¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
capítulo seis. “el primer problema”
Leía.
No quiero decir que si tan fácil pero tampoco decirle que no, no me animo a contradecir a lo último que dijo y solo lo veo alzar su mano en forma de despedida y dar un medio giro para dirigirse a su auto. Miro a ambos lados de la calle y pienso que estaba todo mal, que él tenía novia, que yo no quisiera intentar nada con alguien que tiene novia pero también pienso que aceptar que me acercara no era nada de otro mundo.
Eso exactamente no significaba que él quería algo conmigo, solo quería ser amable y la puta madre si se notaba que era así. Que decepción me sería más fácil pasar de él si fuera un forro pero no era un flaco alto y grande como un osito cariñoso.
—¡Federico!
Levanto mi voz entre otras peleando en el interior de mi cabeza. Él se gira con la llave en la mano y mi cabeza indecisa se aclara y lamí mis labios acercándome para no hablar tan fuerte.
—¿De verdad no te jode que me acerques? —pregunte.
Un segundo o dos tal vez solo tarda él para regalarme una sonrisa a medias apretada y negar.
—No para nada, vamos. —señala con su cabeza y sonrío aliviada.
Aliviada pero todavía confundida por lo que hacía y nerviosa de estar solo con él en un auto, si nerviosa como si fuera la primera vez que viajaba con un pibe que me atraía en un auto.
Acomodo mis cosas encima de mis piernas y veo que entre las cosas donde debería tener lugar para dejar un vaso o cositas hay una fotito de él con Pilar. Intento no poner mis ojos en blanco o largar una suspiro porque no puedo creer que lleguen a ése punto, ¿cómo se podían querer tanto después de tanto años juntos? porque sabía bien que ellos llevaban años juntos.
—¿A qué hora rendís?
Gracias a Dios habló.
Aclaro mi garganta antes de responder tranquila.
—A las nueve.
—¿En serio? —su tono de voz de sorpresa hace que me gire a mirarlo.
El codo izquierdo lo tenía apoyado sobre el borde de su ventanilla y solo manejaba con la mano derecha, sus ojos se encuentran fijo en los míos.
—¿Por qué vas una hora antes?
Una segundo es lo que dura la estirada de la esquina de sus labios al preguntar eso, su dedo se apoya en el mentón por un minuto como pensativo y tentado seguramente a decirme algo como nerd o algo por estilo.
—Generalmente cuando rindo son los únicos días que llegó bastante temprano. —confieso con naturalidad a él quíen hace una mueca con sus labios—. Ya sea para ir a leer dentro del curso o tomarlo con más calma mientras voy caminando.