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Problema tras problema.

A veces no nos damos cuenta, no sabemos cuándo es que terminamos cayendo en nuestros mismos errores -secretamente ese es el miedo que tiene México en este momento-.

No sabe cómo pasó, pero estaba ya ahí, de nuevo derrotado dejándose doblegar por otro hombre, dejando que le roben lo que ama, otra vez.

Firmó de mala gana el acuerdo que decía que ahora le pertenecía, otra vez un objeto.

Había conocido a aquel país de colonia, a él y sus hermanos, no tuvieron tan si quiera una relación o acercamiento de algo, a pesar de conocerse de años eran desconocidos.

México no sentía nada por nadie que no fuera su pueblo o estados y su propio hijo fue quien lo traicionó.

Aún después de escapar de Los Estados Unidos de América, tuvo que enfrentarse a más problemas uno tras otro, en el camino se perdió y cometió errores muy graves y ahora le parece tonto que este así, sentando en la cama de una gran mansión acariciando su vientre donde crece una nueva vida, pensando porque es que pasan los meses y no corre lejos de la casa, casa que siente que podría llamar hogar...

La puerta de la habitación fue abierta y por ella se pudo ver al de habla inglesa entrar, le preguntó cómo se encontraba y si ya había comido.

Aunque el inglés rara vez demuestra algo que no sea calma, sabe que no está tranquilo y disfruta de ello, por primera vez no ser quien esté preocupado.

Deja ir los recuerdos de antaño, solo por ahora, responde cortante que todo está bien y el europeo se sienta a su lado viendo como su pancita ya estaba notándose y como él la cubría protectoramente, nunca sabe que piensa, pero esta vez por su expresión parece estar en un debate entre sí tocarlo o no hacerlo y eso le divierte.

Sus anteriores parejas actuaban tan seguros, que incluso terminaban exigiéndole más y más, abusando. Pero UK actúa diferente, tiembla ligeramente con el mínimo rose entre ambos, a veces se queda mirándolo embobado y aún con su buena y elegante forma de hablar ante la situación tartamudea y no sabe que decir, a veces México se pregunta si lo molesta de alguna forma, si realmente debería quedarse porque muy en el fondo se siente como el inglés, inseguro y no le agrada esa sensación.

Porque si bien en la primera pelea Reino Unido le reclamó por su actuar en la segunda todo fue diferente.

El francés comenzó a visitarlos más seguido, México no le dirigía la palabra, lo evitaba lo más que podía pero hubo un momento en el que se toparon sin el inglés cerca, trató de evitarlo, no realmente por el regaño de la última vez, sino porque debía cuidar a su bebé y sabe que a Francia no le molestaría que le sucediera algo y lo perdiera, no le permitiría tal gusto, pasó de largo hasta que una mano lo detuvo, ahí comenzó la segunda pelea, estaba vez el francés ya esperaba la respuesta y logró responder aún mejor, no sabe cuándo llegó pero le alegra que lo haya hecho, Reino Unido entró a la casa para toparse con esa escena, inmediatamente hizo algo por separarlos y fue entonces la primera vez que lo vio perder el control, Francia siguió reclamándole y acusando de que el mexicano era un salvaje que no le convenía ni podía estar en sus vidas, todo un monólogo de insultos elegantes, el inglés sujetó a Francia del abrazo ejerciendo presión con el fin de lastimarlo, lo llevó hasta la pared estampando su espalda en ésta, se veía enfurecido, comenzó a amenazarlo con no volver a tocar a México o a su bebé, sacó gran parte del rencor oculto que tenía hacia el francés, de todos los berrinches y dramas que siempre soportó en silencio. Fue la primera vez que lo vio perder la calma que lo caracterizaba y fue también aquella vez donde decidió que se quedaría, de alguna manera sintió esa protección que perdió hace años.

DesenlaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora