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capítulo veinticinco

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capítulo veinticinco.
mendoza”

(Parte 2)


Parpadeo varias veces antes de abrir completamente mis ojos me dormí en la posición más incómoda y a la vez la mejor: boca abajo. La habitación completamente iluminada por el sol me hace levantar mi cabeza y girarla hacía mi izquierda para ver como Federico aún dormía con una mano sobre su pecho.

Todavía dormida lo miro por segundos a él luego a la mesa de luz para no ver su celular y confirmó que lo escuché anteriormente pasó.

No sé si fue minutos atrás o horas pero se escuchó un despertador sonando, que claramente no era el mío, para minutos después escuchar como él en un intento de apagarlo termino tirando hasta el teléfono de la habitación. Y nuevamente lo miro durmiendo pacíficamente se veía tan lindo que lo quiero llenar de besos y a la vez dejarlo dormir también la luz del día le hace un buen juicio.

Para terminar de despejarme y no volver a dormir me pongo boca arriba y me tapo mejor mis pechos con las sábanas para pasar a observar como la habitación estaba totalmente iluminada por un sol radiante.

Lo aprecio mejor esta iluminación era hermoso.

Anoche llovió mucho y calmo sobre la madrugada así que era un sorpresa que ahora se pueda ver perfectamente un día de sol espléndido.

No hacía ni falta decir que ahora se podía apreciar la hermosa vista que daba desde la cama: piscina, el césped interminable verde, las montañas detrás y el cielo completamente celeste con algunas nubes rondando, casi contadas con una mano. Esta vista y día me daban ganas de hacer de todo, cosa que nunca me pasaba en la vida cotidiana.

Me pongo el pijama que quedó descartado después del baño de Girotti de anoche y camino con lentitud para buscar mi cepillo de dientes y ropa interior para pegarme una ducha con la intención de despejarme todavía más.

Me tardo capaz como diez minutos dentro del baño y cuando salgo ya lo veo a él despierto pero todavía acostado con su celular. Siente mi presencia al salir del baño y levanta su cabeza con media sonrísa apretada.

—Holaaa... —saluda como risueño.

—Buen día. —respondo con mi mejor voz y ánimo.

Quiero decir que me freno de no acercarme y darle un beso porque sino seguro pensaría que cargosa esta puta recién me levanto así que ignoro su persona para rodear la cama y sentarme en ella para seguir secando mi cabello con una toalla.

—¿Bajamos a desayunar? —cuestiona detrás y asiento.

Minuto después siento como se mueve el colchón y por el ruido sé que ingresó al baño. Me levanto dejando la toalla atrás y pongo mi valija encima de la cama para ver qué me pondría para bajar a desayunar lo decido rápido; una remera blanca con un short negro y mis zapas negras bajas.

Somos tres | Federico GirottiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora