capítulo 11 - En peligro

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Pasaban las horas y Amelia se iba poniendo cada vez más nerviosa. No sabía cómo reaccionar ante aquella amenaza. No sabía ni como ni cuando aquel hombre le haría daño o que estaría tramando y eso la hacía ponerse aún más nerviosa. 3 manzanillas llevaba ya y no había vuelto a recibir noticias ni tampoco la habían llamado. Sólo tenía aquella nota con esa frase tan clara.

Amelia se empezaba a encontrar con sueño y en el momento en el que caminaba hacia su cuarto, recibió una llamada. Número oculto. Ella supuso quién sería y mientras seguía sonando el teléfono más nerviosa se iba poniendo hasta que decidió cogerlo.

- D...diga... - Contestó con la voz notablemente temblorosa.

Pero no halló respuesta. Sólo el silencio. Y de repente alguien al otro lado de la línea empezó a hablar de forma desesperada.

- Amelia, soy yo Luisita... - Dijo la rubia entre lágrimas como podía en aquella habitación en una casa a las afueras de Madrid. - No llames a la policía por favor. Quita esa denuncia te lo ruego Ame... - pero la interrumpieron

- Ya la has escuchado morena. Quita la denuncia en menos de 24 horas o tendrás que ir despidiendote de tu amiguita rubia. Y hazle caso, nada de llamar a la policía, te recuerdo que nadie te va a creer muñeca. - y colgaron sin poder decir nada más a Amelia. Cayó al suelo preguntándose porque había acabado todo así, porque aquel hombre fue a por Luisita y no a por ella, no entendía nada pero debía poner una solución antes de que sea demasiado tarde aunque no estaba dispuesta a ceder ante el chantaje, no veía otra salida. El tiempo corría en contra de Luisita y Amelia seguía sin encontrar otra solución pero no le quedaba más remedio que acceder y quitar aquella denuncia. Así que así lo hizo aunque sabía que se arrepentiría de haberlo hecho pero se sentía en parte culpable de la situación en la que estaba Luisita así que pensó que lo mejor era quitar la denuncia. Si le preguntaban el motivo de aquella decisión no podría contar la verdad, a saber de lo que era capaz Gabriel, no quería jugársela.

Cogió su bolso y su abrigo y salió a toda velocidad cerrando la puerta de su casa de un portazo que sonó por todo el edificio pero eso le daba igual, había problemas que requerían de mayor urgencia siendo más graves que un simple portazo. Bajó las escaleras tratando de no caer de manera errónea o acabaría en el hospital y era algo que en esos momentos no podía permitirse. Abrió la puerta del portal y salió disparada hacia comisaría. Pensó en coger un taxi pero no tenía tiempo para quedarse esperando a que llegara. Corrió como nunca lo había hecho. Corrió no por su vida, sino por la de Luisita. Aquella rubia se le había ido colando poco a poco en el corazón y a pesar de que el viaje era una excusa para olvidarla, pues Amelia creía que la rubia no la correspondía, sentía que no podía dejarla sola y menos en aquellas circunstancias.

Finalmente se vio frente a la fachada donde se encontraba la comisaría. Se paró en seco y tomó un poco de aire ya que la carrera que se había metido la había dejado al borde del colapso pero aguantó. Aguantaría todo lo que le echen por ver feliz a Luisita. En ese instante una lágrima amenazaba con salir a la superficie pero Amelia se la quitó de inmediato y empezó a caminar a paso firme hacia la comisaría.

Una vez dentro esperó un rato no muy largo y la atendió el mismo chico que la otra vez. Era alto y fuerte. Le sorprendió verlo allí dentro con un gran abrigo azul. Tenía una sonrisa sincera y su presencia transmitía seguridad y calma, lo que le hizo sentir muy bien a Amelia, tal vez, demasiado...

#Luimelia - Naranjas enterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora