Para los años 1300, casi 1400, el reino de Cryth recibía en su gran palacio a la única heredera de los reyes Seline y Edwin: la princesa Ari; y junto con ella, en los jardines reales, comenzaron a crecer finos cristales que, con el paso del tiempo, fueron tomando un brillo blanco.
La muchachita, tan querida por todos y siempre bien acompañada por sus progenitores y cristales, desde muy temprana edad, se colocó su corona en la cabeza, y comenzó a prepararse para ocupar su lugar en el trono como futura reina, además de estudiar esos cristales que junto a ella habían nacido y, evidentemente, ella podía controlar.
Casi nunca tenía tiempo de jugar, ya fuera sola, con los sirvientes, sus padres, o los niños del pueblo cada vez que podía salir de las murallas del palacio; y fue por eso que siempre anduvo muy solitaria, puesto que llegó un momento en que la compañía de sus padres y los sirvientes ya no le era suficiente. Necesitaba conocer gente nueva y vivir su juventud de apenas veinte años.
Pero ella misma no se lo permitió. Debía asegurar su futuro como reina, y no por sí misma, sino por el pueblo, a quienes quería satisfacer y gobernar con sabiduría. Además, debía encontrar la manera de que los cristales sirvieran a los pueblerinos.
El día de la coronación llegó y todo el pueblo se reunió en la plaza en las afueras del castillo para rendirle sus honores a la nueva reina, quien siempre portaba una hermosa sonrisa en el rostro.
Para la época, Cryth ya se había dividido en cuatro: El palacio de Cryth, Foohw (tierra de lobos), Feirhie (tierra de hadas) y el otro subreino aún no tenía nombre, pero era conocido como: la tierra de los eternos, ya que sus habitantes poseían una juventud prolongada, apenas envejecían, y su vida podía durar millones de años, aunque bien sabían todos que, si ocurría algún accidente o azotaba alguna enfermedad grave, dichos habitantes de tal lugar sí podían morir.
A Ari estas divisiones le parecieron interesantes, y fue por ello que siempre andaba rondando por los tres subreinos (ya que su castillo no era considerado como uno más, sino como la sede del reino), gozando de convivir con el pueblo, ayudar en sus problemas y, sobre todo, ir regalando cristales (los cuales los llamó: Laith, por la resplandeciente luz que provenía de ellos) a las personas, procurando enseñarles cómo usarlos, ya fuera para la agricultura, la medicina, etc.
Sin embargo, sus padres enfermaron. Al estar íntimamente conectados el uno con el otro, cuando Seline enfermó, Edwin también, por lo que Ari se vió obligada a cuidar de sus padres hasta el final.
Los pueblos son testigos de lo mucho que la joven reina intentó salvar a sus padres, valíendose del poder de sus cristales. Día y noche realizaba el mismo ritual y sus padres podían vivir un día más gracias a ella y los Laith.
Sin embargo, los habitantes del subreino sin nombre, que tenían un gobierno muy aparte de los demás, estaban ardiendo en envidia. Para aquellos años, su objetivo era adueñarse de Cryth, derrocando a Ari, pero al ver lo poderosa que esta podría llegar a ser, no podían más que sentir rabia.
Pero un día, frente a ellos, en una reunión sumamente secreta, se formaron repentinas masas de humo que brotaron del interior de los tres cristales Laith que estaban de adorno en el centro de la gran mesa a la que estaban sentados.
Así fue la creación de los shinigams. Ellos confesaron ser el fruto de tanto odio y rabia y se comprometieron a ayudar a los habitantes del reino sin nombre a ser los gobernantes totales de Cryth. Pero dichos planes se pospusieron por un tiempo, pues necesitaban un enorme ejército de shinigams y eso tomaría quizás un par de años.
Por su parte, en el reino de Foohw, los lobos habían logrado crear unas esferas con los poderes de los elementos: aire, agua, espíritu, fuego y tierra.
Con varios hechizos, se establecieron las reglas para las que serían las deidades de dichos elementos y sus respectivos guardianes, y se organizó una reunión para hacer entrega de dichos poderes, justo donde se construyó un templo en honor a esas deidades, en el mismo subreino de Foohw.
El objetivo de aquello era mantener el equilibrio natural y así evitar que ocurrieran situaciones similares a la guerra.
Los padres de Ari ya habían fallecido para entonces, y fue por eso que, decididos a calmar, aunque fuera un poco, su dolor, los lobos le entregaron el poder del espíritu.
A dicha reunión, a la cual Ari se vió obligada a ir pese a su tristeza pues era su deber de reina, los pueblerinos del reino sin nombre no fueron invitados, y por ende, ninguno de ellos recibió poderes.
Y es que todos sabían lo que tramaban, y no se podían arriesgar a poner en riesgo a todo el reino.
Pero aquello no fue más que el motivo que provocó que los habitantes del reino sin nombre se rebelaran junto a su ejército de shinigams y fueran directo a atacar a Ari.
La batalla fue dura, y los lobos y las hadas se unieron a su reina para derrotar a aquellos traidores y las nuevas criaturas malignas que venían con ellos.
Fueron días tensos y casi todo el reino y sus subreinos estaban destrozados, incluso el palacio real, pero finalmente, entre las hadas y un hechizo de las deidades, consiguieron dejar caer un prolongado sueño sobre los traidores.
Al estar dormidos, sus emociones negativas no eran lo suficientemente fuertes como para generar la presencia de los shinigams y, con todo bajo control, se tomó la decisión de enviar a los traidores a la tierra, justo dentro de aquella cueva en la que estuvieron por siglos.
-Skygall será el nombre del reino sin nombre en honor a la deshonra que sus actuales habitantes han cometido-sentenció Ari-. Sólo cuando la buena voluntad una al pueblo y sean capaces de salir de allí con motivos que no sean la guerra ni la ambición sino la libertad y la paz, entonces serán perdonados por su alta traición.
Erróneamente, luego de aquello, comenzaron a llamar: diosa, a la joven reina, incluso los ahora habitantes de Skygall, y aquello no cambió por mucho tiempo.
Sin embargo, Ari había olvidado un aspecto muy importante: pensar en su propio bienestar.
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✧*:.。.єτнєяєαℓ .。.:*✧ |ᴹ.ᵞ.ᴳ| #𝟑✓
FanfictionLas deidades, tres de ellas, finalmente habían encontrado a sus guardianes y los cuatro reinos estaban en paz, al menos por un tiempo. Pero ¿Qué hay de la diosa Ari, esa que vela por el bienestar de los reinos como toda excelente soberana que es y q...