Así fue como después de años me reencontré con ella por primera vez, sin saber todo lo que se me venía encima ese verano y todo lo que me iba a traer.¿Pero sabéis qué?
Reencontrarte con tu mejor amiga de la adolescencia después de cuatro años, no era algo que se hacía todos los días, y yo en ese momento me sentía la persona más feliz del mundo.
-¡Leona! ¡Dios mío! cuanto tiempo, estás espectacular ¡mírate! - dijo apartándose de mi un momento para pegarme un buen repaso.
-Tú si que estás increíble - la miré con una sonrisa algo tímida- ¿Cuántos años teníamos la última vez que nos vimos? ¿Dieciséis? Esto no puede ser, eh.
-Tu si, yo tenía dieciocho- me llevé una mano a la cabeza.
-Dios mío... cuatro años.
-Ven, siéntate - asentí y cogí mi café para sentarme junto a ella.
-Madre mía, Mimi. Que alegría verte aquí, te he echado un montón de menos- ella volvió a abrazarme. Sonreí al sentir esas mariposas en el estómago que siempre había tenido con ella.
-Y yo a ti, de verdad. Tenía muchísimas ganas de verte por fin, estás... preciosa - me sonrojé nada más lo dijo, como lo solía hacer con ella siendo más pequeña.
-Bueno, por no hablar de ti -ella rió.
-En serio, Miriam. Estás increíble.
Si algo se le daba bien a la granadina era sacarme los colores. Aunque con ella siempre conseguía soltarme, no podía evitar sonrojarme cuando me hacía cumplidos.
-Ay Mimi... - no pudo evitar reír.
-Hay cosas que no cambiarán nunca - dijo agarrando mis manos para apartarlas de mi rostro y con esa sonrisa que se escapaba de sus labios.
Nuestras miradas quedaron clavadas una sobre la otra, expresando todos esos sentimientos que no se podían decir con palabras. Cuando me quise dar cuenta, nos habíamos metido en la habitual burbuja que se formaba entre nosotras siempre que estábamos juntas.
-¿Y como te va? - pregunté rompiendo el silencio, para nada incómodo que se había instaurado entre nosotras.
-Pues muy bien. En estos cuatro años he estado estudiando muchísimo para poder hacer lo que me gusta, ya sabes- la miré con ilusión.
-El baile ¿Me equivoco? - sonrió y negó seguidamente.
-No te equivocas. Estamos haciendo un proyecto que se llama Lola Indigo y la verdad es que nos va bastante bien - la miré sorprendida.
-¡Que pasada, Mimi! Me alegro muchísimo que os esté yendo bien, de verdad. Llevas años luchando por esto - ella asintió con los ojitos brillantes. Sabía que para ella era muy importante el poder vivir del baile y que lo estuviera consiguiendo me hacía estar más que orgullosa.
-¿Y tu? ¿Que has hecho en este tiempo? - suspiré.
-Qué no he hecho sería la pregunta - rió- Estudiando muchísimo, dando pequeños bolos por Madrid, que es donde estudio, y alguna que otra clase de canto o de guitarra. La verdad es que estoy bastante contenta.
-Mi opinión sigue siendo la misma de siempre. Eres una artistaza y vas a llegar a donde tú quieras, Miri. Te lo dije una vez y te lo diré todas las que haga falta. - la abracé con una sonrisa boba en la cara.
Nos tomamos el café entre risas, abrazos y anécdotas sobre nosotras. Era como volver a conocernos pero sin perder esa chispa tan nuestra. Mimi seguía siendo mi persona.