Efectivamente la persona que conducía aquel impoluto y brillante Mercedes era la mismísima Doña Socorro Sáez de Abascal. La misma que siempre trató de malas maneras a la joven rubia y a la que siempre trataba de cortarle sus alas.
El coche frenó en seco en el lugar donde se encontraba Luisita y cuando la mujer bajó la ventanilla pudo contemplar de cerca el miedo y el cansancio que los ojos de Luisita le mostraban. Bajó del coche y se acercó a la joven sin pensarlo dos veces. La abrazó para intentar calmarla y surtió efecto pues había dejado de temblar por el miedo, ahora solo temblaba por el hambre que desde que se había despertado le invadía. Su ex jefa la ayudo a subir al asiento del copiloto con mucho cuidado ya que Luisita estaba muy débil y apenas podía hacer grandes movimientos.
Socorro puso en marcha el coche y se dirigió hacia Madrid aunque no era su destino, pero debía dejar a Luisita en buenas manos no sin antes hacerle un interrogatorio cual sargento.
- Luisita, ¿Que haces aquí? Y, sobre todo, ¿Por qué tienes este aspecto? - Su lluvia de preguntas no había hecho más que empezar y la pobre Luisita no tenía donde meterse, solo podía responder como pudiera. - Verá... Es una larga historia... Y si se la cuento no sé si me creería... - Se notaba que aquella joven sentía verdadero miedo tanto por la situación como por la mujer que conducía el Mercedes. Temía que no la creyera y que pensara que la tomaba por tonta pero Luisita se sacó esos pensamientos de la cabeza y comenzó a relatar su cautiverio. - Todo comenzó cuando conocí a una chica, una buena amiga. Amelia se llama y la pobre de cruzó con el desgraciado de Don Gabriel de la Vega y ella pues lo denuncio por tratar de abusar de ella. - Tragó saliva y continuó relatando. - Bien, pues el la había avisado de que o quitaba la denuncia o lo pagaría caro y el precio fui yo... Es decir, que ese malnacido me secuestró y aunque Amelia ya quitó la denuncia no me iba a dejar salir tan fácilmente, el quería aprovecharse de Amelia, así que yo eso no lo podía permitir y aquí estoy, huyendo de aquella casa en medio de no se dónde. Por eso tengo este aspecto y por eso estoy tan debilitada. Sé que es difícil de creer pero le juro que le estoy diciendo la verdad. Y quisiera pedirle un favor. - Unió sus manos en señal de rogar e hizo su petición. - No le cuente nada a mis padres por favor, prefiero solucionar todo esto yo sola o con Amelia y pasado un tiempo ya se lo comunicaré a mi familia. - Socorro no se podía creer lo que la muchacha le estaba contando pero parecía sincera y le creyó. Quiso convencerla de que ocultando algo tan grave a sus seres queridos no le llevaría a ninguna parte pero Luisita era demasiado terca como pare ceder tan rápido. - Entonces, ¿Donde te llevo? Porque si tus padres te ven así te van a coser a preguntas y tu no quieres eso. ¿Tienes pensado algún lugar en concreto? - Le preguntó esto mirándola de reojo y esperando una respuesta. No sabía hacia donde debía dirigirse hasta que Luisita le contestó que le iría diciendo el camino hasta llegar al portal de Amelia. Cuando nombró a la morena sintió el impulso de llamarla pero no tenía con que. Podía preguntarle a Socorro si le dejaba un momento su móvil pero no quería molestar, suficiente hacía con llevarla a la ciudad y no contar nada a sus padres.
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#Luimelia - Naranjas enteras
Fanfica veces nos empeñamos en buscar nuestra media naranja cuando realmente somos naranjas enteras, con nuestras cosas,si, pero enteras. Año 2020. Luisita trabaja como dependienta en una tienda de ropa en Madrid con una vida un tanto monótona hasta que...