—Taehyungie, ¿puedes cerrar hoy por mi? —asintió, con las mejillas coloradas del esfuerzo que hizo gracias a las cajas de café que su jefe, Namjoon, pidió acomodara—. Sé que debí haberte avisado antes, pero es que...
—Ya, no tiene que darme explicaciones Jimin, simplemente haz lo que tengas que hacer —le interrumpió dulcemente mientras le acariciaba el pelo. A Jimin nunca podría decirle que no, y esto debido al tonto enamoramiento que había tenido desde que entró a trabajar al lugar. Fue amor a primera vista, pues no bastó más que sus ojos fueran de arriba hacia abajo una vez para verse inmerso en la etérea belleza que el joven poseía: labios esponjosos y rosáceos, mejillas rechonchas y salpicadas de rubor natural, nariz pequeña, pero por sobre todas esas cosas, sus hermosos ojos café y cabello algodón de azúcar—. Además, sabes que no tengo muchas cosas importantes que hacer después del trabajo.
—¡Gracias!, te llevaré a comer un poco de carne —y lo abrazó. Sus pequeños brazos rodearon su cuello, y él se lo devolvió apretando perezoso la parte baja de la espalda—. Tengo que irme, nos vemos mañana.
Suspiró cuando lo vio desaparecer por la puerta de empleados en la parte de atrás. Se preguntaba si algún día tendría el valor de decirle todo aquello que sentía, pero no sabía si las preferencias de Jimin serían las mismas que las de él, y la verdad, es que estaba aterrado de recibir odio a cambio, entonces si lo mejor que podía hacer era quedarse como su amigo para toda su vida, lo haría sin dudarlo.
—Taehyung, necesito que vengas a ayudarme a terminar de servir los pedidos —dijo SeokJin, o Jin, como prefería que lo llamaran.
—Ya voy Jin-hyung —corrió a la cocina, para tener las tres peores horas de su vida.
La cafetería no era muy grande, y tampoco pertenecía a ninguna cadena empresarial, sin embargo, al estar rodeada de oficinas y detrás de una gran avenida, les aseguraba un flujo de gente bastante aceptable. Estaban acostumbrados a estar casi vacíos por las tardes y mañanas, pues eran esas horas en las que todos los comensales se llevaban sus alimentos y bebidas a la oficina, pero la historia era distinta a partir de las siete de la tarde. Grupos grandes de asalariados tomaban asiento en los sillones y sillas, ordenaban sus bebidas, en otoño e invierno, calientes; en primavera y verano, frías, también ordenaban pastelillos salados o dulces y trozos de pastel que eran compartidos a lo largo y ancho de la mesa con todos los partícipes de la misma. A veces Taehyung se quedaba en la cocina revisando y haciendo bizcochos, otros días lo necesitaban recibiendo pedidos de las mesas, había unos que se encargaba de hacer el café y té, y además, acomodar la bandeja con los productos del cliente (como hoy), pero los que más le gustaban, era cuando era su turno de estar tras la caja registradora. Estaba un poco fuera de sus cabales, ¿no?, quién es su sano juicio gusta de aguantar clientes prepotentes, malhumorados, pero sobre todo, groseros. Sin embargo, Taehyung era un afortunado, su sonrisa cuadrada, voz profunda y acaramelada hacía que todos los clientes lo trataran bien, de él, su jefe nunca había recibido una queja, y en general, el ambiente se sentía relajado.
—Jin-hyung, creo que Hoseok-hyung necesita que lo releve en la caja, le diré que venga para acá luego de lo que sea que vaya a hacer —Jin asintió aún muy concentrado en terminar el americano del último pedido hasta ahora. La verdad es que su hyung no lo había llamado para nada, pero ya no podía soportar el aroma tan penetrante del café—, espero que puedas perdonarme hyung —susurró antes de salir por completo del área designada.
Solo eran cuatro trabajadores en el lugar (sin contar al jefe), y todos eran varones: Seokjin era el mayor, y además, el gerente. Le seguía Hoseok, luego Namjoon, luego Jimin, y por último, él. Eran una pequeña familia, sabían que tenían un hombro donde llorar, y hubo muchas ocasiones en las que pudieron demostrar cuánto se querían. Abrazos, mimos, regalos en sus cumpleaños y otras fechas especiales, pero lo más importante era cuánta confianza se tenían, y ciertamente, era mucha. Es por esa otra razón, que nadie sabía lo que Taehyung sentía por su dulce y pequeño amigo.
—Asegúrate de limpiar bien las máquinas —dijo Jin colocándose el abrigo, mientras Tae se daba vuelta y rodaba los ojos—. ¡Ah! no olvides contar el dinero y guardarlo en la caja.
—Debería quedarse usted a cerrar entonces —dijo en tono burlón y después, le sacó la lengua—. ya me lo repitió varias veces hyung.
—Ya, ya. Sabes que soy el gerente, no puedo evitar ser mandón —guiñó su ojo—. La próxima vez trata diciendo que no puedes quedarte al cierre. Me voy.
—Cuidado regresando a casa, recuerde que mañana llego una hora más tarde, los parciales están cerca. Necesito concentrarme para aprobarlos todos —recibió un asentimiento como respuesta.
Namjoon rara vez estaba todo el día, rara vez también estaba para el corte o para el cierre, pero cuando estaba disponible, los ayudaba en todos lo que podía, y eso se lo agradecían todos. Pero a veces les gustaría que cerrara la tienda má a menudo.
—Manos a la obra —se dijo, pues podría tardar una hora o más en terminar.
Ya había sacudido todo el residuo de café que se encontraba a los costados de la máquina, había limpiado las mesas, subido las sillas y barrido y trapeado el lugar, lo único que faltaba era el dinero, y sabía que no tardaría mucho en terminar. En veinte minutos la tienda estaría cerrada.
—¡tiempo récord! —susurró contento.
El sonido de la campana lo sacó de su alegría. Él estaba seguro de haber colocado el cartel de cerrado en la tienda, entonces, ¿por qué alguien querría entrar a un lugar que ya no iba a ofrecerle ningún servicio? Sin pensárselo mucho, se dirigió rápidamente detrás del mostrador para echar amablemente a la persona que había entrado.
Era un joven, flacucho y pálido por lo poco que podía ver, con el cabello color menta descolorido con raíces negras y puntas blancas. Vagamente recordaba haber observado ese color de cabello en algún lado, pero se lo pensó, tal vez era el color de moda de la temporada y él aún no se había enterado.
—Lo siento señor, pero ya hemos cerrado —el joven que estaba de espaldas, se dio la vuelta para mirarlo. Ojos negros penetrantes, nariz de bola, pero pequeña y bonita, labios delgados rosas. Era muy bonito. Probablemente del tamaño de su amigo Jimin.
—Ya lo sé, pero es que aquí trabaja un amigo, me dijo que tal vez podría venir a pedir empleo, verás, en verdad lo necesito. Pero no pude venir antes —se acercó a la barra.
—Oh, ya veo, ¿quién es su amigo? —preguntó con más confianza.
—Jung Hoseok —le respondió sin duda, lo cual disminuía su temor.
—Verá... —dejó un espacio para escuchar el nombre del hombre, sin embargo, no pareció darse cuenta, por lo que decidió ser más directo—. ¿Cuál es su nombre?
—Min Yoongi —«Qué bonito», pensó.
—Verá Yoongi-hyung, yo no puedo contratarlo o hacerle una entrevista. Jin-hyung, el gerente, es quien se encarga de eso. Además, no estoy seguro de haber escuchado que haya una vacante... Sin embargo, puede venir mañana antes del cierre y estoy seguro de que él hablará con usted —rebuscó en sus bolsillos su teléfono, mientras con su mirada repasaba el mostrador en busca de una hoja y una pluma—. Le daré su número de teléfono para que acuerden encontrarse en un momento más cómodo —le entregó la hoja, y Yoongi la recibió amablemente.
—Gracias, y lamento si te asusté —sonrió, mostrando sus bonitas encías—, la próxima vez deberías cerrar con candado la puerta —Taehyung rió.
—Lo haré, aunque nunca antes me había pasado algo parecido —Yoongi sonreía jovial.
—Nos vemos...
—Kim Taehyung —respondió rápido.
—Nos vemos, Taehyung. Que tengas buena noche —yse fue, camuflajeándose por completo en el mato de la noche gracias a sus ropas oscuras.
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𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡 𝑁𝑖𝑔𝘩𝑡 [Tᴀᴇɢɪ]
FanfictionTaehyung es un chico dulce que, tras su llegada a Seúl, se encuentra a Jimin, quien se convierte en su perfecta compañía y su primer gran amor. Sin embargo, el miedo de perderle o de confesarse siquiera y la llegada de Yoongi a su lugar de trabajo...