capítulo treinta.
“alejamiento”En lo único que puedo pensar es en como lo supo igual creo que es clarísimo y casi olvidó que Federico ya había soltado las palabras enojado.
—No importa eso. ¿Decime es verdad o no? —insiste acercándose más a mí y siento como me tiemblan las piernas más cuando me presiona—. Leia. Habla. Si o no.
Y eso es lo que acciona a que yo me ponga fuerte y no tenga ganas de tener esta conversación ahora.
—Baja el tono.
Exigí calmada para mirar a ambos lados porque parecía que la única cuerda de esta escena afuera del edificio claramente era yo.
—¿Vos viniste hasta acá a preguntarme solo eso o lo hiciste ya que estás de paso por ella? —me río.
Todavía me causaba gracia verlo serio a Federico. Los nervios se me fueron pensando en que podría usar esto solo para joderlo un poquito.
—Pilar no esta. Así que si vine porque quería escucharlo de vos. —contesta inmediatamente a mi pregunta.
No le causaba gracia nada de esta situación y medio que me da señales que él justamente hoy no quería joder.
—Decime ¿Es cierto? —continua sin paciencia.
—¿Él te lo dijo? —suspiro más que nada confirmandolo.
No podía creer si era como pensaba al final los hombres eran más chismosos que nosotras y la verdad el pensar que Ignacio se lo contó a Federico cuando no estaba por la ciudad me revienta bastante. No creí que fuera así, pero también no sé porque me enojo si sabía que eso podía pasar ya que yo nunca le dije que lo que pasó quedará entre nosotros.
—¿Me vas a seguir dando vueltas?
La voz de Girotti elevada un poco más demostrando que está impaciente, de verdad, esta enojado.
—¿Podes bajar un cambio?
Me acerco para susurrarle miro sus ojos y sus labios en una recta inmóvil.
—¿Me estas haciendo otra escena?
Pensé que sería gracioso para él o ambos pero en cambio Girotti vuelve abrir su boca solo para suspirar impaciente.
—¿Te pensas que esto es una escena? —pregunta de mala manera transformando unas de sus cejas—. Estuviste con Nacho si o no Leía, deja de dar vueltas.
Su tono nuevamente es lo que me molesta y no sé de donde salían estás ganas de empujarlo hacía la calle o gritarle. Sin embargo, no hago nada de eso y sigo plantada en frente suyo para decirle claramente que sí.
—Si.
—¿¡Si!? —exclama Federico dando un paso atrás y se ríe mirándome, no lo entiendo para nada cuando vuelve abrir su boca—. Bueno, dale.
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Somos tres | Federico Girotti
Short Storylo que me das, dámelo. dámelo bien, un poco así y el otro poco ¿a quién?