~ 𝐼𝐼 (𝐵𝑙𝑖𝑛𝑑) ~

1.8K 229 9
                                    

—¡Taehyung-hyung! —escuchó a lo lejos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Taehyung-hyung! —escuchó a lo lejos. El chico llegó agitado por la carrera que había pegado—. Necesito que me preste la rúbrica de evaluación del trabajo final del señor Kim —dijo atropelladamente—, nadie más la tiene, y si la tienen, no me la quieren prestar, ¡por favor!—podía notar que estaba al borde del llanto.

—¡Jungkook! tranquilízate y respira —dijo tomándolo de los hombros, y sacudiéndolo—, ¿para cuándo los necesitas?

—Sería bueno tenerla ahora mismo, pero mañana también funciona —Taehyung viró los ojos.

—No puedo creerlo —susurró cuando lo soltó—. Más tarde pasa a la cafetería. Te los entrego ahí. Tienes suerte que hoy olvidé mi uniforme y tendré que ir a casa por él.

—¡Gracias hyung! —gritó el chico dejando un sonoro y mojado beso en su mejilla—. ¡Nos vemos más tarde! —y se marchó corriendo.

Taehyung fue el tutor de Jungkook un año atrás. Un niño revoltoso y recién egresado de la preparatoria que no conocía ni se desenvolvía muy bien en actividades escolares o sociales, hechos por los cuales, uno de sus profesores favoritos le había asignado la tarea de ayudar a Jungkook a superar esas dificultades. La primera vez que lo conoció, se sorprendió de sus ojos: tan tiernos e infantiles, que hasta dudaba fuera tan solo dos años menor que él. Al principio fue muy difícil que establecieran una conversación más allá de los temas de la clase, como las evaluaciones y el profesor, sin embargo, cuando el chiquillo tomó confianza, resultó ser bastante agradable, ameno, y sobre todo divertido.

Definitivamente Taehyung lo quería mucho, pues era el único amigo híper cercano que tenía en la universidad. La jornada escolar fue agotadora (como siempre lo era), su cerebro dolía y su estómago rugía. Revisó su reloj, esperanzado a poder encontrar tan solo diez minutos de sobra para ir por un sándwich antes de dirigirse a casa, pero claro, la vida no podía ser tan buena con él. Esperaría a llegar a la cafetería y comer un pastelito de sus hyungs.

—¿Hace falta que les ayude en algo? —un hombre de buen ver, alto y moreno entró a la cocina.

—¡Oh, Namjoon-ah! —exclamó Jin al verlo—, ¿por qué no me dijiste que vendrías?

—¡Namjoon-hyung! —gritó Jimin colgándose de él en un abrazo asfixiante—. Debiste haberme avisado a mi también... —un bonito rubor adornaba sus mejillas mientras sus labios se abultaban tiernamente.

—Mi papá me dejó plantado, y decidí venir a ver cómo están las cosas por acá. Siento mucho hacerlos cargar con toda la responsabilidad de la tienda cuando claramente es mi trabajo, así que me gustaría invitarlos a cenar luego del cierre —sonrió mostrando sus hoyuelos con orgullo y acariciando la espalda de Jimin con cariño—. Ah, para eso vamos a cerrar temprano.

La algarabía resonó por el pequeño espacio, despreocupados por molestar a la –inexistente– clientela.

—Muchas gracias Namjoon-hyung, le estoy eternamente agradecido —Taehyung hizo, lo que parecía ser una ridícula pero solemne reverencia que hizo reír a todos.

𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡 𝑁𝑖𝑔𝘩𝑡 [Tᴀᴇɢɪ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora