capítulo 18 - Todo fue un sueño

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Otro día más para Luisa Gómez. Como hace de costumbre se queda un rato mirando al techo pensativa hasta que de un momento a otro decide levantarse e ir a la ducha. Después de un largo rato bajo el agua, todavía medio dormida, salió camino del salón donde desayunaría como siempre con sus padres, su abuelo y con 3 de sus hermanos pequeños, Marisol, Manolín y Catalina. Las broncas entre los gemelos Marisol o cómo Luisita le llamaba, Merysun, y Manolín eran habituales a la hora del desayuno, eran de lo más divertidas y Luisita se les quedaba mirando graciosa. Estaba agradecida de tener una familia como la que tenía, sabía la suerte que tenía por poder formar parte de los Gómez Sanabria. Su vida no fue la más fácil pero cuando llegó por primera vez a esa casa supo lo que era sentirse querida, en efecto, Luisita era adoptada pero ella siempre supo que solo era un papel sin importancia, sus padres siempre fueron, eran y serían Marcelino y Manolita, siempre se portaron muy bien con ella y con todos sus hermanos. Eran los padres que todos querrían tener. De pronto una mano delante de su cara la saca de sus pensamientos.

- Luisita, hija, ¿Estás bien? ¿En que piensas? - Le preguntaba su madre moviendo la mano frente a la cara de la joven.

- Eh... Si... En nada. - Mentira. Ella sabía muy bien a quien tenía en sus pensamientos, Amelia Ledesma, la mujer más increíble que existía en ese momento sobre la faz de la tierra pero solo eran amigas, así que prefirió no contarles nada acerca de su nueva "amiga". - No tengo mucho hambre, iré a dar una vuelta, hasta luego. - Antes de irse se acercó a donde estaban sus padres y les dio dos besos a cada uno como era habitual en ella cada vez que salía temprano.

Luisita caminaba mirando al suelo con el pensamiento de esa mujer morena, de pelo rizado y que la había descolocado. Era todo lo contrario a Marina, su ex. Terminaron bien pero Luisita nunca se enamoró de ella, solo sentía curiosidad por estar con una mujer y desde entonces tenía claro que lo suyo no tenía vuelta atrás, que los hombres eran ya cosa del pasado, se entendía de verdad con las mujeres y disfrutaba más en la cama, para que mentir, pero ahora mismo solo quería meterse bajo las sábanas con aquella nueva "amiga" y no salir jamás. De pronto se vio bajo la casa de Amelia, su subconsciente la había llevado hasta allí y ella estaba hecha un lío, pero pensó que lo mejor era hablar con ella para poder volver a su vida normal, sin agobios. Cuando quiso tocar el telefonillo ya era tarde puesto que la morena salió del portal en ese momento y dedicándole una amplia sonrisa a Luisita. Luisita no sabía si sonreírle de vuelta o salir corriendo y esconderse para siempre, optó por lo primero.

- Hola Luisita - Saludó Amelia mientras se mordía el labio inferior y se quitaba las gafas de sol a cámara lenta, o al menos así la veía la rubia que no salía de su asombro y era incapaz de articular palabra.

- Ho...hola Amelia... ¿Que tal? - "Luisita eres tonta, como que qué tal?" Pensó. Ella estaba ahí para hablar del beso y se sentía tonta por no ir directamente al tema.

- ¿Ya está? ¿Sólo me preguntas que tal estoy? Vaya... - Amelia puso cara de decepción aunque en su rostro de podía ver una pequeña sonrisa ya que con su pregunta había conseguido poner nerviosa a la rubia que tenía delante como petrificada. - Si no necesitas nada me voy...

- Espera Amelia, tenemos una conversación pendiente. ¿Podemos subir? Es importante. - Luisita no sabía cómo se estaba atreviendo pero lo estaba haciendo. Tenía que hacerlo.

Una vez en el piso de Amelia y viendo que estaban solas ya que Jesús, el amigo y compañero de piso suyo no estaba, entraron al salón. Amelia caminó hacia el sofá ofreciéndole un sitio a su amiga que la siguió con timidez. Cada vez que Luisita intentaba hablar la morena la ponía más nerviosa de lo que ya estaba.

- A ver Amelia... No podemos seguir asi...

- Opino lo mismo - Dijo Amelia mientras se iba acercando despacio hacia dónde estaba sentada su acompañante.

- ¿Q...que haces?- Amelia cada vez estaba más cerca de la cara de Luisita y ésta lejos de apartarse, se acercó aún más.

Ambas dejaron de hablar y se fundieron en un apasionado beso, las dos lo estaban deseando desde hace tiempo. Amelia le propuso ir al dormitorio y Luisita aceptó sin pararse a pensar si quiera.

Una vez en el cuarto la ropa de ambas volaron por encima de sus cuerpos que se posaron sobre la cama. Una enfrente de la otra. Los besos iban y venían. Las caricias, cada vez menos sutiles, subían de tono la escena. Amelia comenzó a besar el cuello de Luisita y de ahí fue bajando por su torso hasta llegar a su centro y...

- LUISITA DESPIERTA - La joven se despertó sobresaltada y bastante sudada. El sueño la había dejado seca y al ver a su madre ahí de pie frente a ella la hizo ponerse roja, más roja que su abuelo.

- Perdona mamá. Se me han pegado las sábanas, ¿Que pasa?

- ¿Que pasa? Que son las diez y tendrías que estar trabajando. - Luisita no se mostró preocupada ya que en los anteriores días había perdido su puesto de trabajo. Ella sabía que tarde o temprano se iban a enterar de que ya no trabajaba pero no sabia como comunicarlo a su familia, no quería darles otro disgusto. De momento lo que iba a hacer era ducharse y quitarse el calor que aquel sueño le había provocado.

#Luimelia - Naranjas enterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora