Huida

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Una misión.

Sólo nos queda una misión por cumplir: recoger todas las medicinas que podamos del botiquín del campamento; sin que nos vean, claro.

Jake y yo, nos ofrecemos voluntarios para ir a la misión. Ya que, cuántos menos seamos, mejor.

Lucy, se opone a la idea de dejarnos solos en el campamento, porque podría pasarnos algo. Así que, ella también se apunta a la aventura (a demás, no soporta la idea de ver a Blake sufriendo por sus heridas).

Los demás, deciden irse en dirección sureste, ya que hay un río: y podrán seguirlo hasta dar con un pueblecito o algo parecido. Ya que todos los pueblos, están alrededor de un río. Y eso significa, que estaremos a salvo.

Por lo tanto, decidimos que cuando salgamos con las medicinas, seguiremos el curso del río para encontrarles. Y, misión conseguida.

Jake, Lucy y yo, vamos a buen paso. De vez en cuando, miramos hacia atrás para comprobar que nadie nos sigue. Y seguimos caminando.

A los pocos minutos, que a mí se me hacen eternos; distinguimos una sombra en la oscuridad. Es muy grande y si no la conociera, diría que es una casa encantada; pero es mucho peor...

Hemos llegado.

El campamento. Está en calma. Parece cómo un animal salvaje durmiendo, pero a punto de despertarse si das un paso en falso.

Nos acercamos con cautela, parece que no hay nadie.

Las luces están apagadas, las persianas bajadas y las puertas cerradas.

-¿Cómo vamos a entrar?-susurra Lucy.

-Creo recordar que, justo antes de marcharnos, dejé la ventana de la habitación abierta porque olía muy mal.-responde Jake, con el mismo tono de voz.

-Ya... no hace falta que te expliques...-dice Lucy.-Sé lo mal que huele la habitación de un chico, sois unos guarros.

-No, no era por eso.-indica.-Dejé la ventana abierta porque había un olor terrible que venía del pasillo. Se metió en nuestra habitación y casi me daban arcadas; olía a muerto.

-Espero que lo de "oler a muerto" sea sólo una expresión metafórica y, no literaria.-digo yo.

-No sabría qué responderte a eso.

Bordeamos con cuidado las paredes del campamento. Y buscamos la ventana de la habitación de los chicos. Por suerte, la persiana de ésta, no está bajada y podemos entrar.

Lucy y Jake, saltan la ventana con gran agilidad; mientras que yo, soy un poco más torpe, y me tienen que ayudar.

Nada más conseguirlo, me llevo la mano a la nariz. Un hedor de lo más desagradable inunda mis fosas nasales. Quiero vomitar, ¡qué asco!

-¡Puaj!-refunfuña Lucy.-¡¿Qué es ese olor?!

-Ya os lo dije.-responde Jake.-Continuemos y ya está.

Abro la puerta de la habitación de los chicos (que da al pasillo) y camino despacio sin hacer ruido. Mis amigos me siguen y, al igual que yo, se dan cuenta del enorme aparato de primeros auxilios que se encuentra al final del largo pasillo.

Los tres caminamos con cuidado. No se oye ni un ruido, pero todo apesta.

Tras dar unos cuantos pasos más, alargo la mano para alcanzar el botiquín con las medicinas y tiro suavemente hacia mí.

De repente, una alarma empieza a sonar y yo me quedo pasmada con el aparato que salvará la vida a Blake en la mano. Antes de poder reaccionar, Lucy me tira del brazo y empezamos a correr.

Estás MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora