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capítulo veintidos. “clasico y un regalo”
3 de enero.
Emilia y yo pasamos la puerta de casa y el silencio de paz se rompe con mi grito.
—¡Llegamos! —anuncio, como si fuera necesario y trato de pasar primero que mi hermana y me quejó forzando con ella—. Dios, aguanta. Estás comiendo más estás más gorda.
—Gorda tu abuela pelotuda. —sisea y pasa ella con más fuerza primera, me río y no por mucho cuando se frena con la mochila que traía—. ¿Trajiste el pan?
—¿Eh? ¿Qué pan? A mí no me pidió nada, arréglate. —me burló para observar que no venía nadie a recibirnos.
En el intento de ir hacía la sala o mejor dicho directamente al fondo dónde seguro estarían los dos Emilia me vuelve a frenar.
—¿Boluda, en serio, no trajiste?
—¿De qué hablas? A mí no me dijiste nada. —respondí confundida.
—Dios, lo único que nos pidieron es que pasáramos por el pan que le gusta a papá, nos van a cagar a pedos Leía.
No sé que decirle porque no sabía que ellos pidieron algo y se putea mentalmente para pasarme la mochila que trajo.
—Lleva esto, guardalo. Voy a ver si Gonza todavía no se fue y voy a buscar eso. —avisa y solo asiento para verla irse.
La sigo con la mirada para darme cuenta que si quedo todavía mi cuñado afuera así que se va con él. Cierro la puerta finalmente para ir a buscar a mis viejos en el fondo dónde los encuentro hablando mientras mamá le da mate.
—¡Buen día! ¡Qué recibimiento! —exagero para acercarme.
Papá rápidamente se gira a ver quién era la gritona que rompió la paz de la casa e igualmente me sonríe, porque sino no venía nunca más a esta casa, era re exagerada no, saludo a ambos y le pongo de excusa que Emilia llegaba momentos después porque yo me vine sola.
Si le decía a mamá que ella se fue a buscar lo que le pidió me daría algo así como un sermón de que supuestamente Emi y yo eramos bastantes grandes para olvidar cosas así que no solo la ligaria verbalmente Emilia y por supuesto yo también.
Era día de clásico después de tanto y como papá no logro tener un hijo medio que nos arrastraba a nosotras las mujeres a que pasemos un domingo digno de un pre clásico. Para su mala suerte a ninguna nos gustaba lo que tenga que ver con el fútbol pero digamos que en escala ahora podría decirse que a mí me interesaba un poco más y la razón es obvia, cuando venía a casa miraba los partidos de River para tratar de ver si entraba o no Federico. Sí, lo que hacía por un varón.
Este día era diferente igual por más que sea un partido contra Boca no estaba muy ansiosa si era la palabra o algo así porque cómo estaba todavía sin hablar con el mencionado minuto atrás no tenía ganas ver ese partido y pensar en él.