𝐸𝑝í𝑙𝑜𝑔𝑜

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Tres años después

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Tres años después

Sus fríos pies chocaban por debajo de las colchas y la alarma que recién había sonado era la razón por la cual se estaban frotando entre ellos, pues no se sentían muy contentos de dejar atrás su comodidad. Bostezaron y gimieron perezosos por un par de minutos aún abrazados y dándose un par de besos en el pico.

—Buenos días, bello durmiente —la voz ronca de Taehyung siempre lograba ponerle los pelos de punta, aún más cuando recién se despertaba y daba directamente en su oído.

—Buenos días a ti también, oso polar —contestó dándole otro beso.

El tiempo había pasado con rapidez, hacía mucho tiempo dejaron sus trabajos en la cafetería; gracias a Hoseok, Yoongi pudo ingresar a la misma empresa que él como compositor y productor. Cuando recibió su carta de contratación lloró por tres días seguidos en el regazo de su novio. Por otro lado, su relación con el –ahora– castaño iba de viento en popa, las dificultades más grandes que tenían eran quién iba a usar primero el baño, y un conflicto ya resuelto era que no debían besarse sin antes lavarse los dientes. Ese acuerdo se rompió tres días después.

—Debemos apurarnos, no puedes llegar tarde al trabajo —dijo Yoongi empujando lejos a Taehyung.

—Uh, pero no me empujes —refunfuñó.

Taehyung se había graduado sin mayor dificultad, y por un milagro divino, perdió todo contacto con sus padres y prefería pasar las festividades con la familia de su novio. Además, para sorpresa de todos, resultó ser un excelente maestro de lengua, y pese a ser muy joven, todos los alumnos le tenían mucha estima, lo cual hacía que el pecho de Yoongi se hinchara de alegría.

—Qué hermoso te ves con ese traje —apremió sujetándolo de la cintura.

—Lo sé, soy irresistible —respondió con una tierna sonrisa—. Pero tú no te quedas atrás.

—Nos vemos más tarde, ¿quieres que traiga algo de comer luego del trabajo? —Yoongi negó.

—Recuerda que hoy iremos con Seokjin —Taehyung abrió los ojos con desmesura.

—¡Es verdad, lo había olvidado! —chasqueó la lengua—. Será mejor que lleve algo de beber, dijo que lo que quería decirnos era importante.

—Me parece bien —el pelinegro miró su reloj—. Te dejo que se me hace tarde. A las ocho y media en su casa, ¡recuérdalo!

(...)

La verdad es que la idea de reunirse en la casa de Seokjin no había sido una simple casualidad o algo planeado por el mayor. Taehyung llevaba semanas planeando ese encuentro, y exitosamente había ocultado el hecho de que él estaba involucrado en esa reunión.

Ese día terminó todos sus pendientes con rapidez, y partió a toda prisa a casa de su amigo; los preparativos estaban a la mitad cuando llegó. Se apresuró a colocar los aperitivos que preparó su hyung y a terminar de preparar la comida que se serviría ese día.

¿La razón? Yoongi siempre olvidaba su cumpleaños, el nueve de marzo era, para el pálido, un día común. Ni siquiera cuando Taehyung lo felicitó los últimos dos años pudo recordarlo, sin embargo, esperaba que esta vez cambiara, y esa fecha quedara grabada con fuego.

Hoseok, Jimin, Jungkook y Namjoon llegaron media hora antes de la fecha acordada con Yoongi. Taehyung se sentía nervioso y caminaba por toda la casa como un gatito enjaulado. No sabía cuál sería la reacción de su enamorado, y tampoco sabía cómo hacer para tranquilizarse.

—Tranquilo hombre —Jimin le palmeó la espalda—, hemos practicado esto mínimo, veinte veces desde que lo pensaste. Nada va a salir mal, Yoongi te ama demasiado.

Finalmente, el timbre anunciando la llegada del cumpleañero sonó; todos se escondieron y Seokjin apagó las luces y lo recibió en penumbras.

—Hombre, no es muy heterosexual de tu parte recibir a un amigo completamente a oscuras —la voz grave y sarcástica resonó en todo el departamento gracias al silencio.

—Muy gracioso, Yoongi.

Acto seguido, en cuanto las luces fueron encendidas, todos salieron saltando, aventando confeti y gritando «¡Feliz cumpleaños!». Yoongi quedó pasmado, viéndolos a todos como si estuviera en un sueño.

—¿Me hicieron... una fiesta sorpresa?

—Sí, y es sólo para ti —respondió Taehyung.

—Fuiste tú.

—Quién más si no —dijo Jimin risueño—. Feliz cumpleaños, hyung.

—Gracias —susurró acercándose a Taehyung—. Gracias —repitió ahora con sus ojitos aguados y brillantes de la emoción.

—No me agradezcas —le besó. —esto es lo menos que puedo hacer por ti, amor.

—No sé qué hice en mi otra vida para merecerte —sobaba con amor los hombros del menor mirándolo a los ojos.

—Seguramente fuiste la mejor persona del mundo —sonrió y recibió un golpe en el pecho.

—Tonto.

La celebración fue amena y llena de charlas y felicidad, Taehyung sostenía la mano de Yoongi desde hacía rato, y tenía miedo de que su sudor delatara lo nervioso que se sentía.

—Amor —llamó su atención—, tengo que ir al baño —Yoongi asintió soltándole.

Estando ahí mojó su cabello y rostro, y viéndose al espejo, dijo—: Tú puedes hacerlo.

Procuró tardar lo suficiente para tranquilizarse y dejar que su cabello se secara un poco, y cuando el valor rugía en su pecho, salió con la mano en el bolsillo.

Encontró a Yoongi dándole la espalda, y con un último y gran suspiro, se acercó a él.

—¿Qué pasa, Taetae? —la posición en la que estaba era un tanto extraña; rígido, como su tuviera ganas de huir con prontitud—, ¿te sientes mal, quieres irte ya? —negó.

Desconcertado, observó cómo la rodilla de su novio se posaba en el suelo, y de su bolsillo salía una cajita de terciopelo roja. Sus ojos se abrieron y llevó sus manos a su boca, cubriéndola.

—Min Yoongi —comenzó—, estos años han sido suficientes para poder darme cuenta cuánto te amo y que de verdad quiero pasar el resto de mi vida contigo —las demás personas parecían haber quedado en segundo plano, e ignoraban que Jimin lloraba de felicidad sumido en el hombro de Namjoon mientras besaba la mano de Jungkook con devoción—. ¿Me concederías el honor de dormir contigo todas las noches que restan?

Yoongi se quedó sin palabras, por lo que sólo extendió su mano y asintió con entusiasmo.

—Pero el matrimonio homosexual no es legal en Corea —dijo en voz baja, bien pegado a los labios del contrario, observando cómo el anillo resplandecía en su dedo.

—No te preocupes, hay muchos otros países a los que podríamos ir para cumplir este sueño —contestó risueño.

—Haz hecho mis noches más dulces. —dijo de la nada.

—En realidad, fuiste tú quien las endulzó.

Fin.

𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡 𝑁𝑖𝑔𝘩𝑡 [Tᴀᴇɢɪ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora