Amelia corrió y corrió hasta que finalmente tuvo que parar o el corazón se le saldría allí mismo, no sabía ni DoD e estaba, tampoco le importaba mucho Eos en esos momentos. Solo quería esconderse del mundo y romper a llorar aunque lo de llorar ya lo estaba haciendo. Se maldecía por sentir lo que sentía de la persona equivocada, de alguien que jamás la iba a corresponder porque era hetero. Siempre le pasaba lo mismo cuando de verdad le gustaba alguien pero Luisita no era alguien más, era un ángel que el cielo le había regalado de repente, un regalo envenenado puesto que aquella mujer a la que Amelia tanto deseaba, no le correspondía. Amelia trataba de pensar en otra cosa para sacarla de su cabeza y de su corazón lo antes posible pero no era una tarea precisamente fácil. Esa chiquilla, la había dejado huella desde el momento en que sus ojos conectaron por primera vez y se enfadaron por ir con prisas. Menudas maneras de comenzar. Pasó un largo rato sentada en el bordillo de la acera pensando en todo lo que le había pasado desde que ella y Luisita se cruzaron de casualidad y aunque no todo era bueno, sintió que por ella valía la pena hasta el mayor de los sufrimientos menos el que estaba sintiendo ahora mismo, el de no tener su amor. No tenerla le rompía el alma, no había consuelo para un corazón tan roto. Se secó las lágrimas y se puso en pie. Antes de poder ponerse a caminar escuchó como un hombre cuya voz reconoció al en instante, la llamaba justo detrás suya. Amelia estaba temiendo girarse, no sabía si hacerlo para enfrentarse a él o salir corriendo como horas antes lo había hecho de aquel bar. Optó por lo primero y sintió verdadero pánico al mirarlo de nuevo a los ojos y odio, mucho odio porque casi destroza su vida. Al menos ahí estaban en un sitio abierto donde no dejaba de pasar gente y más con el buen tiempo que ya hacía. Se miraron a los ojos durante unos segundos hasta que sin decir nada, Amelia se giró para seguir su camino y dejar allí mismo a ese malnacido. Pero no pudo terminar de girar cuando el hombre la agarró con brutal fuerza del brazo para ponerla otra vez frente a él.
- ¿Donde te crees que vas, eh? ¿Acaso te piensas ir sin despedirte? Te recuerdo cielo... - Amelia quería vomitar de tan solo oír ese apelativo de su boca. - Que tenemos algo pendiente... No seas tonta. Te espero en la misma habitación del hotel a las once de la noche, se que sabrás hacer lo correcto. O tu amiguita pagará más consecuencias. - Las dos últimas frases se las dijo al oído provocador y tratando de seducirla pero eso era misión imposible.
- No pienso acceder a ninguno de tus chantajes Gabriel. Eres un cabrón y te mereces pagar por ello. Voy a hacer todo lo posible por arruinar tu carrera y tu vida y más te vale no tocar ni un solo pelo a Luisita o verás quien es la verdadera Amelia Ledesma. - Conforme terminaba la frase iba aumentando el volumen de su voz para no dejarse intimidar. Ese hombre ya la estaba molestando más de lo que debía y ella entre toda la rabia que sentía por lo de Luisita, terminó explotando contra ese degenerado. Puede que Luisita y ella no fueran más que dos amigas que se ven de distinta manera, o eso creía Amelia, pero cuando a Amelia le importaba alguien, daba lo que fuera porque a esa persona no la hicieran daño y mucho menos si se trataba de Luisita. Así que tras decirle esas palabras a Don Gabriel, se giró firme y puso distancia a un buen ritmo, casi corriendo mientras que del susto, alguna lágrima le volvió a traicionar.
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#Luimelia - Naranjas enteras
Fanfica veces nos empeñamos en buscar nuestra media naranja cuando realmente somos naranjas enteras, con nuestras cosas,si, pero enteras. Año 2020. Luisita trabaja como dependienta en una tienda de ropa en Madrid con una vida un tanto monótona hasta que...