adiós!
Salí de casa y de repente los nervios invadieron mi cuerpo. Iba a estar a solas con Mimi de nuevo...
Puede que ya tuviera respuesta para Ricky.
Que cojones, si, si que la tenía. Seguía pilladisima después de cuatro años.
Mientras mi cabeza le daba mil vueltas a todo, llegué al hotel y allí la vi, en la entrada esperándome. Lo único que no me gustó, es como lo estaba haciendo.
-Oye, esto ni de coña - me acerqué a ella y tiré al suelo el cigarro que tenía en sus labios. - Ahora si, buenos días, Mimita.
-¡Eh! Que valen dinero, Miriam- se quejó ella. Me acerqué a abrazarla para que no me dijera nada más, lo cual conseguí - Buenos días a ti también, anda.
-Perdón, solo miro por tu salud. Te vas a joder los pulmones con esa mierda - ella rió y negó con la cabeza.
-Bueno, te perdono ese- rodé los ojos.
Entramos en el bar del hotel y pedimos un par de tostadas y otro par de zumos. Creo que no podría haber una mejor mañana que esa, desayunar con Mimi siempre sería el mejor plan.
-Que guapa estás - me dijo antes de llevarse el vaso de zumo a los labios.
-Tu también - miré hacia abajo para ocultar mi rubor provocado, como siempre, por ella.
-Pero mírame, porfa - subí la cabeza y me la encontré sonriendo, con ese hoyuelo que aparecía en su barbilla y los ojitos achinados- Me encanta, es que adoro que después de años te sigas sonrojado como la primera vez.
-Sabes que siempre he sido así - me defendí mientras ella reía. - Superalo
-No lo superaré nunca - decía sonriendo - Me parece lo más adorable del mundo.
-¡Ay, Mimi! - me quejé entre risas.
Eso era el estar con ella. Olvidarme del mundo y centrarme en las risas y en el momento.
Mimi era otro nivel. Nos conocimos cuando yo apenas tenía doce años y siempre me pareció una persona increíble.
Al principio pensaba que simplemente era admiración, pero más tarde, cuando empecé a entender lo que era que de verdad te gustase una persona, supe que ya estaba completamente perdida.
-¿En qué piensas? - preguntó ella apoyada en la mesa, sobre su brazo.
-En todo un poco, la verdad - no mentí - Me parece increíble estar aquí sentada contigo.
Ella sonrió y agarró mi mano por encima de la mesa.
-Menos mal que estáis todos aquí. Vine pensando que pasaría el verano sola y joder, que alivio fue el encontrarte en la cafetería - era exactamente como me sentía yo.