capítulo 14 - Rescatada

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Efectivamente la persona que conducía aquel impoluto y brillante Mercedes era la mismísima Doña Socorro Sáez de Abascal. La misma que siempre trató de malas maneras a la joven rubia y a la que siempre trataba de cortarle sus alas.

El coche frenó en seco en el lugar donde se encontraba Luisita y cuando la mujer bajó la ventanilla pudo contemplar de cerca el miedo y el cansancio que los ojos de Luisita le mostraban. Bajó del coche y se acercó a la joven sin pensarlo dos veces. La abrazó para intentar calmarla y surtió efecto pues había dejado de temblar por el miedo, ahora solo temblaba por el hambre que desde que se había despertado le invadía. Su ex jefa la ayudo a subir al asiento del copiloto con mucho cuidado ya que Luisita estaba muy débil y apenas podía hacer grandes movimientos.

Socorro puso en marcha el coche y se dirigió hacia Madrid aunque no era su destino, pero debía dejar a Luisita en buenas manos no sin antes hacerle un interrogatorio cual sargento.

- Luisita, ¿Que haces aquí? Y, sobre todo, ¿Por qué tienes este aspecto? - Su lluvia de preguntas no había hecho más que empezar y la pobre Luisita no tenía donde meterse, solo podía responder como pudiera. - Verá... Es una larga historia... Y si se la cuento no sé si me creería... - Se notaba que aquella joven sentía verdadero miedo tanto por la situación como por la mujer que conducía el Mercedes. Temía que no la creyera y que pensara que la tomaba por tonta pero Luisita se sacó esos pensamientos de la cabeza y comenzó a relatar su cautiverio. - Todo comenzó cuando conocí a una chica, una buena amiga. Amelia se llama y la pobre de cruzó con el desgraciado de Don Gabriel de la Vega y ella pues lo denuncio por tratar de abusar de ella. - Tragó saliva y continuó relatando. - Bien, pues el la había avisado de que o quitaba la denuncia o lo pagaría caro y el precio fui yo... Es decir, que ese malnacido me secuestró y aunque Amelia ya quitó la denuncia no me iba a dejar salir tan fácilmente, el quería aprovecharse de Amelia, así que yo eso no lo podía permitir y aquí estoy, huyendo de aquella casa en medio de no se dónde. Por eso tengo este aspecto y por eso estoy tan debilitada. Sé que es difícil de creer pero le juro que le estoy diciendo la verdad. Y quisiera pedirle un favor. - Unió sus manos en señal de rogar e hizo su petición. - No le cuente nada a mis padres por favor, prefiero solucionar todo esto yo sola o con Amelia y pasado un tiempo ya se lo comunicaré a mi familia. - Socorro no se podía creer lo que la muchacha le estaba contando pero parecía sincera y le creyó. Quiso convencerla de que ocultando algo tan grave a sus seres queridos no le llevaría a ninguna parte pero Luisita era demasiado terca como pare ceder tan rápido. - Entonces, ¿Donde te llevo? Porque si tus padres te ven así te van a coser a preguntas y tu no quieres eso. ¿Tienes pensado algún lugar en concreto? - Le preguntó esto mirándola de reojo y esperando una respuesta. No sabía hacia donde debía dirigirse hasta que Luisita le contestó que le iría diciendo el camino hasta llegar al portal de Amelia. Cuando nombró a la morena sintió el impulso de llamarla pero no tenía con que. Podía preguntarle a Socorro si le dejaba un momento su móvil pero no quería molestar, suficiente hacía con llevarla a la ciudad y no contar nada a sus padres.

#Luimelia - Naranjas enterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora